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Jesús Vallejo Mejía 

Es comprensible el desafecto de la Iglesia respecto del capitalismo, sobre todo en sus versiones extremas que sacralizan la codicia, la ley del más fuerte, el hedonismo o el desdén por los desamparados. No es fácil compaginar las enseñanzas evangélicas con un sistema que ignora la solidaridad para con los débiles y se muestra impasible respecto de la explotación del hombre por el hombre.

Pero ese sistema ya no existe. A partir de la Economía Social de Mercado que implantó Ludwig Erhard en Alemania a mediados del siglo pasado y de otras iniciativas tendientes a moderar sus excesos, el modelo de la libre empresa ha cambiado sustancialmente, contribuyendo a mejorar las condiciones de vida de millones de seres humanos en distintas latitudes.

Los marxistas de la Escuela de Frankfurt que postularon la Teoría Crítica de la Sociedad se dieron cuenta de que el modelo soviético no les servía para combatir el de los países industrializados del mundo occidental, pues los trabajadores de éste vivían muchísimo mejor que los de los países comunistas. El capitalismo del siglo XX no era el mismo que combatieron Marx y Engels en el siglo XIX, los cuáles formularon profecías catastróficas que no se cumplieron. De ahí que, siguiendo una línea similar a la del marxista italiano Gramsci, desviaran su análisis del modelo económico hacia el modelo cultural, tal como lo describe magistralmente Cristian Rodrigo Iturralde en su libro "El Inicio de la Nueva Izquierda y de la Escuela de Frankfurt" (vid. Amazon.com: El inicio de la nueva izquierda y de la Escuela de Frankfurt (Spanish Edition) eBook : Rodrigo Iturralde, Cristian, Laje, Agustín: Tienda Kindle).

No obstante, los aspectos positivos de la evolución del capitalismo, la Iglesia mantiene reservas morales muy explicables acerca de la ética utilitarista que le sirve de sustento conceptual. No hay que olvidar que su preocupación no se centre en el reino de este mundo, sino en la trascendencia hacia el más allá de las realidades eternas.

Pero el desafecto hacia el capitalismo no puede inclinar la balanza en favor del socialismo, a pesar de ciertas coincidencias de éste con el credo cristiano. La doctrina socialista en sus orígenes fue radicalmente antirreligiosa. No hay que olvidar que la primera de las alienaciones denunciadas por Marx fue la religiosa. Además, el totalitarismo subyugante de la individualidad, así como la prédica de la lucha de clases y la violencia como partera de la historia, amén de la ideología materialista radical determinante de su concepción del mundo, mostraban la insuperable incompatibilidad del pensamiento de la Iglesia con los proyectos socialistas y sobre todo comunistas.

La Doctrina Social de la Iglesia, a partir de la célebre encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, planteó el examen de la llamada cuestión social y sus soluciones desde otras perspectivas distantes a la vez del capitalismo y el socialismo. No hay que olvidar que su punto de partida es la consideración de la dignidad de la persona humana, concepto que se introdujo en el pensamiento político del siglo pasado precisamente gracias a la acción de influyentes pensadores católicos como Jacques Maritain.

La Iglesia postuló la defensa de la familia como célula básica de la sociedad, contra la que han enderezado sus baterías tanto libertarios como socialistas promotores de la revolución sexual. En lugar de la lucha de clases, promovió el entendimiento obrero-patronal, así como loables iniciativas en favor de los segmentos menos favorecidos. La educación y la atención de los enfermos y menesterosos siempre estuvieron en el centro de sus preocupaciones. Hay toda una tradición vieja de siglos que la enaltece en lo que se ha llamado las obras pías.

Al pensamiento católico se debe la idea de la prevalencia de los principios de libertad y de subsidiariedad, en virtud de los cuáles la atención de las necesidades comunitarias debe partir de la iniciativa de los individuos, las familias y los grupos intermedios. El Estado debe actuar sólo cuando esas iniciativas sean insuficientes o no le convengan al bien común, que es el concepto básico para entender la racionalidad de la acción política. La idea católica del poder gira en torno de ese concepto, que está henchido de connotaciones morales y supera por ello los de utilidad pública o interés social que han pretendido sustituirlo. A ella corresponde el concepto de que debe haber tanta libertad cuánta sea posible y tanta intervención estatal cuánta sea necesaria.

Es claro que la Doctrina Social Católica está lejos de los extremos ideológicos de los tiempos que corren.

Desafortunadamente, la Iglesia ha sufrido distintas infiltraciones tendientes a hacer que se desvíe el buen camino que ha trasegado en pro de la armonía colectiva. Unas de ellas son de origen masónico, sobre lo que hay inquietantes testimonios bibliográficos. Otras proceden del comunismo.

Bella Dodd fue una comunista muy activa que terminó convirtiéndose al catolicismo y denunció "el caballo de Troya rojo", esto es, el plan del comunismo para penetrar el clero católico a partir de los seminarios (vid. Caballo de Troya Rojo (pablodavoli.com.ar)). Se ha dicho que la Teología de la Liberación que ha pervertido al clero latinoamericano es precisamente obra de la KGV. Y en "Los Jesuitas: La Compañía de Jesús y la Traición a la Iglesia Apostólica, Católica y Romana" (vid. Compress PDF - Reduce PDF Online Free - PDFROCK.COM), Malacchi Martin mostró de modo fehaciente la influencia que la comunidad ha sufrido por obra de no pocas orientaciones que desnaturalizan su fisonomía católica. Llegó a manifestar que se retiraba de la orden para no poner en peligro la salvación de su alma.

Es verdad que la cuestión social en América Latina suscita reacciones muy fuertes. Pero de ninguna manera justifica que ciertos sectores del clero y la intelectualidad católicos se inclinen hacia una extrema izquierda, como la de Petro, que en el fondo desorienta a los fieles y se orienta en contravía de la sana doctrina de las grandes encíclicas sociales de la Iglesia (vid. TEOLOGÍA PARA LAICOS: Principales encíclicas de la Doctrina Social de la Iglesia (facultredmater.blogspot.com)).

El gesto reciente de favorecimiento a las aspiraciones presidenciales de Petro por parte del Vaticano ha escandalizado a los católicos de a pie que no entienden cómo la jerarquía le hace guiños a un político de tan cuestionables condiciones tanto personales como conceptuales, que exhibe un pasado de violencia del que no ha hecho sentir manifestación alguna de arrepentimiento. Él se dice seguidor de la Teología de la Liberación, que es un invento comunista, mas no de la Doctrina Social de la Iglesia, que condena sus excesos.

¿Va la Iglesia camino de la apostasía?

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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