“Dios los cría y ellos se juntan”, reza el manido refrán, para expresar la materialización de un encuentro de seres de luz -en este caso de estrellas fugaces y dispersas, de luminosidad relativa- que por arrastrar cierta cantidad de masa popular logran atraerse y formar un cúmulo de ellas que, no obstante, mantendrán su condición de estar a muchos años luz de la presidencia de la República de un cercano país del Sagrado Corazón de Jesús; pero ese restaurante brilla con luz propia, cuyo motor es su chef ejecutiva, Vicky, toda una dama y para más veras hermana de la preciosa y rutilante estrella cinematográfica Juanita Acosta, y no requiere de la visita de personajes políticos ilustres en función de comensales para atraer adicionales destellos de fama.
Obviamente, nada le pasará al alcalde verde -petrista de corazón- por hacer política en tiempos preelectorales degustando, de entrada, exquisitos platanillos voladores embadurnados con salsa de chontaduro, para continuar luego con el plato fuerte de sabor esencialmente pacífico dentro del concepto de la cocina fusión. Ese ingrediente del art.110 de la Carta Magna, que prohíbe a funcionarios públicos hacer política, bien cabría dentro del concepto del “efecto teflón”, que describiera María Isabel Rueda, refiriéndose a Petro, ahora extensible a Jorge Iván, cosa que no ocurrió con el defenestrado gobernador Juan Carlos Abadía cuando invitó, en una reunión de alcaldes, al precandidato Andrés Felipe Arias, amigo de Uribe.
Que el encuentro fue casual, que ocurrió dentro del marco la Feria del Libro, siendo Petro el best seller con su autobiografía… siempre habrá razones para explicar la alineación sideral de estrellas de la izquierda, que comparten sus preferencias reveladas por el Socialismo del Siglo XXI, estimulados por el paro nacional que cocinaron para tratar de derrocar al Presidente Duque, apenas como aperitivo del proceso electoral del año entrante, taponando carreteras y calles, demostrando que con indígenas alebrestados -afectos a su causa- y con cientos de muchachos pagados, apostados en la Primera Línea de fuego, lograron subvertir unas marchas en teoría pacíficas y así destruir el mobiliario urbano, cerrar la fuentes de empleo y espantar a la ciudadanía honrada que solo quería trabajar en Cali, convirtiéndola, a la postre, en la sucursal de Kabul.
Post-it. Por cuenta del alcalde Ospina, el nuevo “derecho fundamental a la iconoclastia” (a destruir monumentos) no aplica a la hora de tumbar el espantable monumento a la resistencia en Puerto Rellena, que bautizaron “Puerto Resistencia”, todo un legado histórico de la infamia para la posteridad.
https://www.elnuevosiglo.com.co/, Bogotá, 05 de noviembre de 2021.