Sí. Entiendo que el 2021 haya sido doloroso para todos. Cuántos vimos morir a un ser querido o a un amigo cercano. Cuántos perdieron sus trabajos o sus empresas por una pandemia que, cuando creíamos relativamente controlada, tuvo su pico más letal a mediados de este año. Cuántos cayeron en enfermedades mentales silenciosas y cuántos niños perdieron meses valiosos en su proceso de aprendizaje. Comprendo todo eso, sin duda. Pero como la noche se hace más oscura antes de que salga el sol, también es hora de que veamos que hay señales positivas de recuperación que deberían llenarnos de optimismo y presagiar un 2022 mejor.
Somos el país que está volviendo a los índices de normalidad de 2019 con más éxito, según la revista The Economist. Estamos creciendo a más del 9 por ciento; el desempleo está cediendo; empresarios y trabajadores se pusieron de acuerdo en un aumento del salario mínimo que va más allá de lo que indican las recetas de los economistas ortodoxos. La creatividad y pujanza de nuestros nuevos empresarios ha permitido -como señala Thierry Ways- que iniciativas que tienen aportes directos de colombianos estén llamando la atención de los inversionistas en el mundo.
En materia de vacunación, con corte al 15 de diciembre, el 52,5 por ciento de los colombianos tenemos ya dos dosis de la vacuna contra el Covid y el 78,8 por ciento tiene al menos una dosis. En ciudades como Bucaramanga, el 70 por ciento de la población ya tiene su esquema completo. Los refuerzos se están aplicando correctamente y los niños también se están vacunando con juicio, derrumbando mitos sobre efectos colaterales.
Nuestro país, con todo y sus problemas, con todo y la inseguridad en las calles y con todo y la inseguridad jurídica en muchas áreas, está reactivándose y es hub de producciones internacionales y sitio de rodaje y contratación de buenos actores de las grandes casas de televisión por cable y plataformas digitales. El turismo ha vuelto a renacer y ciudades distintas a Cartagena como Cali y Barranquilla están siendo sedes de encuentros mundiales como el World Law Congress que recientemente se desarrolló en la capital del Atlántico. No podemos perder el rumbo y arriesgarnos a aventuras electorales cuyo final es bien sabido y cuesta tanto. Con esto en mente y con el optimismo renovado nos queda una tarea difícil pero necesaria: salir a votar bien en 2022 para que lo que funciona se conserve y lo que no sirve se cambie, sin saltar al horrible vacío.
https://www.vanguardia.com/, Bucaramanga, 20 de diciembre de 2021.
