Este contrato prendió las alarmas no solo por su cuantía, sino por lo atropellado del momento, su imposibilidad de cumplimiento y porque dejaba en evidencia que era un presumible instrumento para “raspar la olla” del municipio. Es uno de los actos desesperados del alcalde en los estertores de su gobierno y con el que demuestra que sigue sintiéndose inmune a las prohibiciones legales. Y aunque gracias a esas alarmas y a la presencia de la nueva administración, se produjo un extraño acto de contrición y se decidió la terminación anticipada del contrato, el alcalde no se arredró y procedió con la adjudicación de otro de mayor cuantía y de increíble irregularidad.
Se trata del contrato CM-011-2023 correspondiente a un supuesto concurso de méritos, para la interventoría a la concesión de los servicios de tránsito y transporte, en el cual participó un solo oferente y reviste anomalías que fueron oportunamente advertidas pero intencionalmente ignoradas. Este contrato se adjudicó el 4 de diciembre de 2023, tiene una duración de quince años y el valor inicial no es inferior a $ 100.000.000 mensuales, lo que daría en el tiempo un valor no inferior a $ 18.000.000.000 con los cuales podría cerrar tranquila económicamente esta administración, si no fuera porque las acciones legales no se harán esperar y los líos jurídicos serán de largo alcance y de costos incalculables.
¡Dos contratos monstruosos en una sola secretaría en menos de un mes! ¿Qué habrá pasado en los otros 47 meses de gobierno en la alcaldía de Carlos Mario Marín, cuando gozaba del silencio de los gremios, la connivencia de los órganos de control, la complicidad del concejo y la resignación de los medios? Viendo el estado de la ciudad conocemos las consecuencias y percibimos el desastre. Pero tendremos que ir mucho más a fondo para ubicar a los autores, las modalidades y en qué bolsillos quedaron nuestros recursos. ¡Y así lo haremos, con la venia del nuevo alcalde!
Por ahora es importante analizar aquello del silencio de los gremios, a raíz de otro contrato de sospechoso hedor: el No. 2023-12-151 entre Fenalco e Infimanizales, por valor de $ 12.000.000 con un eje central en el evento “La Noche de los Mejores” y cuyo objeto es el “…fortalecimiento de la imagen institucional de Infimanizales, a través de estrategias de posicionamiento dirigidas a comerciantes, gremios y comunidad.”. Y si bien es lícito promocionar la imagen institucional y contratar esta gestión, el hedor emana de la coincidencia de que, en esa “Noche de los Mejores”, Infimanizales recibe un premio de Fenalco en la categoría de Responsabilidad Social Empresarial. Es decir, un lector desprevenido podría concluir que ese premio nos costó a los manizaleños la módica suma de doce millones de pesos, que se utilizaron en función de lavar la imagen de una alcaldía que sucumbió en la podredumbre. Y es solo un ápice de la inmensa fortuna que despilfarró Marín, a manera de despedida, para tratar de ganar algo de prestigio al final de su mandato.
Y aquí lo fatal no es tanto el dinero malgastado, pues la suma es aparentemente irrisoria. Lo verdaderamente indignante es que una agremiación seria se preste para este tipo de estrategias y sucumba ella también ante la podredumbre. Aunque tal vez esto nos ayude a entender el porqué del prolongado y cómplice silencio gremial durante estos cuatro años de debacle.