Y es digno de elogio y satisfacción por cuanto veníamos acostumbrados al entorpecimiento provocado por una oposición irracional, visceral y absurda dedicada a torpedear sin fundamentos y a armar aspavientos pueriles a cada momento, logrando convertir un escenario de deliberación, debate y argumentos en una galería de insultos, desprecios y resentimientos, desviando el rumbo corporativo y provocando riesgos por acumulaciones presupuestales en desinversión que hoy se tienen que salvar.
Repito: es satisfactorio ver esta nueva Asamblea de Caldas. Por el respeto a la diferencia; por la carga argumentativa en las intervenciones; por el estudio concienzudo de los proyectos; por la seriedad en los contenidos; y porque desde la oposición, pasando por la independencia, hasta llegar a los aliados del gobierno, existe una notoria camaradería que crea un ambiente de cordialidad, donde se puede pelear por las ideas con base en argumentos sólidos y variados, y llegar a decisiones concertadas sin dejar heridas ni lesiones.
En los debates de esta semana se vio la altura que se espera de una corporación revestida de un aura de inutilidad, precisamente por la degradación a la que fue sometida en los últimos años. Hoy vemos con ilusión, mediante los hechos, que puede ser nuevamente motivo de orgullo y de confianza.
Diputados como Jorge Hernán Aguirre, Beto Bedoya y Luis Alberto Giraldo debatiendo con conocimiento y profundidad, independientemente de su filiación política o su posición con respecto al ejecutivo, son un aliciente que nos lleva a creer en la grandeza institucional. Igualmente la participación como ponente del diputado David Islem Ramírez es digna de resaltar por lo sesuda y argumentada. Y ni qué decir de la forma, manera y profundidad de Luis Roberto Rivas quien, dejando a un lado las controversias personales o políticas con sus contradictores, se ubica en el lado justo de la corporación y entrega con respeto, convicción y decencia todo un acervo de conocimientos y experiencia que pone al servicio del departamento.
Esos $ 40 mil millones que se lograron asegurar esta semana, son un abrebocas de lo que se podrá obtener a través del sano ejercicio de debate estructural para el departamento. Y hay que respaldar las intenciones manifiestas de control en las inversiones públicas, mediante supervisiones efectivas, permanentes y adecuadas en los diferentes contratos y convenios de la gobernación. Y no solo en los proyectos de vías y vivienda que son hoy objeto de asentamiento, corrección y realineamiento. ¡No! Lo debe ser para la ejecución de todo el presupuesto y en todas las áreas. La Asamblea no puede ser un escenario de plañideras, cuando el departamento requiere reingeniería en diferentes aspectos, y ejecución honesta, transparente y controlada de su presupuesto.
Las dificultades hay que sortearlas y la ley da herramientas suficientes para salir de ellas. Por eso, un seguimiento constante a los proyectos y obras, permitirá adoptar las determinaciones oportunas de multas por incumplimientos, declaratorias de caducidad, aceleración de pólizas o medidas similares que conlleven a proteger las inversiones. Un contratista malo debe ser judicializado si es del caso, y existen las instancias y trámites legales para garantizar que ni las obras se retrasen ni el presupuesto se evapore. Todo contratista está expuesto a sufrir dificultades y el contratante parte de la buena fe. Pero cuando se pueda demostrar lo contrario, hay que actuar de inmediato y con las herramientas de previsión y castigo que la ley otorga.
Lo que hoy hace la Asamblea de Caldas, es construir mediante el control político. Es una excelente forma de mirar hacia el futuro. ¡Felicitaciones a esta nueva corporación!