En efecto, a medida que se acercan las elecciones aumentan la ambición, la vanidad y la ilusión, de tal manera que nadie quiere renunciar al disfrute de su menguada clientela. El sensato llamamiento de Iván Duque a la unión de las fuerzas democráticas, o es desconocido o es rechazado, como lo han hecho dos excelentes autocandidatas.
Las otras docenas de precandidaturas y sus patrocinadores siguen esperando golpes de suerte, en unos comicios impredecibles, o improbables, o simplemente anulables, si Petro continúa acumulando poder, porque la clase política, definitivamente, no quiere hacer operativo el artículo 109 de la Carta.
Un gobierno comunista —como el actual— jamás entrega el poder. Por lo contrario, se hará reelegir, bajo la Constitución o contra ella; con votos o sin ellos...
Por tanto, nada más irresponsable que persistir en la división suicida que nos llevará a todos al abismo.
Al respecto, un significativo dirigente industrial, buen amigo de La Linterna Azul, nos hace una reflexión de la mayor importancia:
Leí con mucho interés la columna del Teniente Coronel Gustavo Roa C., como las demás suyas, de muy buena factura, pero he leído de otras fuentes que hay como 30 organismos de militares retirados. Si se les aconseja a los políticos presentar un candidato fuerte que represente a la oposición, a los militares les conviene agrupar esos organismos lo más que se pueda. Dispersos nos llevan a aquella frase de que: veinte candidatos de derecha eligen a un candidato de izquierda. A los organismos militares, 30, les ocurre lo mismo.
Este llamado, también a la unión de las reservas militares, que nadie antes ha hecho, merece ser escuchado, porque cada hora que pasa nos acerca al despeñadero, mientras la subversión incrementa diariamente el control territorial.
De las Fuerzas Armadas activas —decapitadas, emasculadas y desmoralizadas— no podemos esperar mucho. Por eso es imperativo que las Reservas se unifiquen en un enorme bloque patriótico. La persistencia en su desarticulación estimula el triunfalismo de una subversión que no teme ninguna respuesta seria cuando llegue el momento de la definitiva confrontación previa al cambio del modelo democrático por el estalinismo tropical, finalidad única de Petro y su gobierno.
La gravedad de lo sucedido en Venezuela con la usurpación total del poder no inmuta mucho en Colombia. Aquí presenciamos el avance continuo del proceso revolucionario en el vecino país y la llegada de millones de sus víctimas, y no hicimos nada para evitar el contagio. Y la peste castrista nos llegó desde agosto de 2022 y la vamos a seguir tolerando hasta la reelección de Petro, si continuamos divididos, esperando milagros electorales bajo su creciente dictadura.
Si con la “posesión” de Maduro no reaccionamos, ya nunca lo haremos...
¡La salvación del país no se la podemos dejar a Trump!