Hoy, Petro se esfuerza por proyectarse “demócrata” en el sentido occidental, tal vez no dispuesto “a todo”, como en la guerrilla, pero sí con una serie de condicionamientos, dominancias o pulsiones interiores, inalterables e irrenunciables a su modo de ser y hacer, algunas de las cuales son las nueve siguientes, que lo guiarían en el gobierno si los demócratas perdemos la elección de 2022:
Ambición. Traducida como afán insaciable e ilimitado de mando, de acaparamiento, de poder, de conquista, de tenencia, a la manera de un ‘angurrioso’, decíamos de niños en Antioquia. Fuerza que lo empuja a buscar ser el más grande de la historia nacional.
Unicidad. Es el impulso del político costeño a mantener todo bajo su control, sin admitir discrepancias. En el país no se movería ni una mosca sin su autorización a través del “Partido” (Comunista, Comunes, Colombia Humana, o como lo llame). Esa pulsión, que conduce al totalitarismo, conseguirá que actúe a ritmo de otra:
Reelección. Como buen militante y alimentador de la izquierda de Lenin, Mao, Stalin, Castros, Chávez, Ortega, Putin, etc., Petro se las arreglará para ser ‘reelegido por el pueblo’ de modo indefinido gracias a una reforma constitucional exprés, pues ha dicho que su proyecto ideológico requerirá al menos de 20 años para desarrollarse.
Engaño. Ejemplos de esta dominancia: Castro reiteraba que no era comunista, y ya se sabe en qué paró; Chávez afirmaba algo similar, y los hechos hablan solos. En esa línea, “a Petro no le tiembla la voz para adornar sus discursos con mentiras, como cuando, en la plaza de La Paz, en Barranquilla, aseguró que la policía colombiana tenía órdenes de dispararles entre los ojos a los jóvenes manifestantes y de violar a nuestras jovencitas”, palabras de la columnista María Isabel Rueda (El Tiempo, 17oct21).
Locuacidad. Petro, por sus genes costeños e italianos, es locuaz porque sí, capacidad que emplea para envolver con sus largas peroratas al pueblo e ilusionarlo con comida gratis, casa gratis, tierra gratis, educación gratis, carro gratis, finca gratis, servicios públicos gratis, salud gratis, impuestos cero, etc. Es lógico que la gente vaya a sus shows.
Internacionalización. Del “proletarios del mundo, ¡uníos!”, de Marx, el hijo de Ciénaga de Oro pasará a “revolucionarios del mundo, venid”. Y vendrían oleadas de agentes cubanos, venezolanos, rusos, iraníes, turcos, etc., como “asesores”, “médicos”, “profesores”, “científicos” y otras categorías, bendecidos por el Foro de Sao Paolo y el Grupo de Puebla.
Ajusticiamiento. Con la simpatía del mundo socialista y neocomunista, no sorprendería que haya juicios populares y ejecuciones, como pasó en Cuba; ni cárceles terminales (el pasado 12 de octubre murió en una de ellas, en Caracas, el general chavista Raúl Isaías Baduel, después de más de 12 años preso); campos de concentración, y otras bellezas.
Nacionalización. Con esta fuerza, Petro nacionalizará la industria, el comercio, la educación y cuanta cosa se mueva. Todo será del Estado, salvo lo que los miembros del Partido destinen para sí, y hará uso, no de la Novena Sinfonía, sino de la novena pulsión:
Opresión. Para quienes se opongan a todo lo anterior, llevaría a cabo un largo régimen de persecución sin perfumes, sin apariencias, sin dudas coquetas, de frente, como en Cuba, Nicaragua, China, URSS, Venezuela…
Claro que faltan pulsiones. Queda abierta la invitación a unas más.
INFLEXIÓN. ¿Por qué Petro no es Gustavo sino “Aureliano”? Quien haya llegado hasta este punto de la columna habrá observado (¡uao!), o podrá observar, que con la primera letra de las nueve pulsiones se forma la palabra Aureliano, que encierra buena parte del corpus mental del futuro “libertador”…
https://www.kienyke.com/, Bogotá, 23 octubre de 2021.