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Néstor H. Martínez  

La legalización sería la solución definitiva del problema; pero si se trata de una decisión global.

Difícil de asimilar en una sola dosis la nueva política antidrogas: legalización de la marihuana; renuncia al glifosato; eliminación de la erradicación forzosa; “acogimiento” a la justicia y revolcón a la extradición. Lo que sigue necesariamente es el acta de defunción de la célebre Dirección de Antinarcóticos de la Policía, cuyos miembros pasarán a formar parte, de seguro, de la policía infantil o, si acaso, de los carabineros.

Colombia es un país de alta criminalidad. Por ello, para combatir el delito transnacional, como resultado de un trabajo de años nos insertarnos en el sistema de cooperación judicial internacional, alcanzando un grado de protagonistas. Desafortunadamente, los últimos anuncios podrían acabar de un plumazo lo que se construyó con tanto esfuerzo y utilidad, con el apoyo de la sociedad de naciones.

El remezón que estamos viendo lo justifican por el denominado fracaso de la política prohibicionista. Nadie duda que la legalización sería la solución definitiva de este problema; pero si se trata de una decisión global, lo que está lejos de ocurrir. Hasta ahora, a nadie se le había ocurrido avanzar en la legalización de la droga en el mayor país productor del mundo, cuando la cadena de comercialización y consumo sigue siendo un delito a nivel internacional. No hay que hacer mucho esfuerzo para entender que, en este contexto, se propagará entre nosotros el narcotráfico, para apoderarse de lo que los economistas llaman las rentas del arbitraje regulatorio, que surgirá entre dos mercados: uno, el de Colombia, en el que son lícitas las narcotransacciones, y otro, el del exterior, en el que siguen siendo ilegales.

Para los pequeños cultivadores volverá el PSIS que financia a las familias que entran en programas de sustitución. En su corta historia demostró que disminuía la tasa de resiembra, aunque su resultado neto quedó en entredicho, luego de que –en su época de oro– los cultivos ilícitos llegaron a 208.000 ha. Grave eso. Pero más grave aún, que los gestores de los cultivos industriales, muchos de ellos hoy en manos de carteles mexicanos, puedan terminar beneficiados con la eliminación de la erradicación forzosa y del glifosato.

Aterrador, de otra parte, que se hable de la liberalización de la droga en Colombia, pero que no se conozca un solo plan de salud pública para tratar al consumidor habitual. Hay que ver lo que se sufre en la actualidad en nuestros pueblos, como resultado de la drogadicción que estimulan las ollas, que saldrán del clóset. ¿Cómo será esto en el futuro? También hay que considerar el impacto en la seguridad ciudadana, porque buena parte de los hurtos, las lesiones y los homicidios son cometidos por victimarios bajo el efecto de alucinógenos.

El anuncio de que “el narcotraficante que negocie con el Estado y se comprometa a dejar definitivamente el narcotráfico no se extraditará” deja más preguntas que respuestas. ¿Esta regla beneficiará solo a los narcos anteriores a la nueva política o será de carácter permanente? Si es lo primero, sería un ultimátum; pero si es lo segundo, se estaría otorgando una patente de corso a los narcos para que sigan en el negocio y se sometan en caso de ser pillados, con la ñapa de que no habrá extradición. ¿Y la garantía de no extradición se obtiene por el solo hecho de “comprometerse” a dejar el narcotráfico? ¿Deben entregar sus fortunas ilícitas o quedan legalizadas? ¿Deben entregar las rutas y a sus socios? ¿Será posible otorgar semejante beneficio, así permanezca incólume la organización delictiva? Por supuesto, no se trata de preguntas menores, cuyas respuestas deberían elevarse a una ley, para que la propuesta, que tanto puede afectarnos, sea debatida democráticamente.

Ojalá no demos un salto al vacío. Serían irreversibles los costos de un fracaso, con más narcocultivos, más varones de la droga y mayor consumo interno.

Taponazo. Esta semana los compinches de alias Santrich serán condenados en una Corte de Nueva York, luego de declararse culpables. ¿Para el Canciller será otro “entrampamiento” de la justicia de Estados Unidos?

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 27 de agosto de 2022.

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