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Ariel Peña               

Cuando los partidos y grupos comunistas que hacen parte de la burocracia estatal que dirige Gustavo Petro, hablan de las “transformaciones revolucionarias”, indudablemente se refieren al desarrollo de políticas liberticidas para conducir a Colombia al despotismo sempiterno, basados en métodos represivos totalitarios y para ello acuden al llamado “poder popular”, igual al que funciona en la isla de Cuba con la dictadura.

No obstante haber fracasado el pasado 15 de noviembre en las marchas a favor del gobierno de Petro, por los 100 días de su instalación en la Casa de Nariño; las fuerzas totalitarias comunistas van a insistir en el 2023 en la “movilización social y popular”, buscando impresionar a la  ciudadanía, para tratar de consolidar un proyecto hegemónico que quebrante la libertad en sus diferentes expresiones; de tal suerte que los amantes de la democracia  liberal deben estar alerta para salirle al paso a semejante programa absolutista, cuyo fin es  subyugar a las masas mediante la miseria y el hambre       

Contrario a las aberraciones comunistas expuestas, hace 2.000 años Jesús de Nazaret,  exaltó  la libertad individual, como condición suprema de la humanidad, lo que le ha dado al cristianismo un carácter libertario  en la historia; sin embargo  la aparición de los dogmas marxistas en el siglo XlX, que promueven al Estado como un “yugo bienhechor”,  mediante una dictadura perenne para supuestamente llegar al  “paraíso” en milenios, demuestra que el comunismo en  los 2 últimos siglos es el principal enemigo de la libertad, al considerar a  los seres humanos como simples instrumentos de la  “vanguardia lucida”, que busca esclavizar a los pueblos para satisfacer su voracidad burocrática.

Los democráticas en Colombia  tienen que ser enfáticos en   la defensa  de la libertad como tema central, porque de acuerdo al artículo  tercero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos/ Naciones Unidas, la libertad  es uno de los tres  derechos fundamentales de mujeres y hombres, pero   el comunismo con sus diferentes partidos  y movimientos pretende  expoliar, si llega a consolidar su régimen, lo que llevaría  a Colombia  a un cautiverio política, económico y social, igual al de Cuba o Venezuela.

Jesús como mensajero de la libertad es inconmensurable, debido a  que pasó por la tierra haciendo siempre el bien; destacándose un hecho demasiado trascendente en su vida, de tantos que nos enseñan los evangelios desde el punto de vista humano, y a pesar de que algunos lo toman como metáfora, su significado es demasiado extraordinario para lo que debería ser  el comportamiento de las personas ante la maldad, como  fue el rechazo que le hizo a la propuesta del “padre de las tinieblas”,  cuando fue tentado en el desierto para que se convirtiera en el rey del mundo con todo su poder político,  como lo dice la Biblia en San Lucas 4:5-8.

El relato nos demuestra el volumen libertario del Maestro, quien al rechazar el  ofrecimiento de  Satanás, nos pone de presente la tragedia histórica que ha representado para la humanidad la lucha por conquistar el dominio sobre las naciones y los seres humanos, en donde las fuerzas totalitarias le han causado a la tierra las peores desgracias, mientras que la democracia con todas sus  dificultades a tratado de buscar la armonía  entre los humanos.

El comunismo que es  la organización totalitaria que más ha cometido genocidios en la historia,  desde el asalto bolchevique en Rusia en 1917, hasta nuestros días, ha evidenciado  su carácter diabólico en donde la vida de las personas no importa, pues lo que le ha interesado a  esa secta es defender o conquistar el  poder a cualquier precio; diferente a las enseñanzas de Jesús que en muchas ocasiones le ofrecieron ser  gobernante, pero lo   rechazó, de ahí que cuando plantea que su Reino no es de este mundo,  resaltó el no estar de acuerdo con las injusticias y el sometimiento brutal de  las personas en el Imperio Romano, pero además tácitamente plantea que había un mejor sistema de vida, como lo refrendaron los cristianos en los primeros 300 años de la Iglesia primitiva, en donde la  caridad fundamentada en la solidaridad era la prioridad.

 Otra fuerza totalitaria que le hizo mucho daño a la humanidad fue el nazismo, cuyo principal exponente, Adolfo Hitler, llevó al holocausto de la Segunda Guerra Mundial que le  produjo 50 millones de muertos a la humanidad; el nazismo al igual que el fascismo y el marxismo son corrientes totalitarias hegelianas que consideran que el Estado es dios sobre la tierra y por eso la expresión: “todo dentro del Estado, nada fuera de él”.

 De manera desvergonzada dirigentes marxistas, tratan de exculpar los crímenes del comunismo totalitario, argumentan que no ha sido bien aplicado,  o que no se ha interpretado correctamente y que el problema es el revisionismo, pero  todas esas falsedades denotan  el fracaso antropológico e histórico de esa doctrina autocrática, pues eso  sería igual a decir que Hitler no aplicó correctamente el nacional-socialismo y que por eso fue derrotado en  la Segunda Guerra Mundial.

Necesariamente por las múltiples calamidades que tiene la humanidad en la actualidad, con problemas como el Covid-19 o peste china, el calentamiento  global, las guerras especialmente la de Ucrania, las hambrunas, los refugiados, las crisis económicas y tantas otras aflicciones; los seres humanos tendrán que volver los ojos a Dios por medio de su hijo Jesucristo, y con la ayuda del altísimo darán soluciones a las inmensas dificultades que vive la humanidad, de tal suerte que el Reino de Dios y su Justicia que se logrará mediante la libertad  en la tierra, será posible  para la felicidad de hombres y mujeres; pues,  Jesús afirmó: “porque a vuestro padre  le ha placido daros el Reino” y en otra parte dice: “Porque he aquí el Reino de Dios está entre vosotros”.

Jesús de Nazaret ofreció esperanzas en un mejor futuro, por eso el apóstol San Pablo plantea  en la Epístola  a los Romanos: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”, lo cual demuestra que el sacrificio de Jesucristo no fue en vano, puesto que un mundo mejor si es posible, pero sin las opresiones totalitarias del comunismo  ni  las ambiciones desmedidas.

 Como  verdadero libertario, Jesucristo le dio un ejemplo al mundo sobre la manera como se debe rechazar las tentaciones diabólicas, que a veces ofrecen  el poder político, basado en la mezquindad, la violencia,  la avaricia y la corrupción, de ahí que a esa forma de gobierno que a través de la historia ha impulsado el totalitarismo y que indiscutiblemente  en la actualidad  se manifiesta con el comunismo que usa diferentes emblemas para engañar, se le deben anteponer la democracia y la libertad, cuya fuente no la enseñan las sagradas  escrituras que proclaman: “ Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”.

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“Resistencias territorializadas”

Ariel Peña

En las conclusiones del XXIII Congreso del Partido Comunista Colombiano, que se realizó  del 7 al 10 de diciembre, se mencionó algo que debe alarmar a la ciudadana, con lo que se denominó en dicho evento,  como “resistencias territorializadas”, lo que se podría  entender a modo de una  balcanización del país,  que conspiraría en contra de la Unidad Nacional,  por parte de una organización política que tiene una porción de la burocracia estatal en el gobierno de Gustavo Petro; sin embargo desde la óptica leninista la cosa tendría  ribetes hegemonista, pretendiendo la creación de un “bloque popular revolucionario”;   por ello se podría deducir que es una “radicalización de la revolución”, igual a  lo esgrimido  por el chavismo en Venezuela.

 Esa llamada radicalización revolucionaria, comenzaría en el 2023, con puntos específicos, como: el Plan Nacional de Desarrollo, las elecciones regionales de octubre, las movilizaciones, el apoyo a las reformas del gobierno, profundizar los cambios revolucionarios y la batalla ideológica; pero la cereza del pastel para seguir los  ejemplos de las dictaduras de Cuba y Venezuela, sería la creación de los Comités de Defensa de la Revolución o colectivos, contando para ello de entrada con la Primera Línea.

De tal suerte que las organizaciones que pertenecen al sindicalismo democrático  en alianza con sectores de la sociedad civil, deben  rechazar en los diferentes escenarios cualquier acuerdo con   grupos extremistas que responden a intereses totalitarios, que son ajenos a las luchas reivindicativas de los trabajadores y del pueblo colombiano en general; pues es bien conocido que los actos violentos que ha realizado el narcomarxismo durante décadas han  afectado a la producción nacional y por ende al trabajo de millones de ciudadanos(para  agudizar las contradicciones), de modo que se espera una postura enhiesta del sindicalismo democrático, que defiende esencialmente el derecho al trabajo,  exaltando las libertades individuales.

 Históricamente se considera como esquirol a una persona o  grupo, que durante una protesta o huelga se alía con la contraparte para romper la movilización, pero también se da  cuando se coaliga con un gobierno buscando adormecer a la masas negándoles sus derechos; siendo el comunismo  el súmmum  del  esquirolaje que  se ha presentado a través de los tiempos, pues   desvía los objetivos específicos de una lucha social, por intereses políticos partidistas en donde no  importan las reivindicaciones económicas y sociales de la población, ya que estas son  reemplazadas por las ambiciones burocráticas dentro del Estado.

 Es claro que las reivindicaciones realistas económicas y sociales por las que se convocaron las movilizaciones en el pasado, no se   materializaron, ante el papel nefasto que jugó  el totalitarismo en algunas organizaciones, dado que pusieron de primero, las ambiciones políticas abyectas pensando en la insurrección y en  las elecciones, antes que buscar el bienestar de la ciudadanía, de ahí que las entidades  sindicales y sociales sensatas deben aislar a  esas fuerzas comunistas,  que solo piensan en usar a la ciudadanía,  para que  sus ambiciones absolutistas tomen cuerpo.

En una lucha por las reivindicaciones cuando están presentes las estructuras marxistas, estas artificiosamente se burlan de la población de manera oportunistas, para llevar a cabo su programa político  y, por ello   hay que reafirmar que la protesta popular no es patrimonio  de ningún movimiento político en especial, puesto que  ello es inherente a todos los seres humanos que buscan mejores condiciones de vida, lo que  desmiente la postura supersticiosa que tiene  el comunismo totalitario sobre la lucha social.

El marxismo leninismo ha sido el máximo esquirol  del movimiento de los trabajadores en el mundo, siendo el ejemplo  más protuberante el contubernio  que realizó el partido comunista chino(culpable de todas las víctimas por el Covid-19) con las grandes transnacionales hace cerca de 45 años, para superexplotar a los obreros de ese país asiático, repartiéndose la plusvalía, fortaleciendo el neoliberalismo que impulsó la flexibilización laboral, que condenó al desempleo y al  hambre a millones de trabajadores en la tierra. Esa patraña desarrollada por la nomenclatura comunista china fue para que la dictadura marxista se prolongara por toda la eternidad, pues sabía que el sistema socialista era un fracaso total y absoluto y, por eso optó por la economía de mercado.

El esquirolaje comunista ha sido prolífico en diferentes partes del mundo, recordando que en la Unión Soviética y sus satélites de Europa Oriental, el sindicalismo libre fue perseguido por las burocracias marxistas, llegándose a encarcelar, torturar y asesinar a miles de dirigentes, pero allí   quedó demostrado el antagonismo entre el comunismo totalitario y el sindicalismo, porque el dirigente polaco Lech Walesa desarrolló una heroica lucha en contra de comunismo con el sindicato independiente Solidaridad en la década de los 80 del siglo XX, que llevó a la bancarrota al “socialismo real” en los países de la cortina de hierro con la caída del muro de Berlín y la debacle de la URSS, a Walesa lo acompañaron  Ronald Reagan presidente de USA y el papa San Juan Pablo ll.

Y en Latinoamérica el marxismo con su máscara del socialismo del siglo XXl, también ha sido verdugo del sindicalismo libre, por ejemplo en Venezuela el perturbado Hugo Chávez comenzó su gobierno en 1.999, persiguiendo al sindicalismo que no era marxista, hasta que lo atomizó, creando unas centrales de bolsillo, para sus propósitos dictatoriales y hegemónicos; cabe resaltar que miles de dirigentes sindicales han sido víctimas del régimen chavista.

En Ecuador en el  gobierno de Rafael Correa siguiendo la cartilla neomarxista, condujo en   10 años de gobierno prácticamente a que los sindicatos desaparecieran, debido a que al igual que en Cuba, China, Vietnam, Norcorea y los países que aun se encuentran bajo la férula del comunismo, el sindicalismo es un simple paniaguado del partido como enseñó el genocida de Lenin, y por eso los gobiernos del socialismo del siglo XXl en Latinoamérica han buscado que las organizaciones de trabajadores sean simples apéndices de las catervas comunistas.

En contrapelo a lo expuesto en el Congreso del Partido Comunista Colombiano, acerca de sus  “perspectivas socialistas”, utilizando a las organizaciones obreras, las movilizaciones sociales que se realicen en Colombia deben de estar acompañadas de  un espíritu pacifico, democrático y libertario, repudiando las practicas del  totalitarismo marxistas, que producto de sus intenciones oportunistas e insanas no le interesa el bienestar del pueblo, sino que siguiendo su estrategia  intenta mediante engaños aparecer como defensor de la causa social, cuando la historia nos dice que en muchas ocasiones no solo ha sido el peor esquirol de los trabajadores, sino que además es uno de los principales predadores que ha tenido la humanidad en toda la historia.

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Aparentar para ilusionar y confundir

Ariel Peña

El cese bilateral al fuego con 5 grupos armados, anunciado por el presidente Gustavo Petro a finales del 2022, demostró que con las notificaciones del ejecutivo se busca crear falsas expectativas con la denominada paz total; dado que la paz es un término muy genérico, que tiene componentes políticos, sociales, económicos, morales y culturales, entre otros; de manera que las ilusiones que busca vender el gobierno con este tema, solo se podrían materializar difícilmente con algunas bandas armadas en una paz política, debido a que es muy intrincado medir las intenciones y aspiraciones de esas estructuras violentas con las que se dialoga, comenzando por el Eln; en razón de lo cual, con el actual gobierno que confunde a la ciudadanía con sus anuncios, hay que recordar la frase de Nicolás Maquiavelo: “Todos ven lo que aparentas, pocos advierten lo que eres”.

Ante la confusión que reina en el país, las organizaciones democráticas tienen el reto de no permitir que las fuerzas totalitarias marxistas con los ropajes de alternativos o progresistas acaben con la libertad, debido a que los enemigos de la democracia se aprovechan del desbarajuste intelectual, para descrestar a la ciudadanía con el cacareado “cambio”, que nos podría conducir a situaciones pavorosas, peores a las que ha vivido Venezuela con el socialismo del siglo XXl, de modo que solamente mediante una templanza conceptual republicana se podrá evitar la catástrofe.

La confusión ideológica, conduce a lo que dice la Biblia en la Epístola de Santiago, capítulo primero, verso seis: “porque el que duda es como una ola de la mar, que el viento lleva de un lado a otro”, de ahí precisamente es que se deben disipar las ambigüedades, para que la dirigencia de las fuerzas democráticas pueda tener la brújula que conducirá a un puerto seguro a la nación.

Frecuentemente nos hemos referido a los términos izquierda y derecha, que en los tiempos actuales, se han prestado para galimatías, en donde con muy contadas y honrosas excepciones sin ninguna vergüenza, no obstante sus malquerientes, hay dirigentes políticos muy respetables que dicen ser de derecha, a pesar de que se ha creído falsamente que la izquierda representara el progreso y la derecha la caverna.

Sobre la izquierda y la derecha, siempre hay que hacer alusión a la frase del pensador español José Ortega y Gasset: “ser de derecha o de izquierda, es una de las infinitas maneras que se elige para ser un imbécil”, sin embargo lo básico del asunto es no ahogarse en un vaso de agua, tomando como premisa fundamental que el crecimiento y desarrollo de los partidos democráticos no puede estar sometido a los calificativos y apelativos que desde otras carpas políticas se le quieren endilgar, pues las denominaciones izquierda y derecha que aparecieron en la Revolución Francesa, hoy por hoy no tendrían una aplicación práctica en el accionar de los movimientos políticos, y serian términos en desuso.

 

De manera que, si tomáramos como fuente a la Revolución Francesa, cuya izquierda buscaba el cambio de gobierno y la alternación en el poder ¿Cómo podríamos decir que son de izquierda los clanes de los Castro en Cuba, los Kim en Corea del Norte o la camarilla comunista en China, que nunca van a ceder el poder? Sin pasar por alto que el chavismo en Venezuela siempre le grita a la oposición, que nunca volverá, lo que nos dice sin vacilaciones que todos esos regímenes ignominiosos de acuerdo a la Revolución Francesa no se pueden considerar de izquierda.

Sobre la base de lo anterior, y sin caer en esquematismos, no se puede ignorar al marxismo cultural, originado en la escuela de Fráncfort, siendo uno de sus máximos exponentes Antonio Gramsci, quien creó una especie de panmarxismo y proponía la abolición de todos los valores humanos y el desconocimiento de la ley natural, para lumpenizar a las masas con el fin de volverlas más dúctiles a los régimen comunistas, acabando con la vida ordenada y decente que quieren llevar los ciudadanos, en donde la falta de moral es la condición necesaria para adocenar y enajenar a la sociedad.

Sin pasar por alto que los genocidas de Lenin y Stalin antes de Gramsci, ya habían impulsado todo ese cumulo de aberraciones con el pueblo ruso, para romper según ellos, el orden social burgués, de ahí que en Colombia las organizaciones democráticas deben repudiar absolutamente al comunismo totalitario que se oculta en el marxismo cultural.

Superando las acepciones de izquierda y derecha, un partido moderno y democrático, en la presente situación, lo que si tiene que proclamarse es anti-totalitario, reconociendo como los peores totalitarismos que ha sufrido la humanidad en los dos últimos siglos al fascismo, al nazismo, al apartheid y como el peor de todos al comunismo totalitario o marxismo, verdadero enemigo de la humanidad, por ser la organización que ha cometido el mayor numero de genocidios en todos los tiempos.

Un partido democrático no tiene porque apenarse de proclamarse anticomunista, desde el punto de vista político e ideológico, repudiando al marxismo leninismo que ni en la forma ni en el fondo es democrático, y que busca la toma del poder por toda la eternidad, avasallando y

esclavizando a los pueblos, en donde una cáfila parasita con la dirección del Estado saqueando los bienes públicos, y reprimiendo a las masas.

Para ser antimarxista (anticomunista) no solamente se tiene que ser de la llamada derecha, pues no importa la ubicación en el espectro político, de suerte que también en la izquierda o en el centro, se puede ser anticomunista, porque para serlo, la única condición es ser humanista que de verdad comprenda y tolere al prójimo, enfatizando que el marxismo es

padre del odio.

A fin de que los partidos democráticos se muevan al ritmo de la historia, sabiendo que su temperancia es determinante para el progreso de una sociedad, deben realizar foros y seminarios ideológicos permanentemente, en virtud de lo cual surge la hoja de ruta para no caer en ambivalencias y confusiones que favorecen a las facciones totalitarias.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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