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Ignacio Arizmendi P.

El año pasado (2020), el joven cubano Luis Robles salió por su ciudad con una pancarta que decía “Libertad”, ¡y perdió la suya! Más tardó en salir que la policía castrista en llegar y echarle mano. Un reflejo, uno solo, de la Cuba de hoy, con 11.2 millones de habitantes, oprimidos por un Estado diseñado y mantenido según los cánones marxistas-leninistas de los hermanos Fidel y Raul Castro tras el triunfo de su revolución el 1 de enero de 1959, que, luego de más de 60 años, no ha terminado, ni terminará jamás, de construir el paraíso proletario.

Pero se registran más reflejos: la peor crisis económica en 30 años; un enorme desabastecimiento de comida, medicamentos, empleo y servicios; un sistema sanitario colapsado con la pandemia; una juventud desilusionada y amargada con el presente y las perspectivas de futuro. Y, para acabar de ajustar, con un sistema represor de la libertad de conciencia, expresión, pluralidad ideológica y política, prensa, información, movilidad, etc. Con razón, los obispos cubanos, en su mensaje navideño de 2020, dijeron: “Miramos a un pueblo cansado y agobiado”. Un pueblo bravo, valiente, a la altura de la historia.

Lo demostraron el 11 de julio (11J), hoy hace dos meses, cuando miles de personas, bajo la consigna “Patria y Vida”, se manifestaron contra el gobierno gritando “¡libertad!” y “¡abajo el comunismo!” en más de 50 lugares de la isla. “Eran la molestia y la indignación de un pueblo que ha estado seis décadas sufriendo y aguantando este régimen. Y ha dicho basta”, sentenció el periodista cubano independiente Abraham Jiménez.

Y dicho por los jóvenes del Movimiento San Isidro, “que decidieron levantar la voz pese a ultrajes, detenciones arbitrarias, presiones públicas y humillaciones del régimen totalitario”. Y por el realizador Anyelo Troya, la youtuber Dina Stars, el ajedrecista Arián González, el artista Luis Manuel Otero, y José Daniel Ferrer, presidente de la organización disidente Unión Patriótica de Cuba. Y Diosdado Cabello, el segundo de la dictadura venezolana, afirmando que las concentraciones eran por la Copa América y la Eurocopa…

Las manifestaciones solo duraron dos días porque el gobierno comunista mandó a las calles a la temible brigada especial nacional, BEN, la unidad policial que lideró la represión posterior al 11 de julio. Y santo remedio. En apariencia… Además, en vista de que las redes sociales jugaron un papel central para las movilizaciones, las autoridades bloquearon internet durante una semana, dejaron sin conexión a millones de cubanos y afirmaron que es un delito grave pretender alterar el orden público, promover la indisciplina social por la web, difundir contenidos contra los preceptos constitucionales, sociales y económicos del Estado, denigrar de un funcionario (todo eso común en Colombia) y del proceso revolucionario.

¿Alguien duda de que la dictadura se siente amenazada? ¿O niega que el pueblo de Cuba sufrió un engaño de espanto con lo del prometido paraíso comunista? ¿No estará claro que el sistema parece vivir su último tiempo, y que, si no desaparece por las buenas, desaparecerá por las malas? “Tenemos derecho a disentir y expresarlo”, dijo en un tuit Saily de Amarillo, una emprendedora cubana, visión reforzada, sin tapujos, por el alto representante de la Unión Europea para la política exterior, Josep Borrell: “Apoyamos el derecho de los ciudadanos cubanos a expresar pacíficamente sus puntos de vista”. Anuncios ante los cuales, el presidente Díaz-Canel fue tajante por TV el mismo 11 de julio: “Tienen que pasar por encima de nuestros cadáveres si quieren enfrentar la Revolución”. Claro, es que el artículo 4 de la Carta Magna de Cuba dice, ni más ni menos: “El sistema socialista que refrenda esta Constitución es irrevocable”…

Ya se intuye, se piensa y se expresa: la plataforma digital “La joven Cuba”, en un editorial, sostiene que “es necesaria una salida política y constitucional a la crisis para evitar derramamiento de sangre”. Por su parte, el cardenal de Cuba, Juan García Rodríguez, afirma que las cosas “caminan hacia un endurecimiento de posiciones que pudieran engendrar consecuencias impredecibles que nos dañarían a todos’. Pues bien, a todos ellos, “y para los fines que sean pertinentes”, esta columna dedica unos versos de nuestro espléndido poeta Julio Flórez (1867-1923), que parecen escritos para los líderes cubanos, como si, en la eternidad, el bardo hubiera presentido la realidad que viviría aquel querido país:

Cuentan que un rey tirano y corrompido, / cerca del mar, con su conciencia a solas, / sobre las playas se quedó dormido. / Y cuentan que ese mar lanzó un rugido / y sepultó al tirano entre las olas.

Hoy bien hacéis, ¡oh, déspotas del mundo!, / en vivir con los ojos bien abiertos / porque el pueblo es un mar, un mar profundo, / que piensa, que castiga y que, iracundo, / os puede sepultar. ¡Vivid despiertos!

INFLEXIÓN. “En Cuba, la educación no es gratuita: se paga con la vida y la libertad”, rugió una chica cubana, que se identifica como AdriAeroshk5, por Twitter el 26 de julio…

https://www.kienyke.com/, Bogotá, 11 de septiembre de 2021.

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