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Jorge Enrique Pava  

Empezamos un nuevo año y, con el, una nueva saturación mediática, visual, auditiva y ambiental producto de las campañas políticas para las múltiples elecciones que se llevarán a cabo durante el primer semestre de 2022. Y se vuelve entonces inevitable abordar el tema electoral, máxime en una ciudad como Manizales que lleva dos años doliéndose del error cometido, al dejarse embaucar por el histrionismo y la alharaca de un individuo cuya poca preparación y vasta ambición quedaron al descubierto desde el día siguiente a su triunfo.

Y es precisamente esa experiencia la que no podemos repetir. La falta de escrúpulos de la administración Marín ha sido denunciada en todos los escenarios cívicos, judiciales, administrativos, de control y vigilancia, y solo hemos encontrado connivencia, silencio y complicidad con la mafia que en mala hora nos gobierna. Nos hemos tenido que resignar a ver como retrocede Manizales, como se destruye, se aminora, se degrada y se acrecienta la pérdida de sus valores esenciales, pues existe un clamor general de rechazo y disgusto, pero tiende a claudicar ante la impavidez de los órganos de control y de justicia.

Pero el pueblo es más grande que sus dirigentes. Solo necesita despertar, actuar, protestar y manifestarse en el escenario natural e inviolable que nos da la democracia: las urnas. Es ahí -en el momento del voto-, donde pasaremos la primera cuenta de cobro a esta administración rechazando al primo del alcalde, Santiago Osorio, su candidato a la cámara. Porque el abuso que se viene cometiendo desde la alcaldía de Manizales, que le hace una campaña ilegal, descarada, abusiva y desvergonzada, es la muestra de lo que enfrentaremos si caemos nuevamente en las garras de una cara de niño con alma demoníaca, demostrada en la forma como ha orientado su campaña. Veamos:

Empezando la administración Marín, se activó un engendro delincuencial que expuse desde esta tribuna y al cual llamé “La bodeguita verde”. Desde allí se profirieron denuestos, insultos, calumnias, injurias y amenazas contra mi vida y la de mi familia, lo que me obligó a denunciar formalmente ante las autoridades, algo que la propia secretaria de gobierno asumió personalmente y logró controlar. Pero también desde allí, y utilizando los mismos perfiles fake en redes sociales, se calumnió sin reatos a las administraciones pasadas (especialmente la de Octavio Cardona), tratando de inculparlo de todas las estupideces que cometía el alcalde Marín, y acusándolo de cuantas barbaridades se les ocurría, pues el anonimato cobarde les permitía actuar sin temor a castigo alguno.

Hoy el candidato del alcalde reactivó la “Bodeguita verde”, y la anuncia como parte de su staff de campaña, poniéndola como un desafío cínico y delincuencial en la cabecera de su sede política en plena Avenida Santander. Es decir, salió del closet haciendo alarde de la impunidad que ha cobijado a la administración, y retando a sus contrincantes, como advirtiéndoles que es capaz de acudir a “todas las formas de lucha”, que ha sido el comportamiento habitual de su principal socio y avalista, el “ex” terrorista Gustavo Petro.

Y se dedica entonces a derrochar millones en su campaña publicitaria. ¿De dónde salen estos dineros, y en caudales tan abundantes? Es fácil suponer que si la administración municipal, y muchos de sus funcionarios, no temen violar la ley participando abiertamente en política utilizando su poder mediático (acrecentado en redes sociales a través de rifas oficiales y campañas de la primera gestora y del propio alcalde), tampoco temerán ni tendrán escrúpulos para desviar, vía contratos o coimas, alguna parte del presupuesto que previamente se dedicaron a privatizar. Además, la campaña de Petro es millonaria, pues el “señor de las bolsas” es experto en conseguir recursos oscuros, porque sabe que es inmune a nuestra legislación, condición que parece haber heredado el alcalde verde y, por extensión, su primo candidato.

¿Vamos entonces los caldenses a perpetuar en el poder la ineficiencia, la mafia descarada, la inexperiencia, la desvergüenza, la corrupción, la pérdida de valores, la desfachatez y el irrespeto por la institucionalidad, votando nuevamente por el alcalde Marín, esta vez encarnado en su primo, Santiago Osorio, como candidato por el partido de Petro? ¡No nos crean tan estúpidos!

www.titepava.com

Publicado en Columnistas Regionales

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