Rafael Uribe Uribe                                                                                

Definitivamente tenemos un desgobernante digno de admiración: nombra los principales delincuentes “gestores de paz” así, en minúsculas, reveladoras del esperpento. Conocí a Mancuso cuando sus hermanos eran los representantes de la Distribuidora Nissan en Montería, era una buena familia, pero la invasión de unas tierras forzaron a Mancuso a vincularse a las AUC y, ahí, fue troya, se convirtió en un delincuente de raca mandaca; ‘Jorge 40’; ‘don Berna’, jefe de la oficina de Envigado, y el ‘Gafas’, no son frutas que come mono; pero con la bendición gubernamental podrán andar a sus anchas por donde les venga en gana sin que puedan las fuerzas del orden capturarlos ni la justicia juzgarlos. En cambio, Andrés Felipe Arias, Santiago Uribe, Sabas Pretel, Diego Palacio, Alberto Velásquez y María Pilar Hurtado, ninguno de los cuales ha cometido crímenes de lesa humanidad, si tienen que pagar cárcel. ¡Buena esa! es mejor ser bandido que gente de bien.

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El ser que nos desgobierna mirando desde las estrellas, para salvar la humanidad da muestra de la incompetencia de sus acciones: suspende, sin analizar antes las tecnologías existentes, las explotaciones de petróleo y gas contaminantes para reemplazarlas por energías limpias asumiendo que es tarea realizable de la noche a la mañana, e ignorando que para la eólica y la solar se requieren minerales de la explotación que también pretende eliminar.

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Esta semana dicté una charla sobre analogías de pensamiento del General Rafael Uribe Uribe y Álvaro Gómez Hurtado, y ahí, al comparar su pensamiento político, me nace un gran enigma.

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Debo admitir que el culpable no es este gobierno, lo fue el de Andrés Pastrana cuando su ministro Juan Camilo Restrepo dejándose intimidar por el poderoso sindicato que varios gerentes de la Caja Agraria dejaron fortalecer en exceso, en lugar de hacer el esfuerzo de ubicarlo en su sitio, decidió liquidar la institución, reemplazándola por el Banco Agrario, entidad eminentemente comercial.

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“Aunque la infección vino de arriba, es mi convicción que el mal del que la sociedad colombiana padece, no se cura ya con solo modificaciones en el gobierno y en la ley, sino en las costumbres y en el ser moral”. General Uribe

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Gustavo Petro está más enredado que bulto de anzuelos, lo deja claro en sus últimos disparatados discursos queriendo disfrazar de golpe de estado lo que el mismo está tratando de imponer con soberbia e insensatez, y pretende consolidar en la “Asamblea Constituyente” de la Universidad Nacional.

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Tomo esta oportuna enseñanza antes de perder la libertad con el actual desgobierno, de las palabras que el General Uribe, como comúnmente se le conoce, aunque yo prefiero llamarlo el Pensador, publicó en su libro De Como el liberalismo político colombiano no es pecado, el cual he rescatado del original, y estará disponible la próxima semana en Amazon. 

Rafael Uribe Uribe                                                                 

La gente, no sé si optimista o ingenua, está feliz y esperanzada con el fallo del Consejo de Estado que declara la potestad del Consejo Nacional Electoral par investigar la vulgar violación de los topes electorales que, en cualquier país de mediana responsabilidad en la aplicación de las normas constitucionales, implicaría la salida del poder del mandatario, acá claramente espurio, ya que, si estas se hubiesen respetado no habría podido ser electo por haber estado en prisión; pero en nuestra patria, que además de abogados hay cientos de tinterillos, se inventaron algo que no existía para burlar la Constitución y lo lograron, impunemente.