A él lo rodean comunistas en despachos claves, como los ministerios de Agricultura y de Trabajo. Lo asiste un comunista de vieja guardia, como el senador Cepeda, que parece ser la eminencia gris del régimen. Y si alguna duda subsiste, sus declaraciones en Alemania en las que deploró la caída del Muro de Berlín y el homenaje que en Beijing le rindió al genocida Mao Zedong lo retratan de cuerpo entero.
Por supuesto que exhibe similitudes con Hitler. Éste contaba con las SA o guardias de asalto; nuestro gobernante se apoyó para el "putsch" con el que pretendía derribar al presidente Duque en la "Primera Línea", organización subversiva y criminal a la que sigue defendiendo en contra de la justicia y quizás aspire a revivir con los 100.000 jóvenes a los que busca pagarles dizque para que no delincan en las bandas criminales. Esa cifra es sospechosa, dado que es la misma de los colectivos chavistas que se crearon para intimidar a las colectividades en el vecino país.
¿Es el que nos desgobierna un agente del castrochavismo? Todo apunta hacia esa dirección. La idea de que nuestro sistema energético dependa de Venezuela implica que nos convirtamos en una colonia suya. Se propone que no produzcamos más petróleo ni gas porque Venezuela podría suministrarnos lo necesario, Renunciaríamos a nuestra principal fuente de divisas y tendríamos que sacrificarla en favor de nuestros vecinos. En buena hora Jorge Enrique Robledo ha denunciado que ello configura ni más ni menos prevaricato tanto por acción como por omisión.
Hay algo más sospechoso todavía. Durante la campaña presidencial el periodista argentino Nicolás Morás advirtió sobre sus nexos con la elite globalista mundial:
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