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Hernán Cadavid M.   

¿Por qué en el Perú los líderes de la guerrilla pagaron altas penas de prisión por sus crímenes mientras que en Colombia a los cabecillas de Farc los convirtieron en celebridades?

El pasado 11 de septiembre de 2021 el mundo conoció la noticia de la muerte en prisión de Abimael Guzmán, fundador del grupo guerrillero Sendero Luminoso que por años azotó con violencia al Perú. Guzmán, o “camarada Gonzalo” como se hacía llamar, murió purgando el castigo que le impuso la justicia peruana.

Fue promotor de ideas marxistas y soñaba con implementar un régimen comunista en su país, justificando todos sus crímenes esgrimiendo razones políticas y centró su barbarie contra los campesinos y organizaciones sociales que consideraba “colaboradores” del Estado.

¿Les suena parecido? finalmente fue capturado en 1992 y posteriormente condenado a cadena perpetua, siendo acusado por el delito de terrorismo.

Contrario al caso del Perú, en Colombia hemos tenido una gran cantidad de “Abimaeles Guzmán”, en nuestro país los conocemos con los alias de Timochenko, Lozada, Márquez, y otros tantos que llevan a cuestas muchas más barbaries pero que contaron con una suerte radicalmente distinta a su homólogo peruano, todo producto de las decisiones del mandatario de turno en Colombia que no solo los libró de la cárcel, sino que también los elevó a Congresistas de la República y les permitió elegir a sus propios jueces.

Frente a esto surgen algunos interrogantes: ¿Por qué entonces en el Perú fueron tratados como lo que son, criminales, y otros, a los de Colombia, los han querido convertir en auténticas celebridades? ¿Por qué en el país vecino fueron a las celdas mientras en Colombia son invitados a programas de humor, farándula y de opinión política? ¿Por qué a nuestros “Abimaeles Guzmán” los convirtieron en jueces de sus principales adversarios?

También cuestiono cómo fue que instituciones de la democracia colombiana como las altas cortes y sectores del Congreso de la República, así como algunos líderes de opinión pública concibieron un trato benevolente a guerrillas de izquierda mientras repudian indefinidamente conductas nada distintas pero ejecutadas por paramilitares; en mi concepto todos igualmente repudiables.

Queda la reflexión para el pueblo colombiano. Todo crimen de esos grupos armados ilegales debió ser castigado de la misma manera. Colombia no puede acostumbrarse a disfrutar la condena de algunos y celebrar la impunidad a otros. O todos en la cama o todos en el suelo, de lo contrario no habrá paz posible.

El alegado derecho a la igualdad no puede quedarse como una fórmula fría en las páginas de la Constitución. La igualdad debe ser una realización jurídica y política.

Queda la reflexión. De Abimael Guzmán a Timochenko, de Sendero Luminoso a las Farc.

https://www.semana.com/, Bogotá, 15 de septiembre de 2021.

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