Por eso no se puede pasar por alto, que Moscú tuvo una amarga experiencia cuando en 1979, invadió a su vecino Afganistán a pesar de que el régimen de Kabul era afecto a la URSS, pero después de 9 años, el Kremlin tuvo que retirar sus tropas, recibiendo una dura derrota que contribuyó a la disolución de la URSS y a la caída del comunismo en Europa oriental; de ahí que las invasiones de un país poderoso a otro más débil, no siempre terminan a favor del más fuerte, especialmente por el patriotismo y la resistencia que ofrecen los pueblos agredidos.
Hitler para comenzar la Segunda Guerra Mundial atacó a Polonia el 1 de septiembre de 1939, alegando la necesidad de defender su “espacio vital” para sobrevivir; ahora con la invasión de Rusia a Ucrania, Vladímir Putin invoca como coartada que su vecino es un peligro para la estabilidad de su nación, cuando el poderío militar ruso es infinitamente superior al de su rival, de modo que lo que quiere Putin es la anexión de Ucrania a mediano plazo, pues al haber sido agente de la KGB, es un melancólico del poderío que tuvo el imperio soviético en el pasado y quiere reverdecer esa potestad.
Además, históricamente Ucrania ha combatido la opresión de Moscú, pues no hay que olvidar al Ejercito Negro del anarquista Nestor Majnó, quien enfrentó al totalitarismo bolchevique después de la revolución de octubre, debido a que las pretensiones rusas iban en contravía del espíritu independentista en esa región, lo que produjo miles de asesinatos de ucranianos a manos de los comunistas.
A lo que hay que agregar El Holodomor, que significa “matar de hambre”, también conocido como Genocidio ucraniano u Holocausto ucraniano, que es el nombre atribuido a la hambruna que devastó a ese territorio, en el contexto de la colectivización de la tierra impulsada por la URSS, bajo el mando de Stalin, durante los años de 1932-1933, matando a 4 millones de personas de hambre; debido a lo cual históricamente Rusia ha buscado por todos los medios esclavizar a Ucrania, como ocurre actualmente.
Asimismo durante las purgas estalinianas de finales de la década de los treinta del siglo pasado, murieron miles de ucranianos, durante una campaña de represión y persecución política, llevada a cabo en la Unión Soviética, en donde opositores o supuestos traidores, fueron perseguidos o vigilados por la policía; además se realizaron juicios públicos, enviando a cientos de miles de ucranianos a campos de concentración del Gulag y otros fueron ejecutados.
Es un contrasentido que Vladímir Putin, denomine como neonazis a los ucranianos, cuando fue lósif Stalin el que le dio alas al nazismo el 23 de agosto de 1939 con el Pacto Ribbentrop-Mólotov de no agresión entre Alemania y la URSS, lo que ocasionó que a los 8 días, las fuerzas alemanas cruzaran las débiles fronteras de Polonia y, en las dos semanas ulteriores, se sumaran los tanques del Ejército Rojo por el flaco del oriente para tomarse completamente a Polonia entre los 2 aliados; o sea que denominar como neonazis a los ucranianos y a su presidente Volodymyr Zeleznky es una treta de Putin, debido también a que el mandatario de Ucrania es judío, cuyos antepasados sufrieron la bestialidad Hitleriana.
Las fuerzas invasoras rusas, creyeron que la caída de Kiev, capital ucraniana, era cuestión de unas pocas horas, pero se encontraron con una heroica resistencia, que jamás se imaginó el Kremlin, lo que llevó a que Putin amenazará a la humanidad con sus armas nucleares, por las sanciones económicas y culturales que profirió occidente; demostrándose el estado de descomponían que tiene el mandatario ruso, que hará hasta lo imposible por someter al pueblo ucraniano.
De manera que si en pocos días no se encuentra una solución negociada a la guerra entre Rusia y Ucrania, ésta se convertirá en un conflicto de mucha intensidad que puede involucrar a toda la especie humana; empero si Moscú se toma a Ucrania, lo que muchos consideraban como una operación especial, se transformará en una Guerra Popular Prolongada, que desgastará y desmoralizará a Rusia.