Empiezo por agradecer a mi esposa, Gloria Cecilia, porque por ella estoy aquí. Flaco, obras son amores y no buenas razones, dile al presidente que sí. Ahí empezó todo, un jueves de julio que me parece remoto, y desde entonces ha estado conmigo con su amor, su compañía en la calle, su consejo oportuno e inteligente. Gracias amor de mi vida.
Agradezco a mis hijos, quienes, por protegerme quizás, no querían verme en esta aventura, pero una vez tomada la decisión me apoyaron con entusiasmo.
Mi hijo, Juan Felipe, tuvo la idea de sacar el libro con algunos de mis artículos y se dio a la tarea. También me hizo campaña entre sus amigos. Sé de tu finura intelectual, hijo, gracias por apreciar esos textos.
Sara Helena ha sido la impulsora de mi campaña en redes sociales haciendo el milagro de hacerme ver hasta apuesto en sus fotografías y videos. Gracias hija por tu mirada que me ennoblece.
Menciono aquí, al lado de mis hijos, a Alfredo Trespalacios, el factótum de mi campaña, porque mi esposa casi lo adoptó, Doña Marta. Saludo también a Sebas Pulgarín, Juanita Montoya y William Franco, mis voluntarios.
Mis agradecimientos a nuestras dos familias, la Vélez y la Tamayo. Firme apoyo emocional, económico, proselitista y de votos el próximo domingo.
Mi gratitud se extiende a las amigas del costurero y sus familias; a los amigos de la Mesa del Patio; a mis amigas de las Terminales; a mis amigos de infancia y juventud de Belén Vicuña y La Floresta; a mis compañeros del Liceo Antioqueño; a mis maestros de la de Antioquia; a los amigos de Todo Fresa que son también los amigos suyos, presidente, desde la época del IELA; a mis compañeros de la consultoría en ECSIM y otras entidades; a los profesionales de EPM, jubilados y activos; a mis colegas docentes de varias universidades de Medellín y a mis alumnos de todas ellas; a los directivos, accionistas y profesionales de las empresas de Antioquia; a mis amigos empresarios, a los amigos de la Feria, a algunos periodistas amigos que están aquí y, por supuesto, a las nefelibatas digitales que me harán ganar esta campaña.
Gratitud con nuestro candidato a la gobernación, Andrés Julián Rendón, quien está haciendo una gran campaña, jugado a fondo con las ideas de la seguridad democrática, el gobierno austero y la cohesión social.
Saludo con especial gratitud a la bancada antioqueña de nuestro partido en el Congreso que está dando gran batalla contra las reformas petristas y todo el proyecto político totalitario: Paola, Yulieth, Andrés, Esteban, John Jairo, Hernán, Juan y Oscar Darío.
Gratitud también con mis compañeros de lista al Concejo, cuyo despliegue proselitista - alegre, sustancioso y cariñoso con la gente- reivindica la nobleza del quehacer político: Carolina, las Claudias aceradas, Leticia, la aguerrida Luzma, la dulce Polly, Juliana pura sangre política, Anderson el de la 13, los doctores Juan Francisco y Jorge Julián, Sebastián, Pedro Juan, Carlos el grande, el alegre Milton, Javier, Camilo, Juan Eduardo, Gury incansable, Mauricio y Pedro Pablo.
Gracias a los directivos de nuestro partido: María Helena, Horacio y Molina. También gracias a Julia Correa y José Obdulio, fieles amigos suyos que me han ayudado muchísimo en esta campaña. ¡Acabaste conmigo, Julia!
Obviamente le quiero dar gracias a usted, señor presidente, pero para hacerlo en la debida forma tengo que hacer un rodeo.
La Democracia es sin duda el mejor de los sistemas políticos conocidos, pero es extremadamente riesgosa. No de hoy, como creen algunos, desde siempre.
La Democracia es deseable menos por sus virtudes propias que por los defectos más notorios de las otras formas de gobierno que con ella se buscan evitar. James Madison, cuarto presidente de Estados Unidos, y, probablemente, el más influyente de los Padres Fundadores y, sin duda alguna, el más profundo de ellos como teórico político, decía que la república – como él llamaba a la democracia, a la usanza de los antiguos griegos – era preferible a todas las otras formas de gobierno porque bajo ella era más difícil el abuso del poder. Por su parte, Sir Karl Popper, señala como el gran mérito de la democracia, el permitir que las sociedades de deshagan de los malos gobernantes sin derramamiento de sangre.
Pero la democracia, como ya dije, es extremadamente riesgosa porque siempre el ciudadano está expuesto al poder seductor del discurso del demagogo.
El discurso político es eminentemente persuasivo – no demostrativo – y para implantar una idea falsa y nociva en la mente y el corazón de los ciudadanos basta una frase repetida una y otra vez; para sacarla pueden ser insuficientes muchos tratados y, con frecuencia, esas ideas falsas y nocivas solo se expulsan al precio de mucho sufrimiento.
Pisístrato, el demagogo, en el ágora, democráticamente derrotó a Solón, el sabio. Ya viejo como estaba, Solón se retiró a su casa y en la puerta colgó su escudo, lo cual, entre los ciudadanos de Atenas, significaba el abandono de la política. Pocos días después, Pisístrato, al mando de cuatrocientos hombres armados, se tomó la Acrópolis e implantó su dictadura, naturalmente por mandato y en beneficio del pueblo.
Por eso es que le quiero dar gracias, señor presidente, por no haber colgado su escudo en la puerta de su casa como querían y esperaban todos sus enemigos.
Gracias por no haberse ido del País a dictar conferencias bien pagadas y a defender la libertad y la democracia en Colombia desde cocteles en Washington, Buenos Aires o Madrid.
Gracias por estar desde hace más de un año - cuando arrancó con sus foros académicos a los que me invitó a participar - recorriendo el País buscando conquistar, como lo ha ido logrando, el fervor de los ciudadanos por los valores de la libertad, el orden, la democracia, el estado austero y la solidaridad que son la esencia misma de nuestro partido.
Gracias presidente por continuar su actividad proselitista después de que quisieron revivir, sin éxito, los mitos históricos de los “falsos positivos” y del “martirio” de la comuna 13 y siguieron con los abusos del proceso judicial en su contra.
Le doy gracias presidente por no colgar su escudo.
Acepté esta candidatura para seguir su ejemplo y porque estoy convencido de que mientras usted esté en la lucha hay esperanzas de impedir que se cumplan los nefastos designios del Pisístrato que en malhora nos tocó en suerte.
Señor presidente, por favor, no cuelgue su escudo.
Medellín, octubre 23 de 2023.