Tradicionalmente el punto de partida se refleja en posiciones extremas que, en apariencia, son irreconciliables. Los trabajadores piden muchos puntos porcentuales por encima de la inflación, mientras que los empleadores se ubican muy cerca del nivel de inflación calculado para el cierre del año. Por su parte, el gobierno asume una posición casi que de observador, pues en la práctica no revela una posición específica sobre la magnitud del aumento y trata simplemente de actuar como componedor; pero si en el plazo estipulado por las normas no hay acuerdo –lo que ha sucedido en la mayor parte de las ocasiones– es el gobierno el que toma la decisión de cuánto es el aumento del SML.
Esta negociación concentra la atención no solo de los trabajadores y empresarios, sino también de analistas, de académicos, de políticos, de funcionarios públicos y de los medios; para estos últimos, es uno de los temas centrales que abordan en estos días y suelen presentar los contrastes entre las diferentes posiciones de negociación.
En los debates surgen posiciones antagónicas en las que cada una busca convencer con sus argumentos a los demás miembros de la Comisión y a la sociedad. De forma excepcional, en la negociación del presente año el gobierno, mediante diversas declaraciones de la ministra de Trabajo, plantea que el SML debe incrementarse por encima de la inflación, pues salarios más altos contribuyen a incrementar la demanda y por esa vía a reactivad la economía; esta es la posición que tradicionalmente presentan los representantes de los trabajadores.
La opinión de los empleadores y los académicos es contraria a la del gobierno; aumentos superiores a la inflación tienen efectos contraproducentes, por dos razones. En primer lugar, porque el incremento de la demanda ocasiona mayores impactos en los precios que en la producción; es decir, repercuten en mayor inflación. En segundo lugar, porque la economía está altamente indexada al SML, de forma que la magnitud de su variación repercute en numerosas variables que retroalimentan los aumentos de precios.
Esos debates son alimentados con argumentos de la academia, como son las ideas de David Card, premio nobel de economía de 2021, según las cuales los incrementos del salario mínimo no repercuten en más inflación; no es muy claro que esos argumentos basados en pruebas empíricas para algunos casos específicos de Estados Unidos apliquen directamente a Colombia, país en el que la mayor parte de los trabajadores devengan el SML o menos de él y en el que los niveles de indexación son muy elevados.
Otro problema que puede surgir es que, ante variaciones de la inflación y/o del SML, el gobierno trate de mitigar el efecto de la indexación mediante medidas no ortodoxas como los controles de precios o subsidios, sin contar con los estudios técnicos que demuestren su bondad. Como ejemplo cabe recordar la congelación de los precios de los combustibles, establecida durante el gobierno anterior, o la restricción al incremento de los peajes, por parte del actual gobierno. Las repercusiones fiscales de este tipo de medidas transfiere el problema a la dimensión fiscal, con consecuencias que pueden ser tanto o de mayor impacto que el que hubieran tenido en la inflación sin ese tipo de intervenciones; por ejemplo, el subsidio a los peajes se acerca al billón de pesos a la fecha y es uno de los factores que lleva a pensar en las dificultades para cumplir con la regla fiscal en 2024.
Una característica importante a tener en cuenta es que en el mercado laboral colombiano predomina la informalidad; alrededor del 60% de los ocupados son personas que devengan menos del salario mínimo establecido en el país. Por lo tanto, la negociación del SML se limita a los trabajadores formales que son remunerados con el SML. Estudios de la OCDE han señalado que en diversas regiones del país los trabajadores formales tienen una participación reducida; es el caso de departamentos como el Chocó o La Guajira; esto ha dado pie para recomendaciones para establecer salarios mínimos diferenciales por regiones, que podrían repercutir en el incremento de la formalidad laboral.
En este Comentario Económico se presentan algunos indicadores que pueden ser de utilidad en la discusión de la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales; muestran cómo luce el SML de Colombia en comparación con el de otros países de la región. Se espera llamar la atención sobre algunas dimensiones que pueden servir de referencia en la negociación y se basa en gráficos antecedidos de cortos párrafos que destacan el mensaje central.
Los cálculos de la OCDE muestran que el salario mínimo real de Colombia en dólares es más alto que el de los principales socios en la región.
Colombia en comparación con sus pares, tiene el más alto salario mínimo, mientras que su ingreso per cápita es el menor en dólares corrientes y el segundo más bajo en términos de paridad del poder de compra.
Colombia tiene la relación más alta entre los países comparados en el cociente que compara el salario mínimo con la remuneración mediana de la economía. La mediana indica el valor central, es decir, aquel por debajo del cual está el 50% de los salarios
y por encima el otro 50%. Ese resultado indica, por un lado, que la mayoría de los trabajadores recibe remuneraciones que son inferiores al mínimo legal y, por otro, que la cercanía al valor mediano impone rigideces al mercado para ajustarse a las distintas coyunturas.
En Colombia el mecanismo de ajuste del salario mínimo ha llevado a un incremento real del 40,3% entre el 2000 y el 2023. El salario nominal creció en el periodo mucho más que la inflación.
Los incrementos del salario mínimo han estado por encima de la inflación de referencia durante la mayor parte del tiempo. Por contraste los incrementos de la productividad total de los factores ha tendido a ser inferior a los del salario mínimo real e incluso ha sido negativa en varios años.
Colombia no ha logrado superar los problemas que impiden el aumento de la productividad de la economía. La evidencia muestra que lejos de contribuir al crecimiento de la economía, la productividad total de los factores (PTF) tiende a reducirlo, como se observa en el gráfico 6; si la PTF hubiera sido cero, el crecimiento promedio de la economía habría sido 4,1% en el periodo 2005-2019 y 3,9% en el periodo 2005-2022.
Gráfico 6 – Contribuciones al crecimiento de la economía colombiana 2005–2019 y 2005–2022 (%)
Colombia está entre los países de menor productividad laboral en el grupo de comparación seleccionado. Solo supera a Brasil, hecho que ocurrió en 2021 por primera vez, como consecuencia del mal desempeño económico de ese país en los años recientes. Aun así, como se observó en el gráfico 1, tiene uno de los salarios mínimos reales más altos de la región.
La Ministra de Trabajo planteó recientemente que la referencia para la negociación del SML debe ser el valor agregado por trabajador en una hora. Los datos de la OIT muestran que en esta variable Colombia luce como el país de más baja productividad respecto a sus pares.
Gráfico 8 – PIB generado por hora trabajada 2021 (PIB constante en USD a PPP de 2017)
En Colombia, pese a que hay una norma legal que orienta la forma en que la Comisión de Concertación de Políticas Salariales y Laborales debe guiarse para decidir la magnitud del ajuste del salario mínimo, con frecuencia el gobierno opta por adoptar un incremento mayor; a ese incremento se le puede denominar el “factor político”.
En el gráfico 9 se observa que el factor político se ha registrado en casi todos los años del presente siglo, lo que tiene impactos no solo en la inflación sino también en mercados como el de rentas vitalicias al agregar un factor de incertidumbre que es imposible de cuantificar en cualquier ejercicio de largo plazo.
Gráfico 9 – Cálculo del factor político en los aumentos del salario mínimo legal *
Fuentes: Dane y decretos del Gobierno Nacional. Cálculos de la Dirección de Estudios Económicos de Fasecolda.
En síntesis, la información presentada muestra que Colombia tiene un salario mínimo real alto con relación a sus pares, pero su ingreso per cápita es inferior al de ellos; de igual forma los datos de productividad laboral son los menores entre los países de comparación. Se observa que el incremento del SML ha sido tradicionalmente superior a la inflación incluso en años en los cuales la variación de la productividad total de los factores es negativa. En Colombia se ha vuelto tradicional el incremento del SML por encima de la suma de la inflación observada y la productividad total de los factores; esa fracción que supera la suma, denominada aquí “factor político”, genera distorsiones en la economía; no solo tiende a alimentar excesos de demanda, sino que afecta otras variables, lo que puede implicar el freno al desarrollo de mercados como es el caso de las rentas vitalicias.