Se trae a colación la metáfora de los gansos porque el país ha recibido en los últimos días la excelente noticia de que alrededor del centro se han consolidado para volar juntos dos magníficos grupos de candidatos a la Presidencia: uno de ellos, con más afinidades hacia la centroderecha, es aquel del que forman parte Álex Char, Enrique Peñalosa, Federico Gutiérrez, Juan Carlos Echeverry, Dilian Francisca Toro y David Barguil. En el otro grupo, el de la centroizquierda, están Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo, Carlos Amaya y Jorge Enrique Robledo. Como bien lo señala el ágil columnista José Manuel Acevedo en El Tiempo, “ambos grupos políticos dejaron entreabierta la puerta para que nuevos aliados se sumen, y cada lista puede crecer. La del Equipo por Colombia eventualmente agregaría al candidato uribista, Óscar Iván Zuluaga, y la del Centro Esperanza podría adicionar nombres como el de Mauricio Cárdenas o Rodrigo Lara”.
Se señala con sobrada razón que uno de los principales atractivos de estas dos coaliciones, si no el principal, es que el nombre del representante en las elecciones presidenciales está lejos de ser decidido. Los votantes indecisos, que se ubican entre el 60 y el 80 %, tendrán amplia oportunidad para conocer las propuestas y mostrar las simpatías por cualquiera de los candidatos de estas agrupaciones. Para Acevedo, “a diferencia de lo que ocurre en el Pacto Histórico, las cosas no están cantadas y cualquiera de los candidatos puede ganar. En ese sentido, participar en una contienda que no tiene un vencedor asegurado despierta más interés entre los votantes, que acudirán a las urnas sintiendo que su voto puede ser verdaderamente definitivo”.
Por fuera de estas dos coaliciones queda el Pacto Histórico, donde solo hay un nombre: el innombrable. Todos los demás son teloneros de poca monta que están esperando es el momento de besarle al “Señor de las bolsas” los dos cachetes (¿o serán los cuatro cachetes?). El Pacto Histórico ha dejado saber que está dispuesto a incluir en su seno a todo corrupto que se le atraviese, al margen de que el resultado final sea una “olla podrida”. Por fuera también aparece un populista de segundo nivel, ya entrado en años e ideológicamente de género no binario.
Apostilla. “La paz en Colombia ni se ha visto ni se ve”, afirma el fiscal Barbosa. Coincidentemente, al padre De Roux le preocupa que los candidatos no tengan como foco principal de sus discursos el tema de la paz. El desasosiego del sacerdote pone en evidencia lo que en esta columna reiterativamente se ha dicho: lo que se firmó en La Habana fue un protocolo entre un señor que no representaba al país (como lo puso en evidencia el plebiscito) y un grupo de narcoterroristas que tampoco representaban a la guerrilla (como lo han dejado saber las disidencias). Cada día suena más babosa la frase del nobel:“El sol de la paz brilla en el cielo de Colombia y que su luz alumbre al mundo entero”.
https://www.elespectador.com/, Bogotá, 05 de diciembre de 2021.