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Luis Guillermo Echeverri V.

Estando el país lleno de desproporciones, insensatez y de la virulenta violencia que viste y distingue a la ilegalidad y que solo nutre al crimen organizado por dentro y por fuera del Estado, en esta navidad los colombianos necesitamos mucha unidad y grandeza ante las fuerzas del mal.

A lo largo de la historia de la humanidad la táctica de los falsarios para llegar al poder o vencer a quien lo ostenta, la del mal contra el bien, la del miserable, el insensible, el injusto, el criminal y el abusador, siempre ha sido una sola: “Divide y Reinarás.”

Así ha trabajado aquí en la región el daño de la maldad disfrazada que han mal llamado “Malicia Indígena” toda la vida.

El peor veneno contra la cultura es la desinformación, y aquí esa ha sido históricamente la forma de enganchar en duelos ajenos a los líderes más fuertes, chuzando sus egos y embarcándolos en peleas insulsas para que mientras tanto, puedan comer a placer los malvados y los débiles, a quienes fácilmente embolatan los primeros, por medio de la desinformación.

No es nuevo el vituperio calumnioso lleno de envidia y de bronca retorcida contra el expresidente Iván Duque, ni la creatividad con la cual el “chisme manzanillo del lleve y traiga” propio de todo partidismo, ha pretendido desde hace 12 años mellar una imagen y una entrañable amistad enmarcada en respeto, cariño, gratitud, colaboración e independencia con el expresidente Uribe.

Aquí nadie que sea honesto puede desconocer que tanto Uribe como Duque han sido el mayor objetivo de las calumnias desprestigiantes mediante las cuales Santos y Petro se hicieron al poder.

A la frondosa amplitud y la gran sombra del árbol de Uribe que ofrece de forma ingenua su humana generosidad, únicamente comparable con la infinidad de su genialidad, son muchos los seres de bien que han llegado a abonar su fertilidad ideológica, pero también abundan los pájaros picoteros, viejos e imberbes, que aborrecidos en otros escampaderos han llegado a protegerse bajo el manto Uribista, por el hecho de que la confianza del ciudadano en el expresidente genera y produce figuración y votos.

Pero entre toda suerte de manzanillos favorecidos bajo el arrastre de Uribe, hay algunos avechuchos que nunca aceptaron ni comprendieron el valor de las sanas diferencias entre dos seres tan valiosos para el país y el partido, y en lugar de fortalecer ese equipo, solo se han dedicado a criticar y a renegar sin aportar soluciones, y sin reconocer que todos cometemos errores, pero por encima de ello, debe estar la unidad de propósito nacional enmarcada en la legalidad, y más ahora cunado la impunidad viene directamente de quien juró cumplir la constitución y las leyes.

El Periodismo entra en terreno irresponsable, cuando ni puede ni quiere revelar las fuentes, pero no se aguanta la lengua y sale a cometer la imprudencia, de causar daños en asuntos delicados donde no debe meter los hocicos, por el solo hecho de tratar de generar materia de divergencia o ruidos mediáticos.

El país tiene grandes comunicadores y ellos tienen una responsabilidad sagrada con la democracia que cumplen con gran valentía. Pero no por ser uno comunicador, se es infalible como el Santo Pontífice. Es así como se apela a “fuentes fidedignas” pero no se revela la naturaleza de su fidelidad.  Es así cuando se dice “fuentes directas” pero no se dice clara y tajantemente: fulano de tal me dijo, me expresó o aseveró esto o aquello sobre mengano.

Así es como se destruye la confianza en la seriedad de la información y se crea un cúmulo de problemas y broncas totalmente innecesarias donde hay carencia de unidad, pero sobra el continuo ultraje a las honras y valores de los patriotas que le hacen frente a la constante amenaza de la arbitrariedad y el abuso que pretenden terminar con la democracia y a los verdaderos valores democráticos a manos de la injusticia del narcoterrorismo contra todo indefenso.

Es pernicioso, pero no imposible, sembrar malévola cizaña entre hermanos, amigos o compañeros, entre padres e hijos, y más entre una yunta de patriotas que es la única capaz de arar y sembrar en nombre de la legalidad con principios y valores, en el pedregoso terreno político nacional.

Es pecado vivir de azuzar entre dos grandes lideres como Uribe y Duque, en una sociedad que fue dividida por la calumnia mediática encabezada por “el Nobel demonio” que domina el poder de la mal información, con el propósito de dividir más un país donde ya, ni en la mesa del comedor de una familia, se saben poner de acuerdo padres, hijos y hermanos, sobre cuál debe ser el rumbo que debe llevar la nación.

No le colguemos más gárgolas, calaveras, huesos, ni demonios, a la relación entre Uribe y Duque, ni al ya maltratado arbolito de navidad de colombiano. 

No tápenos con toda suerte de anuncios imprecisos o con mala información, la instauración de una dictadura narcoterrorista que surgió del recurrente engaño al electorado.  No armemos discordias en asuntos tan delicados, sin saber el verdadero acervo de las circunstancias. Ni sin que sean los dueños de la verdad los que generen directamente la noticia.

Opiniones diversas siempre puede y debe haber, pero usarlas de hueso para darle sabor al caldo de la ilegalidad, resulta en un favorecimiento al “Separatismo con Guasa y Protervia”.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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