Una pequeña República americana, diezmada por fratricidas escaramuzas internas, asediada por las recurrentes contradicciones políticas, desafiaba al enorme poder británico. Una gran potencia universal frente a una nación con un rumbo desierto. La manifiesta desigualdad en las fuerzas querellantes se hizo notoria desde la primera noche en París.
La posición venezolana partía de que la frontera debía ser línea media del río Esequibo en virtud del principio Uti possidetis iure (como poseías, seguirás poseyendo) por el cual le correspondía los territorios de la ex Capitanía General de Venezuela al momento de su independencia en 1810, la cual, se alega, tenía como frontera este al río Esequibo. En contraste, la posición de Reino Unido se basaba en un mapa de 1840 (aunque con algunas modificaciones posteriores) del naturalista prusiano Robert Schomburgk cuya línea fronteriza llegaba hasta Punta Barima en las bocas del río Orinoco (en el actual estado Delta Amacuro) y los montes de Upata (en el actual estado Bolívar) abarcando un área aproximada de 203.310 km² al oeste de río Esequibo.
El dictamen fue favorable a Reino Unido al adjudicarle el territorio denominado por Venezuela como Guayana Esequiba de 159.500 km², al oeste del río Esequibo, aunque no en su máxima aspiración de abarcar hasta las bocas del río Orinoco y controlar su navegación. Venezuela inmediatamente protestó el laudo resuelto por el tribunal arbitral por considerar que habían existido vicios de nulidad en la decisión; sin embargo, no fue sino hasta 1962 cuando logró un avance tangible al denunciarlo ante la ONU, después del hallazgo de documentos que comprometieron la legalidad del mismo. La denuncia póstuma del abogado norteamericano Sevelo Mallet Prevost, quien, como defensor de Venezuela, en el laudo parisino, indicó de todas las manipulaciones y presiones británicas para despojar a Venezuela de parte de su territorio. Con esta información y otras pruebas recolectadas, la nación avanzó en su derecho a tener control absoluto de su Esequibo. Fue así como nació el llamado Acuerdo de Ginebra años después.
En los ochenta la oprobiosa dictadura cubana operaba desde Georgetown. Desde allí enviaba tropas hasta la africana Angola. El general Arnaldo Ochoa era el encargado de la operación militar. Inclusive la Unión Soviética planteó la creación de una base espacial similar a la ubicada en Guyana francesa. Fue en aquel entonces cuando Fidel Castro, acusó a Venezuela de querer despojar a Guyana del territorio en reclamación. Esa posición fue la misma que mantuvo Hugo Chávez de manera reiterada. Jamás alzó su voz para defender la soberanía nacional, es más, hasta autorizó al gobierno guyanés que explotara parte de la zona en conflicto. Para el intergaláctico, Guyana era un aliado estratégico en la expansión ideológica del socialismo. Como Guyana y Venezuela eran satélites de Cuba, estos convencieron al gobierno nacional de guardar silencio sobre el espinoso tema. Inclusive cuestionó la firme postura de la entonces diputada a la Asamblea Nacional María Corina Machado, quien denunció el caso en variadas oportunidades, negándose el derecho de palabra en los debates que ella motorizó junto a otros diputados ante el permanente saboteo del gobierno revolucionario. Ella estuvo en la frontera entre Venezuela y Guyana demostrando su convicción venezolanista. Corriendo todo tipo de riesgos llegaron en curiaras para alzar la voz frente al importante hecho.
Ahora, utilizando una argucia política, el régimen quiere aparecer como garante del patriotismo. Cuando fueron ellos quienes le dieron alas a Guyana para que usufructuara los recursos minerales y madereros.
Resulta que los traidores a la patria, los auspiciadores de la posición de Georgetown, quieren aparecer como la voz de la patria. Creando un referéndum en donde preguntan si el Esequibo es nuestro. La sola formulación de la pregunta denota una grave contradicción: ¿Cómo voy a inquirir sobre algo que es obvio? Desde hace siglos pertenece a nuestro país. ¿Será que la dictadura venezolana tiene dudas sobre el particular? Todo este artilugio es para tratar de ocultar la espectacular revolcada que le dio María Corina Machado a Nicolás Maduro con las primarias. En la desesperación han recurrido al manido patrioterismo en la búsqueda de pescar incautos. Ellos saben que la consulta no tiene ningún valor probatorio en el tribunal internacional. Es allí donde debe presentarse una defensa con especialistas que puedan demostrar nuestro legítimo derecho. El gobierno quiere lavarse la cara. Abrogarse en su pecho la condición de ser la patria. La soberanía no se consulta, se ejerce de acuerdo con la ley.
Nuestro territorio Esequibo es una enorme franja de cuantiosos elementos de todo tipo. La inmensa riqueza. Entre los minerales del Esequibo se encuentran la bauxita, el oro, los diamantes y el manganeso, reservas de uranio, petróleo y gas natural, algunos ya sujetos a planes de exploración y/o aprovechamiento por trasnacionales. Destaca el potencial agrícola existente al norte de la región, que abastece a la población del país, principalmente concentrado en este eje que no supera el 15% del territorio, así como su potencial acuicultor. Debido a ello es que muchas potencias quieren morder allí. Según un informe del Banco Mundial del 15 de abril de 2001, Venezuela usufructuando los recursos naturales de Esequibo estaría entre las doce economías del planeta. Es hora de defender nuestro territorio teniendo como base el acuerdo de Ginebra, pero evitando que la tiranía nacional busque oxígeno político con este tema. Nada de retroceder en el empeño de recuperar esa parte fundamental de Venezuela. Nos asiste la verdad histórica. Existe una sólida argumentación jurídica que nos garantiza el derecho internacional. Es deber de cada venezolano tener claro que la razón es nuestra.
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