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Tomás Castrillón O.    

Se entiende que “Sesgo” es un “error sistemático al favorecer una circunstancia frente a otras” o mejor, tal vez, que es: “peso desproporcionado a favor o en contra de una persona o grupo”. Asimismo “Esperable” significa: “Que resulta probable que ocurra o resulte”.

Los atropellos y crímenes que se cometen actualmente en Ucrania, por parte del comunismo ruso, parecen ajustare al esquema según el cual se aprovecha el sesgo existente en algunos organismos internacionales de control, resultando en lo esperable: la invasión rusa.

En efecto. Durante la segunda mitad del siglo pasado, luego de la Segunda Guerra Mundial, el comunismo ruso se ha empeñado en tratar de apoderarse del poder de la mayor porción del mundo. Para ello, dentro del empleo de “todas las formas de lucha”, una de las principales actividades desarrolladas es la de infiltración en todos los estamentos de dirección, manejo y control de los estados. Específicamente de los medios de comunicación, la educación y las administraciones de justicia a todos los niveles, de los países. Todo ello a nivel internacional y, claro, nivel local de todas las comunidades. Es notable el grado de infiltración, con el consiguiente sesgo, logrado en entidades como la ONU, la OEA y la CIDH lo que se ha reflejado en innumerables situaciones (Recordando, por ejemplo, a Hungría y el cardenal Mindszenty y la primavera de Praga) en que dichas entidades se han mostrado muy laxas al tratar de los atropellos que esas fuerzas del comunismo internacional han cometido a través de los años. No hace mucho ocurrió el episodio de Crimea, y hoy, siguiendo el mismo patrón le tocó a Ucrania Y la respuesta de la ONU, por ejemplo, confirma la percepción que se tiene de esta entidad que, palabra más o palabra menos, corresponde a la pregunta: ¿Para qué sirve, en estos casos, la ONU?

Según el dicho o refrán: “Si rasuran al vecino pon tu barba a remojar”, es esperable que podrían ocurrir ataques de la misma naturaleza del de Ucrania, en Corea del Sur, en Taiwan y hasta en Colombia. Porque, recordando la fábula del escorpión y el renacuajo, no hay que olvidar que los dictadores comunistas también tienen “su naturaleza”. ¡El que entendió, entendió!

Este tránsito del sesgo a lo esperable, está ocurriendo demasiado no solo en forma global, sino que es muy característico a nivel local, y entonces no es de extrañar que “resultó lo que era probable que ocurriera”. Por ejemplo: se supo recientemente que a raíz de la declaración del presidente de Nicaragua en el sentido de que Colombia era un “narco estado”, el gobierno colombiano montó en cólera y la cancillería presentó la consabida nota de protesta y retiró al embajador. Pero cabe preguntar entonces: ¿A qué se debe ese orgullo herido? ¿Qué era lo que esperaban? Si lo que surge de inmediato es preguntar por la situación real actual del país y ante los “hechos tozudos”, es preciso manifestarle al innombrable expresidente anterior, a la manera bíblica, y refiriéndose a Colombia que: “A nuestra bella Patria “la habéis convertido” en un narco estado”. ¡Claro! Uno de los sesgos característicos del mandatario anterior, fue favorecer desproporcionadamente a los narcotraficantes y llegó lo esperable. Claro que, en este actuar, el exmandatario no estuvo solo, porque, poco a poco, a esta situación la fueron revistiendo de una gran tolerancia disfrazada de legalidad, por parte de los altos tribunales, que también actuaron manifestando un notable sesgo favoreciendo a los criminales. Es claro entonces que eran completamente esperables el negociado espurio de La Habana, la traición a la voluntad popular del plebiscito, la instalación de la JEP y “todo esto y mucho más”, aprovechando el sesgo de innumerables estamentos de control y administración de justicia nacionales e internacionales que: se “hicieron de la vista gorda”. A todas estas también cabe preguntar ¿Por qué la laxitud sesgada característica con el gobierno de Cuba?

Aparece entonces una mutación nefasta de la teoría de la relatividad, que consiste en el sesgo para tratar a los ciudadanos que pertenecen a ciertas organizaciones. Específicamente bastaría preguntar, por ejemplo, por  casos como el del exministro A. F. Arias y el expresidente Uribe , en contraste con el trato deferente que se ha dado al innombrable expresidente anterior, en  casos como el de Odebrecht y muchos otros personajes de la misma corriente de extrema izquierda, como los “teflónicos” (nada se les pega, Juanito) como el mismo candidato Petro, el senador Cepeda y la exsenadora del turbante, para no entrar a profundizar en  el trato , sesgado por demás, que les han dado a los narcotraficantes terroristas que hoy son senadores.

Respecto a los próximos eventos electorales, es preciso que la comunidad no “persevere en el error” cometido al permitir que “nos metan el dedo a la boca” al decir de nuestras matonas, como pasó en las tres principales ciudades del país luego de las últimas elecciones.

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