“Al comportamiento del presidente Petro lo podemos llamar la estrategia de la inversión de sentido. Me explico, su retórica en vez de arrojar claridad de metas, sensatez, concordia, unidad, etc., se caracteriza por su confusión y su diletancia, su promoción del odio de clases, la estigmatización contra los empresarios, la mendacidad y la mentira, por su propensión a la especulación.
En el terreno de las ejecutorias de gobierno, en vez de dejar un mensaje de transparencia, gerencial, de eficiencia, de vergüenza, de aciertos, lo que va dejando en su caminar es la normalización de todo lo contrario, nombramiento en altos cargos del estado como ministros, embajadores, directores de departamentos administrativos de personas cuestionadas, el paisaje es bien obscuro, ningún miembro de su equipo se destaca en el desempeño de sus funciones, él mismo sobresale por carretudo, tiene a su lado a personas de muy dudosa conducta, ni él ni ellos parecen tener sentido del pudor y del respeto.
En vez de una política de austeridad gasta a borbotones, por ejemplo, su viajadera al exterior cada dos semanas llevando consigo a decenas de funcionarios y lagartos. En vez de construir riqueza genera ruina, destruye lo bueno como Ecopetrol, la salud, la infraestructura. Quiere hacer reales sus sueños de obras fantasiosas
Los espectáculos que protagoniza con frecuencia con sus comportamientos escandalosos de fines de semana, la sensación que deja de ser consumidor de alcohol y drogas sus incumplimientos con citas y compromisos en Colombia y en el exterior, dan lugar a pensar que para él lo anormal es lo usual, es parte del paisaje. Alboroto tras alboroto termina por acostumbrarnos al caos.
Ha convertido la paz en un escenario de guerra, de incremento de la inseguridad, de presencia cada vez mayor y desenfrenada de grupos guerrilleros y mafiosos en los territorios. La corrupción, pero, sobre todo, su encubrimiento y complacencia evidente se traduce en actitudes de relajamiento.
En vez de una relación de colaboración e interrelación armónica con los otros poderes del Estado, Petro se destaca por la confrontación constante, "maldito" le dijo al Congreso porque no le aprobó todos sus proyectos, su desacato al Consejo de Estado, su amedrantamiento a la Corte Suprema en la elección de Fiscal, sus admoniciones a la Constitucional.
En suma, aquello que expresó en el inicio de su mandato, "si al crimen dejamos de llamarlo crimen, entonces las estadísticas sobre el crimen se reducirán", es, al parecer, el mensaje que inspira ese proceder en el que se corren, a lo Guanumen, las fronteras éticas, se hace pasar lo malo y lo incorrecto por bueno y correcto, es decir, se borra el límite que separa el bien del mal.
¿No será todo eso una clara manifestación de su odio a la democracia, de su fastidio por el bien, de su venganza con una sociedad que rechazó los proyectos revolucionarios? ¿Es decir, la refrendación de su animadversión ante todo lo que, mal que bien, nuestro país, nuestra sociedad y sus instituciones ha creado en medio y a pesar de tantos sufrimientos y de tantos obstáculos?
El legado que nos quiere dejar este gobierno es de destrucción, odio, trampas, corrupción, camorra, incompetencia, resentimiento, caos, violencia, degradación moral”.
* Publicado en su cuenta de X (@darioacevedoc) el 11 de febrero de 2025.