Cuando el diario The Washington Post le pidió pruebas de su afirmación, la oficina de Graham entregó una foto de un bolso; el periódico posteriormente concluyó que, muy probablemente, no era de Gucci. Cuando le pregunté a un funcionario brasileño sobre los inmigrantes indocumentados con carteras de Gucci, se rió y agregó que apostaría a que esos bolsos eran falsificados. Me explicó que en Brasil, al igual que en Nueva York, mucha gente compra artículos de marca falsificados en la calle o en mercados de pulgas.
Pero la alarma sobre el supuesto crecimiento de inmigrantes indocumentados de clase media es solo una nueva versión de las tácticas de miedo de los trumpistas para hacer creer a los estadounidenses que están amenazados por una avalancha de inmigrantes de piel oscura del tercer mundo.
De hecho, como hemos dicho en esta columna muchas veces, Estados Unidos necesita desesperadamente más inmigrantes, no menos. La población es cada vez más vieja y tiene una fuerza laboral más reducida, lo que significa que necesita urgentemente más jóvenes para pagar las pensiones de quienes se jubilan. Según el Banco Mundial, la tasa de fertilidad de Estados Unidos ha caído de 3,65 hijos por mujer en 1960 a 1,73 hijos por mujer en 2021. Eso está por debajo de la tasa de 2,1 hijos por mujer que necesita el país para reemplazar a la gente que muere anualmente. Y ahora mismo hay una escasez de mano de obra en todas partes en Estados Unidos.
Un número récord de trabajadores estadounidenses (4,3 millones, para ser exactos) renunciaron a sus trabajos en agosto porque las personas están exigiendo mejores salarios y horarios más flexibles. Trump y otros aislacionistas antiinmigrantes dicen que no están en contra de la inmigración, sino solo en contra de la inmigración ilegal. Pero esa es una gran mentira: durante el gobierno de Trump, Estados Unidos redujo administrativamente la inmigración legal en casi un 50 %, según la Fundación Nacional para la Política Estadounidense (Nfap).
Todo el problema de la inmigración en Estados Unidos está siendo etiquetado erróneamente como una “crisis fronteriza”, cuando en realidad se trata de una “crisis latinoamericana”. A menos que abordemos las causas de fondo de la emigración —como la corrupción gubernamental, la violencia relacionada con el narcotráfico y las sequías provocadas por el cambio climático—, los latinoamericanos seguirán yendo a Estados Unidos, legal o ilegalmente. Incluso en Argentina, el país más alejado geográficamente de Estados Unidos, siete de cada diez jóvenes dicen que preferirían vivir en otro país, preferiblemente en Estados Unidos o España, según una nueva encuesta de la consultora Voices y la Universidad Argentina de la Empresa (Uade).
Frank Sharry, director del grupo de defensa pro-inmigración America’s Voice, me dijo que “necesitamos un enfoque hemisférico que incluya un intento serio de estabilizar los países que generan migrantes”. Estoy de acuerdo. Yo solía pensar que la mejor solución para reducir la migracion ilegal era una zona de libre comercio hemisférico. Pero eso es políticamente inviable hoy en día, porque han prevalecido los miopes intereses proteccionistas tanto en Estados Unidos como en América Latina.
Pero hay otra forma en que Washington puede promover el progreso regional: ofrecer incentivos a las multinacionales estadounidenses para que diversifiquen sus cadenas de suministros de China y las trasladen a América Latina. Eso produciría una avalancha de inversiones estadounidenses en América Latina y reduciría la necesidad de migrar. Biden debería convertir esta iniciativa en la piedra angular de la Cumbre de las Américas del próximo año, que se celebrará en Estados Unidos.
No creo que haya muchos indocumentados que crucen la frontera con carteras Gucci. Pero si los hubiera, nunca vamos a resolver la mal llamada “crisis fronteriza” hasta que comencemos a resolver la “crisis latinoamericana.”
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 20 de octubre de 2021.