Y es precisamente esa experiencia la que no podemos repetir. La falta de escrúpulos de la administración Marín ha sido denunciada en todos los escenarios cívicos, judiciales, administrativos, de control y vigilancia, y solo hemos encontrado connivencia, silencio y complicidad con la mafia que en mala hora nos gobierna. Nos hemos tenido que resignar a ver como retrocede Manizales, como se destruye, se aminora, se degrada y se acrecienta la pérdida de sus valores esenciales, pues existe un clamor general de rechazo y disgusto, pero tiende a claudicar ante la impavidez de los órganos de control y de justicia.
Pero el pueblo es más grande que sus dirigentes. Solo necesita despertar, actuar, protestar y manifestarse en el escenario natural e inviolable que nos da la democracia: las urnas. Es ahí -en el momento del voto-, donde pasaremos la primera cuenta de cobro a esta administración rechazando al primo del alcalde, Santiago Osorio, su candidato a la cámara. Porque el abuso que se viene cometiendo desde la alcaldía de Manizales, que le hace una campaña ilegal, descarada, abusiva y desvergonzada, es la muestra de lo que enfrentaremos si caemos nuevamente en las garras de una cara de niño con alma demoníaca, demostrada en la forma como ha orientado su campaña. Veamos:
Empezando la administración Marín, se activó un engendro delincuencial que expuse desde esta tribuna y al cual llamé “La bodeguita verde”. Desde allí se profirieron denuestos, insultos, calumnias, injurias y amenazas contra mi vida y la de mi familia, lo que me obligó a denunciar formalmente ante las autoridades, algo que la propia secretaria de gobierno asumió personalmente y logró controlar. Pero también desde allí, y utilizando los mismos perfiles fake en redes sociales, se calumnió sin reatos a las administraciones pasadas (especialmente la de Octavio Cardona), tratando de inculparlo de todas las estupideces que cometía el alcalde Marín, y acusándolo de cuantas barbaridades se les ocurría, pues el anonimato cobarde les permitía actuar sin temor a castigo alguno.
Hoy el candidato del alcalde reactivó la “Bodeguita verde”, y la anuncia como parte de su staff de campaña, poniéndola como un desafío cínico y delincuencial en la cabecera de su sede política en plena Avenida Santander. Es decir, salió del closet haciendo alarde de la impunidad que ha cobijado a la administración, y retando a sus contrincantes, como advirtiéndoles que es capaz de acudir a “todas las formas de lucha”, que ha sido el comportamiento habitual de su principal socio y avalista, el “ex” terrorista Gustavo Petro.
Y se dedica entonces a derrochar millones en su campaña publicitaria. ¿De dónde salen estos dineros, y en caudales tan abundantes? Es fácil suponer que si la administración municipal, y muchos de sus funcionarios, no temen violar la ley participando abiertamente en política utilizando su poder mediático (acrecentado en redes sociales a través de rifas oficiales y campañas de la primera gestora y del propio alcalde), tampoco temerán ni tendrán escrúpulos para desviar, vía contratos o coimas, alguna parte del presupuesto que previamente se dedicaron a privatizar. Además, la campaña de Petro es millonaria, pues el “señor de las bolsas” es experto en conseguir recursos oscuros, porque sabe que es inmune a nuestra legislación, condición que parece haber heredado el alcalde verde y, por extensión, su primo candidato.
¿Vamos entonces los caldenses a perpetuar en el poder la ineficiencia, la mafia descarada, la inexperiencia, la desvergüenza, la corrupción, la pérdida de valores, la desfachatez y el irrespeto por la institucionalidad, votando nuevamente por el alcalde Marín, esta vez encarnado en su primo, Santiago Osorio, como candidato por el partido de Petro? ¡No nos crean tan estúpidos!