El país lleva quince meses oyendo la monserga de las dificultades con las que tropieza la negociación de “la paz” entre Petro y el Eln, como si el gobierno tuviese fines diferentes a los de la banda terrorista. Ni Petro representa un estado de derecho, ni el Eln es un grupo deseoso de integrarse a un país normal. Quien no comprenda que esa tal “negociación” no es cosa distinta de un simulacro para engañar al país, está en Babia, como la mayor parte de los comentaristas, para no hablar de los jefes políticos y los congresistas, que se acomodan en vez de cumplir con su deber de destituir a Petro por la multitud de sus actuaciones dolosas e ilegales.
Ambas pretendidas partes pertenecen al espectro ideológico y político del Foro de Sao Paulo, cuyos integrantes combinan todas las formas de lucha: unos, participan en política, más o menos dentro de las normas constitucionales, mientras otros lo hacen mediante el terrorismo y las guerrillas; pero jamás los primeros desautorizan a los violentos. Aquí sí que es cierto aquello de que “Olivos y aceitunos, todos son unos”, o, como dicen otros, “Negociando yo con yo”.
En estos días, el país se ha conmovido por el enésimo secuestro del Eln este año, el de señor Luis Manuel Díaz, cuyo hijo, al parecer, tuvo que pagar tres millones de dólares para rescatarlo.
Ahora bien, con el cinismo habitual, a continuación el Eln se presenta como una organización pobrísima y, por tanto, solicitan financiación del gobierno nacional, para poder dejar de “retener” las gentes, que se ven obligadas a contribuir así a “la búsqueda de la paz”.
La respuesta del ministro del Interior ante tan horripilante propuesta fue de supina admisión, mientras llega el momento de convenir los montos y desembolsos, sin que por eso el Eln vaya a dejar de secuestrar, porque para eso habrá siempre “disidencias”. Tampoco, desde luego, dejarán el narcotráfico, además ya legalizado de facto por el gobierno nacional.
Entre tanto, avanzan en las más densas sombras las deliberaciones del Comité de Participación, formado mayoritariamente por docenas de organizaciones comunistas de fachada, preparando el documento vinculante para sustituir la Constitución Nacional, sin necesidad de ratificación popular ni legislativa, tan pronto se firme el acuerdo final entre Petro y los alegres muchachos del Comando Central del ELN.
Este acontecimiento no tendrá lugar antes de la elección de fiscal y procurador, pero en todo caso, desde ahora sabemos que el Eln jamás cederá en sus posiciones maximalistas de inspiración polpotiana. Absoluta razón tiene le profesor Alfonso Monsalve Solórzano en uno de sus más recientes y excelentes artículos, “Doxa, ¿y de qué van a vivir?” (https://www.lalinternaazul.info/2023/11/12/doxa-y-de-que-van-a-vivir/ :
Ya estamos informados por el propio Antonio García de que el Eln no entregará armas. Como quien dice, solo aceptará ser el ejército del Estado que surja de la negociación, y los que tendrán que deponer las armas serán las Fuerzas Armadas y de Policía de nuestras instituciones.
No nos engañemos. Mientras más claro sea el desprestigio de Petro y la animadversión popular hacia sus propuestas lunáticas y perjudiciales, con mayor razón avanzará velozmente hacia la revolución, su única y verdadera motivación.
Ninguna duda cabe de que los jefes supremos de gobierno y Eln firmarán su macabro acuerdo, inspirados por sus tiernos corazoncitos de secuestrador...