Ha dado el Gobierno la más clara y contundente muestra de improvisación, falta de conocimiento, experiencia y rigor en el manejo del tema de mayor trascendencia para el futuro del país, la llamada Paz total, que constituye, además, el epicentro de la propuesta política que Gustavo Petro ofreció a los colombianos y con la cual llegó a la Presidencia de la República.
El anuncio del cese del fuego bilateral por el Presidente el 31 de diciembre con el Eln, la ‘Segunda Marquetalia’ –al mando de ‘Iván Márquez’–, el ‘Estado Mayor Central’ (disidencias de las antiguas Farc), el ‘clan del Golfo’ y el grupo ‘Sierra Nevada’ (antiguos miembros de las Auc) denota impaciencia, debilidad, afán mediático y protagónico y constituye el peor punto de partida para cualquier negociación con organizaciones armadas que, como el Eln o las antiguas Farc, han demostrado estar más que curtidas en estos procesos.
Ha advertido el comisionado para la Paz que cada negociación será independiente, iniciando con una concertación para avanzar en un posterior diálogo, para lo cual se ha convenido por seis meses una suspensión bilateral de hostilidades. Ya sabemos que nada había sido convenido, al menos con el Eln, por lo que necesariamente habrá que derogar el decreto y esperar de rodillas a que esta organización decida aceptar la tregua implorada por el Gobierno. En todo hasta ahora se ha desconocido la regla elemental de cualquier cese del fuego bilateral y es que este haya sido pactado y rodeado de serios protocolos de cumplimiento y verificación.
Y falta ver si con los demás grupos hubo algo más que una charla informal muy al estilo del Gobierno. Todo indica que las exigencias de estos serán mayores, incluida la del despeje de amplias zonas del territorio. Resulta evidente que durante esta tregua todos seguirán dedicados al narcotráfico, actividad que seguirá creciendo aún más que el 43 % registrado el último año, a la minería ilegal, a atentar contra los derechos de las poblaciones de estos territorios y a reclutar y reagruparse para fortalecerse, como ocurrió en el Caguán. Pero peor, pues se extenderá a numerosos lugares como Arauca, Chocó, Putumayo, Cauca, Nariño, Urabá, Nordeste antioqueño, sur de Córdoba y Catatumbo, entre muchos otros, en donde seguirán ejerciendo estos grupos un control total sin ninguna cortapisa. De avanzar por este camino, anticipo que, como en el Caguán, será la tolerancia con la ilegalidad y el narcotráfico el fin del proceso de la Paz total.
Es muy grave para el proceso que la ley tramitada el año pasado no provea el marco legal suficiente para avanzar con varias de estas organizaciones. Consciente de esta situación, el Gobierno anuncia un nuevo proyecto de ley para ofrecer sometimiento al ‘clan del Golfo’, la ‘Segunda Marquetalia’ y el grupo ‘Sierra Nevada’. Sin sustento legal ¿cómo ha podido el Gobierno iniciar negociaciones con estas organizaciones criminales? ¿De dónde ha sacado entonces facultades para proponer suspender órdenes de captura con fines de extradición, o para suspender acciones militares o para intervenir en procesos judiciales o simplemente para designar voceros?
Hasta ahora, el único que se ha comprometido en algo es el Estado colombiano, a no realizar acciones armadas esperando una no confirmada reciprocidad. ¿Bastará esto? Claro que no. Debería haber como mínimo un compromiso con respecto al negocio de las drogas, al reclutamiento y al respeto a las comunidades en los territorios. De lo contrario, estamos es frente a una invitación para que otros grupos –al parecer ya hay 19 identificados– copen estos espacios y se apropien del negocio, los corredores y las rutas.
A la fecha, nada se conoce con respecto a la estructura de la negociación. Nada sobre la nueva política pública de seguridad si la hay, ni sobre la política de paz ni sobre la lucha contra el narcotráfico y la criminalidad. Nada. Solo anuncios deshilvanados e improvisación.
Arranca muy mal este 2023 con este lamentable episodio que no hace más que poner en evidencia la forma en que Petro está gobernando el país. Con la Paz total está pasando lo mismo que con los irresponsables anuncios en materia de reformas laboral, de la salud, de las pensiones y del sector minero-energético. Todo indica que aquí lo importante es mantener la narrativa, sin importar para nada las consecuencias.
https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 8 de enero de 2022.