Para comenzar, hay dos posturas que deben evitarse: la triunfalista, que consiste en afirmar que eso no puede pasar aquí; y la determinista, que consiste en afirmar que eso es inevitable y que debe aceptarse como tal. Lo que se argumenta a continuación es que, si bien se debe descartar el triunfo de la izquierda bolivariana en Colombia como un hito que ya está escrito en los astros, también conviene evitar la actitud de que es inconcebible un gobierno de estilo bolivariano en el país. Esa actitud es un ejemplo de lo que los griegos denominaban hybris, la arrogancia ante los dioses, cuyo castigo era la némesis, la retribución divina.
En una entrevista reciente, el historiador mexicano Enrique Krauze le recomendaba al presidente electo de Chile, Gabriel Boric, estudiar la historia del siglo XX y convertirse en el fundador de la izquierda democrática en América Latina. Porque la tradición de la izquierda latinoamericana a partir de 1959 ha sido la de alinearse con el régimen castrista. En la actualidad, esa solidaridad se extiende a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua. Esa izquierda, que en su momento se identificaba con la Unión Soviética, desprecia a la denominada democracia burguesa, justifica la violencia, suprime las libertades individuales y viola sistemáticamente los derechos humanos.
La izquierda democrática de Alemania, los Países Bajos y Escandinavia defiende la economía de mercado, el libre comercio, los derechos humanos, la igualdad de género y el acuerdo multilateral de seguridad que sirvió para disuadir a la Unión Soviética hasta 1991 y a Rusia en la actualidad.
El esquema institucional vigente en el país, no obstante sus deficiencias y limitaciones, es compatible con esa versión de la izquierda y ha permitido la alternación pacífica entre gobiernos con diferentes prioridades. Colombia acoge los principios de la democracia liberal, tiene una economía de mercado, mantiene relaciones políticas y comerciales estrechas con las democracias industrializadas de Europa y Norteamérica y es socio global de la Otan.
Lo que la izquierda bolivariana le ofrece al país no es un cambio de énfasis dentro del esquema institucional actual, sino un cambio radical de sistema político y económico. La versión colombiana de la izquierda detesta la economía de mercado y los acuerdos de libre comercio. Es visceralmente antioccidental por principio y discrepa de la participación del país en los organismos financieros internacionales, la Ocde y la Otan.
La perspectiva de un gobierno bolivariano da lugar a varios interrogantes. Cómo sería la relación con el empresariado, aunque el alcalde de Medellín ya ha hecho un anticipo. En materia internacional y de seguridad externa, cuáles serían las repercusiones geopolíticas previsibles
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 20 de enero de 2022.