El proceso del 25 de mayo es un acto plebiscitario del régimen. Es un día programado para una aclamación que le brinde oxígeno político a Nicolás Maduro. Para lograr algún efecto alucinógeno necesita de actores que monten el sainete de hacernos creer que estamos bajo el amparo de una democracia real. Ante su descrédito universal producto de haberse robado las elecciones presidenciales del 28 de julio, ansía lograr algo de credibilidad para una revolución que todavía tiene la piel agrietada por la felpa recibida.
Uno los escucha como si estuviéramos en un país normal. Hablan de reglas de juego en una realidad donde no existen. Los escucho disertar sobre el equilibrio democrático sin comprender que es un proceso de la dictadura para quedarse definitivamente con todo lo que existe.
En este mundo de variedades utópicas muchos personajillos nadan en las dos aguas. Son como peces de un lago artificial en donde Jorge Rodríguez los alimenta sentado en un banco y embozando una macabra sonrisa. Son aquellos que militaron allá y todavía tienen restos del virus. Los observas organizando estructuras donde solo están los mismos con las mismas. Promueven el discurso de los usurpadores en la negación de la victoria de Edmundo González como presidente de la República. Razón tenía María Corina Machado, en desconfiar de muchos de esos que andaban en las concentraciones.
El 25 de mayo Venezuela dará una lección patriótica. No seremos comparsa de la dictadura en su empeño de terminar de sepultar la victoria del 28 de julio. Que reine la soledad. Un golpe devastador para que respeten.
@alecambero