Primero, autorizaron el que se abortara (¡se asesinara!) a los niños si se presentaba alguna de las tres causales que, según ellos, lo justificaban; después, en el 2019, legalizaron la comercialización de órganos de niños abortados; luego “legislaron”, prevaricando, sobre eutanasia, legitimando el asesinato de ancianos y enfermos, y en progresivas declaraciones haciéndolo casi recomendable y suprimiendo toda cortapisa, cuando decretaron que ni siquiera es necesario que la víctima sufra una dolencia terminal; en seguida, y para escamotearles a los padres de familia su autoridad, establecieron que una niña, menor de edad, podía buscar que se le practicara el aborto, o un adolescente también menor solicitar la eutanasia sin necesidad de la autorización de sus progenitores; luego, determinaron que hasta los seis meses de gestación, el infanticidio podría cometerse sin que mediaran las tres causales, y que, si alguna de ellas se daba, al niño podía matársele aun teniendo ocho o nueve meses; en el trasfondo de esta última decisión, está el hecho de que es mucho más “comercial” un órgano de un bebé ya viable, suficientemente desarrollado: no olvidemos que el diabólico negocio del comercio de órganos abortados mueve unos capitales gigantescos…
El doctor Samuel Angel nos da un dato de 14.000 millones de dólares… y nos hace saber que hay más clínicas abortivas, de esas que sostiene Planned Parenthood, o el pérfido Georges Soros, tipo Profamilia, que puestos de venta de Mc.Donald en el mundo; luego, pretenden limitar, en camino hacia su supresión, el derecho moral y constitucional de la objeción de conciencia; otro día, cambian la definición de la familia tal como está establecida por la ley natural y como la estatuye la misma Constitución, y buscan equiparar con ella las parejas – o tríadas…- anormales; y ahora nos salen con la paparruchada de que en la cédula de ciudadanía de los colombianos tiene que aparecer la opción del género no binario…¿Con qué otra sandez, o atrocidad, saldrán mañana? (Entre paréntesis, El Tiempo de hoy califica esta estupidez de “paso revolucionario…necesario…apenas justo…apenas lógico”, y nos advierte que ya tenemos que ir utilizando nuevos pronombres, como elle, nosotres… ¡qué melonada!)
Todo esto, para quienes tratamos de vivir y actuar a la luz de la Ley de Dios, profesamos unos principios y respetamos una escala axiológica, constituye una tragedia. Tras la cual, hay una realidad que varias veces he mencionado en mis glosas: el desconocimiento u olvido de la ley natural, que es ley de Dios, y en virtud de la cual hay cosas que nunca podrán cambiar su naturaleza de ilícitas y pecaminosas, aunque desatentadas autoridades humanas pretendan establecerlas como derechos o expresiones de la libertad humana. Lo recordaba de una manera brillante, hace poco, el doctor Jesús Vallejo Mejía en uno de sus sesudos y densos comentarios.
Y ahora, ante la oleada de protestas que felizmente se han dado contra su último fallo en relación con el aborto, los magistrados de la corte salen dizque a reclamar respeto por sus sentencias al gobierno y a los particulares… Señores, el respeto hay que merecerlo; son ustedes, con sus desatinos inmorales, los que han minado su propia respetabilidad.
Yo creo que ha llegado el momento de que los colombianos le salgamos al paso a este frenesí insensato de la corte constitucional; muchos hablan, y pienso que, con toda razón, de un referendo o de un plebiscito para tal fin; referendo o plebiscito que debería buscar, no solo reversar la criminal decisión última sobre el aborto, sino raer de nuestro ordenamiento a una corte que tanto daño le ha hecho y sigue haciéndole a Colombia.
* Formador, seminario mayor, Ibagué, Colombia.