El candidato presidencial, Fico Gutiérrez, presentó las bases de su programa de gobierno, titulado ‘Colombia: un país en orden y con oportunidades’. En el capitulo agrícola, Fico le apunta a un “campo sin pobreza”, el principal problema de la Colombia rural. Anota de manera acertada, que “en nuestro gobierno el campo será una prioridad”.
El país nacional y el país rural esperaban, con ansiedad y esperanza, un pronunciamiento político de esta naturaleza desde hace muchos años. Llegó, así, la hora del agro colombiano. La estrategia de Fico para salir de la trampa de la pobreza rural se apoya en tres pilares: mejoramiento de la productividad y la competitividad agropecuaria, ampliación de la dotación de bienes públicos rurales y un nuevo ordenamiento social y productivo del suelo rural. En estas notas, solo nos ocuparemos del primer pilar. Por limitaciones de espacio, abordaremos los otros dos la semana entrante.
Los cimientos del plan de gobierno de Fico en materia rural le dan prelación al incremento de la competitividad y la productividad sobre la ampliación de la frontera agrícola. Este enfoque sería valido en naciones desarrolladas, pero no para Colombia, con apenas 5,7 millones de hectáreas de cultivos agrícolas. Menos aún si tenemos en cuenta que según la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), nuestro país cuenta con un potencial de 15 millones de hectáreas con vocación agrícola, incluidos 3 millones de hectáreas en la altillanura, además de 23 millones de hectáreas de bosques comerciales.
Colombia es realmente un país bendecido, que puede ampliar la frontera agrícola, y al mismo tiempo, aplicar políticas agropecuarias que mejoren la productividad y la competitividad. Para explotar de manera sostenible este inmenso potencial rural -históricamente desperdiciado por la politización y la ausencia de continuidad y visión de los rectores de la política pública del Ministerio de Agricultura- Fico propone, con tino, triplicar la inversión en vías terciarias, aumentar el potencial de la agricultura por contrato, impulsar las redes de innovación y aprendizaje, fortalecer el acompañamiento rural de las secretarias de agricultura, impulsar las coberturas cambiarias y crear una industria de fertilizantes con participación privada.
En materia de financiamiento agropecuario, el plan de Fico luce, sin embargo, tímido, habida cuenta de que se contrae a un incremento de $500 mil millones en Incentivos para la Capitalización Rural. La realidad actual exige correctivos estructurales. El plan indicativo de crédito de fomento de Finagro confirma la concesión de créditos por $23,3 billones en el 2021, de los cuales escasamente $3,8 billones, equivalentes al 13,8%, van al campo. Es más, del total, solo $2,2 billones (9,6%) se orientan a pequeños productores rurales, y de estos, escasamente, $1,4 billones van a la producción de alimentos (6%), renglones productivos que Fico debería convertir en una prioridad nacional.
Continuará...
Miembro del Consejo Directivo del ICP
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https://www.portafolio.co/, Bogotá, 12 de abril de 2022.