Eso es un gran punto en favor de la democracia. Esa cultura histórica tan arraigada en la sociedad neogranadina es un escollo duro de roer para la pretensión hegemónica de las fuerzas que gobiernan bajo la cosmovisión ideológica del Pacto Histórico. Esa robustez se contrasta con las diferencias que se observan en el gobierno. Entre la presidencia y quien ejerce la vicepresidencia existen una ancha franja de diferenciaciones. Desde que el exultante Gustavo Petro prácticamente le arrancó el micrófono en la toma de posesión para impedir que Francia Márquez no metiera la pata hasta el lodo más nauseabundo de su espíritu lesivo. Ese día le marcó la cancha poniéndola a recoger los balones. Que se entretuviera gastando a granel en su seguridad. Tratando de volver al pasado regresando al baile zulú en el África negra. Mientras tanto, Gustavo Petro iniciaba su ofensiva verborreica con un sinnúmero de heridos sociales abatidos por los disparos a quemarropa de una ráfaga de promesas incumplidas. El hombre se crece Jorge Eliecer Gaitán cuando habla en la plaza pública. Solo que su nivel de erudición se atasca en una fraseología incomprensible. Sus fantásticos relatos rebotan con una realidad en donde quien pierde es Colombia. La primera experiencia socialista al frente del gobierno es un auténtico fiasco. Sus áreas de influencia electoral lucen decepcionadas. La ilusión que levantó se fue desvaneciendo con el paso de las primeras semanas. Su persecución contra los medios y personalidades del periodismo le abrió los ojos a muchos que entendieron que la receta que buscaba aplicar era la de Venezuela.
Que las instituciones democráticas sean el garante de una sociedad libre es la fórmula ciudadana de Colombia. Mientras ellas existan, el sueño de perpetuidad será solo la alucinación húmeda de un modelo hegemónico que se topó con la constitución.
@alecambero
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