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María Isabel Rueda 

Ha viajado tres veces a EE. UU. y lo único que le preguntan es cuándo se saca la foto con Biden.

Si a Gustavo Petro lo caracteriza su teflón, que impide que algo malo le pase a pesar de las barbaridades que dice, al presidente Duque le pasa todo lo contrario: que por no tener teflón, muy pocos le reconocen sus aciertos. Y al lado de resultados buenos de su gestión, la tendencia es a invisibilizarlos, para evaluar su gobierno bajo el peso de criterios insignificantes. El ejemplo perfecto es su gira internacional más reciente.

La noticia que principalmente trascendió en Colombia fue un supuesto desplante a los palestinos por inaugurar una sede tecnológica en Jerusalén; y que su ministro de Defensa dijo algo que, siendo cierto, no podía decir: que constituye un acto inamistoso que Irán financie al grupo terrorista Hezbolá en Venezuela, donde vive nuestra guerrilla. En España también hay molestias por una declaración de la Canciller que reconocía como territorio marroquí un sector fronterizo sobre el que hay diferendo. A Duque hasta lo ridiculizaron por su visita al Muro de los Lamentos y al Santo Sepulcro. Pero, además, ha viajado por lo menos tres veces a EE. UU. y lo único que le preguntan no es cuánta inversión trae, sino cuándo se saca la foto con Biden.

Su falta de teflón impide, en cambio, que se valoren en una foto más grande los aciertos de su gobierno. Y como le tocó gobernar en pandemia, no hay nada que hacer: esa calificación no se le puede dar sacándole el covid de la foto, porque no sería realista.

Por ello dividiría en tres grandes capítulos los mejores resultados de su gobierno: las perspectivas de la recuperación económica, la vacunación y el golpe contra ‘Otoniel’.

En materia económica, el Presidente hizo lo que le tocó en medio de la pandemia. Tuvo un horizonte social claro, impulsó la gratuidad en la educación, la devolución del IVA, que, según tanto gurú, no se podía hacer, y blindó estas medidas de todo tinte populista. Al punto de que fue cauto en los subsidios, y por eso es real la recuperación que se pronostica en varios sectores de la economía, lejos de ser fruto de una burbuja asistencialista. Las calificadoras de riesgo se apresuraron en bajarnos la nota. Muy rápidamente, los bonos colombianos se colocaron bien en el mercado; y contra todas las apuestas, Duque fue capaz de sacar adelante una reforma tributaria nueva, menos ambiciosa que la anterior –que se le cayó por culpa de Carrasquilla– y que obviamente, para no exagerar, tampoco será suficiente para resolver todos los problemas estructurales que heredará el próximo gobierno y que implicarán, cómo no, una nueva reforma tributaria.

Otro acierto de este gobierno, contra todo pronóstico, fue la vacunación, que acaricia las propias expectativas gubernamentales de 35 millones de dosis dobles en diciembre. Ya se están aplicando terceras dosis y vacunando niños. Y cuando en los picos creímos que nos iba a derrotar la carrera contra las UCI, logramos ponerlas a funcionar, todo con un manejo superiorísimo al de muchos países del área. Estamos hasta vacunando inmigrantes, cuyo acogimiento ha sido, para mí, uno de los aciertos humanitarios de este Presidente que menos le han reconocido; porque en Colombia los graduamos de ladrones y solo en pocos países extranjeros a Duque le han dado una palmadita en el hombro.

La captura de ‘Otoniel’ es otra de esas hazañas que por su complejidad los gobiernos logran hacer, si acaso, una vez en sus cuatro años. O ni eso. Pero claro, necesariamente hay que contrastarla con la exacerbación del orden público urbano, y con el asesinato de líderes sociales. En cuanto a lo primero, no hay duda de que en esos malos resultados han jugado un papel definitivo muchos alcaldes. Yo no recordaba un período de unas relaciones tan cortantes, incluso tan hostiles, entre alcaldes de las principales ciudades del país y el Presidente, hasta el punto de desafiar sus directrices. En cuanto a lo segundo, ¿cuánto pudo haber influido en ese clima contra los llamados líderes sociales que las cifras de los narcocultivos se hubieran disparado y los corredores estratégicos de la droga se convirtieran en el matadero de sus habitantes?

Lo que hay que sacar de este paquete es la política internacional. Esa sí necesita que venga otro gobierno a arreglarla, porque no obstante los esfuerzos de la Vicepresidenta-Canciller, el camino que tomamos es mucho más ideologizado que pragmático, y en estos momentos parece irreversible.

Pero si Duque tuviera algún teflón, muchos de estos temas y otros que no me caben acá, como su temperamento moderado, o su sincero activismo ambiental, se le estarían reconociendo. En cambio, dicen que es el peor presidente de la historia de Colombia porque metió mal el papelito de los deseos por la rendija del Muro de las Lamentaciones.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 14 de noviembre de 2021.

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