En la entrevista que el pasado 21 de noviembre publicó este diario con el aspirante a la presidencia Gustavo Petro quedó claro lo que con la economía colombiana pretende hacer el líder de la Colombia Humana. En las respuestas que dio a las preguntas, manejadas con esa habilidad propia en él para hipnotizar con su verbo al auditorio, expresó que al otro día de su elección como primer mandatario lo primero que va a hacer es cancelar los contratos de exploración petrolera en el territorio colombiano. Esta afirmación fue el abrebocas de una entrevista que acrecentó el miedo que su candidatura despierta. Lo peligroso es que el candidato tiene fortalezas para enredar con el lenguaje al lector, exponiendo argumentos ambientalistas, no razonamientos económicos.
La otra propuesta del exalcalde de Bogotá, que genera preocupación no solo a los economistas, sino también al ciudadano de a pie, es la referente a la emisión de billetes por parte del Banco de la República. Esta idea del líder político que como alcalde de Bogotá demostró que no es un buen administrador fue criticada por quienes sí saben el efecto que produce en una economía la emisión sin control de circulante, que no es otro que una gran inflación. Sobre este tema, el candidato dice que “el Banco de la República siempre imprime dinero. Si no lo hiciera, se acabaría el papel moneda en Colombia”. Claro, el emisor imprime dinero, pero para reponer el circulante que recoge cuando los billetes están deteriorados y deben salir de circulación. No emite para aliviar el déficit fiscal.
Estos son los dos puntos de las propuestas de Gustavo Petro que producen inquietud en la opinión pública. La elevada inflación que registra Venezuela obedece a que el Gobierno le ordena al banco central imprimir billetes sin medir los efectos inflacionarios. Lo hace obligado. El ingreso de divisas por concepto de exportación de petróleo, que es el sustento de su economía, se fue al suelo debido a la pésima política petrolera de Hugo Chávez. El chafarote que gobernó Venezuela no tuvo la visión para entender que la nacionalización de los hidrocarburos produciría la disminución de la producción petrolera. Cuando Chávez asumió el poder, el país vecino producía 3,5 millones de barriles diarios. Hoy produce 600.000 barriles. Esto lo llevó a emitir circulante para poder atender las necesidades del Estado.
Juan Carlos Echeverry, experto en asuntos económicos y expresidente de Ecopetrol, dijo que la propuesta de Petro en el sentido de cancelar los contratos de exploración petrolera sería un "suicidio económico para veinte departamentos". Y tiene razón. La industria petrolera representa el 40 por ciento de nuestras exportaciones, el 80 por ciento de las regalías que recibe el país y el 34 por ciento de la llamada inversión extranjera directa. Además, el 5,5 por ciento del producto interno bruto de Colombia lo aporta la industria de los hidrocarburos. En medio de la pandemia hemos alcanzado un crecimiento que nadie esperaba. Los gremios económicos dicen que este será superior al 7,5 por ciento. Todo porque las grandes obras de infraestructura, que generan empleo, se han ejecutado gracias a los recursos que por regalías recibe el Gobierno.
Las propuestas del aspirante presidencial Gustavo Petro son las de un populista que no mira el daño que le pueden hacer a Colombia sus ideas. Mirémonos en el espejo de países como Venezuela y Argentina, que enfrentan una de las crisis económicas más delicadas de su historia. El país no puede llegar a situaciones como esas. Con su propuesta de emitir billetes, Petro llevaría a Colombia a una inflación difícil de controlar, en la que el peso perdería capacidad adquisitiva, como ocurre en Venezuela. Y cerrando la exploración petrolera le apunta a que Colombia llegue a niveles preocupantes de pobreza porque se perderían ingresos indispensables para impulsar el desarrollo y, sobre todo, para tratar de combatir la inequidad social. La pérdida de empleos nos llevaría a un caos social.
Petro dice que el miedo que despierta es porque gran parte de la gente no entiende sus ideas para acabar con el statu quo, ese estado de cosas que él quiere cambiar. No es eso. Genera miedo porque puede llevar al país al precipicio. Si la inversión extranjera no llega, no habrá desarrollo y, por consiguiente, generación de empleo. La equidad social que pregona es un artificio retórico para convencer a los incautos de que sus propuestas les pueden cambiar la vida. Fue lo que prometió Hugo Chávez cuando se presentó como el redentor de los pobres. ¿Cuál fue el resultado? Que Venezuela registra hoy un índice del 94 por ciento de pobreza, una migración de cerca de tres millones de ciudadanos y la huida de los forjadores de empresa. Allá solo se enriquecieron los que se robaron el país. ¿Queremos esto para Colombia?
https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 02 de diciembre de 2021.