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José Félix Lafaurie 

En medio del entredicho de las elecciones parlamentarias y la incertidumbre frente a las presidenciales; en medio de la mezquindad de “izquierdópatas” de toda laya y del insulto y la descalificación como estrategias progresistas para disfrazar promesas imposibles, el país enfrenta una disyuntiva: el camino sin retorno de la dictadura y la pérdida de la libertad, o el camino con futuro de la preservación de la democracia liberal.

El término “liberal”, en el ámbito de la filosofía política nos remite a “la libertad” como valor supremo y derecho fundamental, y así llegamos a una palabra mayor; no en vano decía Lincoln que “el hombre nunca ha encontrado una definición a la palabra libertad”, quizás porque, como la felicidad y la igualdad, la libertad total es una utopía.

Lo que no es utopía es la “libertad civil” de Rousseau, limitada por la Ley en un Contrato Social al que adherimos libremente. La defensa de esa libertad, convertida en derecho, es el sustrato de la democracia liberal; su desconocimiento y vulneración son el soporte de la dictadura.

Pero, qué es Democracia Liberal y qué perdemos si el país no reacciona a la amenaza comunista, que ya mató la esperanza en media América latina.

Democracia liberal es libertad para pensar y expresarse; dictadura es amenaza anunciada de persecución a medios, periodistas y todo aquel que piense diferente.

Democracia liberal es libertad para emprender en todos los campos de la economía, sin persecución a la generación de riqueza. Progresismo comunista es economía centralizada, Estado entrometido y persecución populista a la riqueza.

Democracia liberal es respeto a la legítima propiedad privada. Progresismo es expropiación de la tierra y de todo lo que sirva al populismo.

Democracia liberal es libre mercado. Progresismo es aislamiento frente a las democracias liberales del mundo y dependencia de las potencias comunistas.

Democracia liberal es un Estado austero al servicio del ciudadano; progresismo es burocracia inútil y corrupción.

Democracia liberal es equilibrio entre la preservación de la naturaleza y las necesidades del desarrollo.  Progresismo es ambientalismo extremo y persecución a la industria extractiva.

Democracia liberal es responsabilidad monetaria y fiscal. Progresismo comunista es persecución tributaria a la riqueza y emisión desbordada para costear el populismo.

Democracia liberal es seguridad, justicia y lucha contra el narcotráfico; dictadura comunista es negociación con narcoterroristas y “perdón social” para maleantes y corruptos.   

Democracia liberal es respeto al ahorro pensional y un sistema integrado de salud; progresismo es expropiación pensional y eliminación de las EPS.

Como ciudadano y ganadero, invito a mis lectores y a los ganaderos colombianos a elegir con responsabilidad. Yo elegiré Democracia Liberal… ¿y usted?

@jflafaurie

Publicado en Columnistas Nacionales

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