Hace pocos días Casanova viajó a Venezuela y no ocultó su propósito de hacer contacto con el tenebroso SEBIN.
No olvidemos que el programa de Petro es de corte revolucionario radical, y que no se puede hacer revolución sin espionaje interno, control ideológico de la población, delación recompensada e información pormenorizada sobre todos y cada uno de los habitantes.
A continuación serán escogidos y señalados “los enemigos” (reales o suspectos), y de ahí se pasa a la fabricación de las indispensables “pruebas”, antes de enviarlos a reeducación, reclusión, hospitales psiquiátricos o ejecución, sea “judicial” (cuando se puede), o extrajudicial…
Mi preocupación no es exagerada, porque ya Casanova ha solicitado la “renuncia protocolaria” a 400 entre agentes, analistas y funcionarios. Ese personal, hasta ahora, ha sido profesional. Muchos han sido entrenados en Gran Bretaña y los Estados Unidos. Probablemente serán reemplazados por agentes especializados también en el exterior, en Cuba y Venezuela, supongo, las nuevas y mejores “potencias” amigas.
Desde antes del 7 de agosto hemos dicho que el programa de Petro combinaba los propósitos explícitos (para ganar votos), y los implícitos (para hacer la revolución).
Entre los propósitos explícitos figuraba la reforma pensional, es decir, la conversión del ahorro de los cotizantes en piñata demagógica, pero en general el gobierno se ocupa, más que de lo prometido, de su agenda oculta. Así, hemos visto cómo se están atacando el gas y el petróleo y propiciando los narcocultivos. La reforma tributaria aplastante jamás fue prometida, ni se amenazó al electorado con destruir el sistema de salud.
Por eso creo que tanto la reforma tributaria como la sanitaria y la laboral, emergen de lo implícito con el propósito de destruir el modelo económico y social. De tal manera, cuando el gobierno saca de la sombra sus verdaderos planes, me estremezco. Por ejemplo, de “la negociación” con el ELN (entre guerrilleros en el gobierno y sus colegas en el monte) se puede esperar el descarte de “la compra” de millones de hectáreas, en favor de la ocupación de miles de haciendas agropecuarias, para que “se dialogue” sobre su propiedad y “la reforma agraria” sea bien expedita.
No olvidemos que muchos de los descaches del candidato Petro fueron omitidos en su programa electoral pero siguen agazapados en su psique profunda, siniestra y oscura, listos para convertirse en las políticas necesarias para establecer la República Bolivariana de Colombia. No en vano Petro fue el mentor económico de Chávez.
Ahora bien, con la asesoría del G-9 cubano y del Servicio Bolivariano de Investigación (SEBIN), preparamos el KGB criollo, primer peldaño operativo del inevitable Gulag, inseparable de toda revolución leninista.