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Luis Guillermo Vélez Álvarez*

El gobierno de Petro Urrego decidió echarle tierra a la tumba del proyecto Mina de Cobre Quebradona, tumba que había sido excavada por el gobierno de Duque Márquez.

En octubre de 2021 – después de 23 meses de revisión de un estudio ambiental gigantesco, complementado con 174 requerimientos de información, y de consultas a 211 terceros interesados, entre los que se encontraban entidades como Comfama y Proantioquia, que contrataron estudios especializados – la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales archivó el trámite, aduciendo carecer de información suficiente para decidir de fondo. Le parecía a la ANLA que el área de influencia no estaba bien delimitada, ni eran adecuadas las medidas propuestas para manejar los relaves y lidiar con la subsidencia.

De tres decisiones posibles – otorgar la licencia, rechazar la solicitud o archivar el trámite – la única que no podía adoptar la ANLA era la tercera. Su alegato de carecer de suficiente información era insostenible. De hecho, las “razones técnicas” invocadas contradicen la decisión que supuestamente apoyan. Lo del área de influencia era una tontería: si además de Jericó había que meter a Támesis y algún otro pueblecillo, era algo intrascendente pues las regalías se habrían distribuido entre más convidados. En cuanto al problema de los depósitos y de la subsidencia, no había sino dos opciones: o las medidas contempladas en el plan de manejo ambiental eran insuficientes, pero podían mejorarse o no admitían mejoras incrementales. En el primer caso, la ANLA habría podido exigir la inclusión de más acciones; en el segundo, tenía que negar la licencia.

El cobre es fundamental en la transición energética. En 25 años la humanidad consumirá 550 millones de toneladas, la misma cantidad consumida durante toda su existencia en la tierra. Quebradona, puerta de entrada a ese inmenso mercado, hubiese generado exportaciones por US$ 860 millones anuales, equivalentes al 1,9% de las de Colombia y al 16,0% de las de Antioquia. Para Jericó, suponía un aumento de 70% de sus recursos fiscales.

Los yacimientos carboníferos de El Cerrejón fueron descubiertos en 1864 por el ingeniero John May, quien exploró el territorio por encargo del gobierno de Murillo Toro. Estudios adelantados por el científico Liborio Zerda de la Universidad Nacional, encontraron que el mineral de La Guajira superaba en calidad al de cinco importantes minas británicas con los que se comparó. En 1883, el ingeniero May, lanzó en Nueva York el “Proyecto de formación de una compañía americana para la explotación de las minas de carbón de La Guajira y el Valle de Upar asociada al gobierno de los Estados Unidos de Colombia”. La propuesta incluía la construcción de una línea férrea y de un puerto. El proyecto naufragó en medio de las disputas políticas de la época. Tuvieron que pasar 100 años para que el sueño de May se hiciera realidad, pero, entretanto, Colombia se perdió los beneficios de la Segunda Revolución Industrial.

La vergonzosa pusilanimidad de Duque y la increíble incompetencia de Petro harán que repitamos con el cobre la historia del carbón. ¡Qué vaina!

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 23 de enero de 2023.

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