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Rodrigo Botero Montoya

Un denominador común del procedimiento autoritario es la construcción de mitos para crear una versión acomodaticia del pasado. En algunos casos, se trata de inventar hechos admirables que no existieron. En otros, se busca hacer desaparecer el recuerdo colectivo de actuaciones censurables. El intento por modificar e incluso falsificar la historia cumple un propósito político preciso. El escritor británico George Orwell afirmaba que: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”.

Así, por ejemplo, el gobierno de la China ha suprimido cualquier referencia a la masacre de la plaza Tiananmén del 4 de junio de 1989, en la cual murieron varios miles de estudiantes que promovían la democracia. Así mismo, la versión oficial de la historia de la República Popular China omite los atropellos a los derechos humanos durante la Revolución Cultural de los años sesenta o la catástrofe humanitaria originada por El Gran Salto Adelante (1958-1962). El propósito de esas omisiones es consolidar la legitimidad del Partido Comunista y su derecho a gobernar.

El régimen de Vladímir Putin en Rusia soslaya los crímenes cometidos durante la dictadura de Stalin al tiempo que valora el papel de la Unión Soviética como superpotencia mundial. En Estados Unidos, Donald Trump y sus aliados promueven la mentira de que el presidente Joe Biden ganó la elección por fraude. Con la complicidad del Partido Republicano justifican el asalto al Congreso del 6 de enero del 2021 como una expresión legítima de inconformidad política.

En Venezuela, Hugo Chávez, un coronel golpista, dedicó su habilidad como comunicador de masas a persuadir a sus seguidores que los cuarenta años de gobierno democrático que tuvo el país en el siglo XX fueron un fracaso. En la actualidad, el régimen dictatorial de su sucesor, Nicolás Maduro, celebra la fecha de su golpe sangriento contra un gobierno democrático, el 4 de febrero de 1992, como el comienzo glorioso de la Revolución Bolivariana.

En Argentina, el régimen kirchnerista logró opacar los proceres civiles del siglo XIX para enaltecer al Che Guevara y a los Montoneros. Lo que se considera valioso de la trayectoria nacional son las figuras de Juan Domingo y Evita Perón, como precursores de Néstor y Cristina Kirchner.

En declaraciones recientes, un dirigente de la izquierda autoritaria colombiana le atribuye al petróleo la causa de la catástrofe venezolana, de la cual necesita distanciarse ahora por sus aspiraciones electorales. Es el intento de eximir a Chávez de cualquier responsabilidad por la tragedia venezolana. La ruina actual de Venezuela ocurrió a pesar de tener petróleo, no por causa de este. Noruega y Canadá son democracias ejemplares a pesar de tener abundante petróleo.

En la presente coyuntura, adquiere importancia entender que esta distorsión de la realidad histórica tiene un claro propósito político. Como advertía el filósofo español Jorge Santayana, “Quienes no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 17 de febrero de 2022.

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