Me encantó porque, además de documentadísimo, es una fluida diatriba contra las sandeces neomarxistas que inspiran el discurso de los líderes y partidos que gobiernan en Colombia, Chile, Venezuela y España. Mejor dicho, es una caricatura de @petrogustavo, Boric, Maduro, Pablo Iglesias e Irene Vélez, juntos.
Recordemos que @petrogustavo y su patulea comparten el dogma marxista de que “la historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de la lucha de clases”.
Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín y Europa Oriental pudo disfrutar la libertad y vivir el progreso; y cuando en1991 se disolvió la Unión Soviética, esa ominosa experimentación de la “Dictadura del Proletariado”, los Petros que en el mundo han sido se reinventaron alrededor de lo que Schapire llama en este libro extraordinario, una nueva religión: la religión neomarxista, “con sus dogmas, su sectarismo y su visión maniquea de un mundo dividido entre opresores y oprimidos”.
Schapire describe cómo “un movimiento autoritario y radical disfrazado de inclusivo ha erosionado metódicamente la esencia de la sociedad abierta, destruyendo (sus) anticuerpos”. El autor desnuda las promesas maximalistas de diversidad y tolerancia, tales como las que @petrogustavo y Maduro lanzan a toda hora y en todo lugar. Schapire denuncia que, detrás de esas promesas, lo que hay es la amenaza brutal de censuras, listas negras, “cancelaciones” y purgas para cualquier intento de disidencia.
El libro merece difusión en la academia, los gremios, los medios de comunicación y los partidos políticos. Ojalá todos los congresistas de mi partido, el Centro Democrático @CeDemocratico, lo leyeran y recomendaran a sus Unidades de Trabajo.
En algún momento, los intelectuales y los políticos, ya sea por impericia o por descuido, han caído en el embrujo de las ideas "woke" y "queer" y en la justificación del instrumento preferido de los marxistas, la violencia política. En el debate parlamentario es común que se califique el accionar de las FARC y el ELN como “político-militares” (con esos términos elevados se refieren a sus crímenes) y definirlos como una resistencia contra la injusticia. Por eso no es extraño que @petrogustavo y sus colegas de la izquierda enarbolan la bandera de Hamás y Hezbolá y los presentan como movimientos sociales y progresistas de izquierda que combaten al malvado Israel, a pesar de que Hamás y Hezbolá esclavizan a la mujer, fusilan homosexuales, trafican con drogas y degüellan infieles, mientras que Israel es la única democracia liberal en el Medio Oriente, respetuosa de los valores de Occidente y de los derechos y libertades ciudadanos.
Creámosle al autor: la batalla política y cultural contra el neomarxismo definirá “cómo viviremos en los próximos años”. (Octubre 15 de 2024)
* Publicado en su cuenta de X (@JOSEOBDULIO).
---------------
(2) La Autonomía Fiscal, pilar de la Libertad Económica y el Progreso
José Obdulio Gaviria
Libertad económica es sinónimo de progreso, crecimiento y riqueza de las naciones. A su vez, descentralización y autonomía fiscal de los entes territoriales (departamentos y municipios en el caso colombiano) es un indicador clave de libertad económica. La autonomía crea un entorno donde las decisiones económicas se toman más cerca de las personas a quienes afectan y en consecuencia son decisiones más acertadas y productivas.
Enunciemos entonces una ley: la descentralización y la autonomía fiscal son esenciales para fomentar la libertad económica y el desarrollo.
Libertad económica y progreso:
Muchos estudios y análisis comparativos demuestran que la libertad económica está directamente relacionada con el desarrollo de un país; que los países que permiten a sus regiones y localidades manejar sus propios recursos y tomar decisiones económicas tienden a prosperar; que la autonomía fomenta la competencia, la innovación y una gestión más eficiente de los recursos; que la descentralización permite a las administraciones adaptarse a las necesidades específicas de cada comunidad; y que el crecimiento local se traduce en un impulso significativo para el desarrollo nacional.
Descentralización y corrupción:
Existe una percepción errónea de que la descentralización es un atajo hacia la corrupción. Ese argumento no tiene base lógica sólida. La corrupción no es inherente a la descentralización, sino a la falta de transparencia y rendición de cuentas. De hecho, un sistema descentralizado bien diseñado reduce la corrupción al acercar la toma de decisiones a los ciudadanos, quienes pueden supervisar de cerca las acciones de sus líderes locales. La proximidad entre los responsables de tomar decisiones y los ciudadanos facilita una mayor vigilancia y responsabilidad.
El escenario internacional:
Si comparamos países con diferentes niveles de descentralización, aquellos con mayor autonomía territorial tienden a ser más ricos. Suiza y Estados Unidos, que gozan de un alto grado de descentralización, muestran niveles significativos de prosperidad y desarrollo. Estos países han logrado equilibrar la autonomía local con un marco nacional cohesivo, permitiendo que las regiones florezcan según sus propias dinámicas. En contraste, los países altamente centralizados a menudo enfrentan desafíos económicos y sociales debido a la ineficiencia y la rigidez de sus sistemas administrativos.
El caso colombiano:
En Colombia, el contraste entre los ingresos fiscales de la Nación y los de los departamentos ilustra la centralización predominante. Los ingresos del Gobierno Nacional, que provienen principalmente de impuestos, representan alrededor del 14-16% del PIB, mientras que los gastos pueden alcanzar el 18-20% del PIB, reflejando un elevado déficit fiscal. En cambio, los ingresos propios de los departamentos representan apenas el 2-4% del PIB, mostrando una gran dependencia de las transferencias nacionales y limitando su autonomía fiscal. Esta estructura limita la capacidad de los gobiernos locales para responder de manera efectiva a sus necesidades específicas y subraya la importancia de avanzar hacia una mayor descentralización y autonomía fiscal.
Traigo un ejemplo evidente de las limitaciones de la centralización, la hoy muy famosa Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). La incapacidad de esta entidad ultra centralizada para prevenir y gestionar eficazmente tragedias en áreas remotas, como las crecientes de las quebradas en pueblos apartados de Antioquia, demuestra la necesidad de una mayor autonomía local. El centralismo extremo de la UNGRD, impide una respuesta rápida y adaptada a las circunstancias locales, crucial en situaciones de emergencia.
El caso de La Guajira:
La situación en La Guajira, donde la falta de acceso al agua potable es un problema crítico, refleja una concepción paternalista propia de un sistema centralista. Intentar llevar soluciones desde Bogotá a problemas que ocurren a miles de kilómetros de distancia es ineficaz, es una verdadera locura. En cambio, la autonomía local hubiese permitido a las comunidades implementar soluciones adaptadas a sus contextos únicos, mejorando significativamente su calidad de vida. La experiencia local y el conocimiento del contexto son esenciales para desarrollar estrategias efectivas y sostenibles.
Resumamos: la descentralización y la autonomía fiscal son pilares fundamentales de la libertad económica. Promueven un entorno donde las decisiones económicas se toman con mayor eficiencia y adaptabilidad, impulsando el progreso y la riqueza de un país. Un enfoque centralizado y paternalista es una barrera para el desarrollo. Empoderar a las regiones es clave para alcanzar un futuro próspero y equitativo. Al fomentar la autonomía local, se abren grandes oportunidades para el desarrollo, fuente de la riqueza y del bienestar de los ciudadanos y verdadero indicador de la prosperidad de una nación.
----------------