En mayo de 2161 se producirá una infrecuente alineación de todos los planetas de nuestro sistema solar. 2024 (“dos mil veinticuatro”, como se dice correctamente y no como los ignorantes que hablan como los comentaristas argentinos de futbol que dicen “veinte veinticuatro”) será el año de otra alineación, pero en este caso de naturaleza electoral, pues más de la mitad de la población humana del planeta estará convocada a distintos tipos de contiendas políticas.
Unas de ellas no serán noticia, algunas intrascendentes, y otras serán inútiles y de resultado previsible como las de Rusia y Venezuela. Probablemente la más significativa será la estadounidense en noviembre, a pesar de la incertidumbre no solo de su resultado sino si sus dos candidatos todavía estén viendo la luz del sol, uno por salud y el otro por estar en la cárcel. El futuro del mundo continúa dependiendo en gran medida de lo que ese país haga o deje de hacer, particularmente la evolución de su creciente tensión con China, que definirá gran parte del escenario geopolítico y geoeconómico mundial.
Pero hay dos elecciones cercanas que, aunque no tengan tanta resonancia o sean tan masivas como la de India, y por ello dura 44 días, pueden tener impactos, en distinta proporción, en los posibles efectos de las elecciones de EE.UU. La mexicana el 2 de junio y la del Parlamento Europeo, del 6 al 9 del mismo mes.
México y EE.UU., desde que nacieron como repúblicas han tenido una relación difícil, parecida a esos noviazgos tóxicos en que ambos se odian, pero se necesitan mucho. La reconfiguración del sistema productivo mundial y de las cadenas logísticas, dado el declive, no colapso, ahora evidente y prácticamente inevitable de China, puede ser la oportunidad más importante de la historia mexicana para encontrar un camino que catalice su desarrollo económico si continúa volviéndose la China tropical de la reindustrialización estadounidense. Ni siquiera el inepto de Andrés Manuel López Obrador con sus ideas del socialismo del siglo XXI logró evitar el crecimiento de su país, que se ha dado no gracias a él sino a pesar de él. Su candidata, la señora Claudia Sheinbaum, favorita de las encuestas, abonada en las mismas consignas fracasadas del socialismo del siglo XXI, tampoco se atreve a reversar el proceso de integración económica con EE.UU., pues sería un suicidio económico.
Las elecciones del parlamento de Europa podrían manifestar un cambio en la orientación y composición política de la institución europea, con una disminución del peso político de los partidos socialistas, en todo el espectro que tienen, de los verdes, más descoloridos que nunca; y una ganancia de los partidos más conservadores, en todo el espectro que tienen, y de los euroescépticos. Si esta condición se consolida en junio, así no sea una revolución abrupta, será importante porque las acciones que EE.UU. emprenda contra China, independiente de quien gane en noviembre, se verían reforzadas por una Europa más cercana a la posición de contención a China que se avecina.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 20 de mayo de 2024.