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Jorge Enrique Pava  

No hay mal que dure cien años… Y el nuestro, aunque tortuoso, prolongado y lesivo llega a su fin después de cuatro eternos años. El descaro, los embustes irrespetuosos, la tergiversación de la realidad, la entrega de obras imaginarias, los supuestos logros y la conversión de Manizales en el paraíso terrenal fueron anunciados las últimas semanas en los medios de comunicación -después del pago de millonarios contratos-, por unos funcionarios desvergonzados que, sabiendo su fracaso, mostraron resultados amañados, emulando en su mitomanía al alcalde Carlos Mario Marín.

¡Ya nada que decir! Duramos todo el período denunciando, develando la realidad, entregando pruebas a los organismos de control y de justicia, llamando a las fuerzas vivas para que reaccionaran, y tratando de destapar esta olla podrida y apestosa que fue, desde el primer día de gobierno, la administración Marín-Osorio.

¡Y a fe que lo logramos! Quedamos con el grato sabor del deber cumplido, cosa que no pueden decir quienes, silenciosos y cómplices, contribuyeron con sus acciones o su silencio a la destrucción de la ciudad. Ellos saben quienes son y será la historia, su consciencia, y ojalá la justicia, las encargadas de llamarlos a responder por el desastre que causaron.

De Carlos Mario Marín, simplemente agregar que nunca pudo desvirtuar ninguna de mis denuncias y hoy, por el contrario, está atendiendo un proceso judicial del que muy difícilmente se va a librar. Y creo firmemente que no será el único, pues lo que se viene para él y sus funcionarios cuando se logre destapar esa olla que creyeron hermética para siempre, será asombroso para el país y asqueante para los manizaleños.

¡Ojalá Marín atienda sus responsabilidades judiciales con el mismo ímpetu que le imprimió a sus desafueros, nepotismo y corrupción, y ponga la cara en los difíciles momentos que se le avecinan! No sea que, después de tanta aberración y daño, termine escudándose en un desequilibrio mental para evadir sus responsabilidades, o dándose a la fuga para hacerle otro esguince a la justicia. Recuerde: ¡No hay dinero suficiente para comprar la tranquilidad del prófugo, ni riqueza que alcance para lograr la paz del exiliado! ¡Adiós, Carlos Mario!

-0-

Pero no todo es malo por estos lares. Paralelo al despido de la administración mas perversa en la historia de Manizales, recibimos con alegría, entusiasmo y fe la llegada del alcalde Jorge Eduardo Rojas Giraldo. Sabemos de sus ejecutorias y estamos seguros de que esta nueva administración será un bálsamo que curará las heridas profundas que nos desangran.

Volver a una Manizales hidalga, grandiosa, cívica, segura, amable, emprendedora y orgullosa de sí misma es un propósito ofrecido en campaña y desde ya se siente el optimismo de la gente. Volver a una Maizales donde se respete al semejante, impere la seguridad y se imponga la autoridad es el anhelo de muchos y el propósito del nuevo alcalde. Volver a una Manizales planeada, en crecimiento y desarrollo donde los recursos alcancen para grandes obras, es la esperanza de quienes amamos el progreso y creemos en una administración eficiente, efectiva y eficaz.

No son pocos ni sencillos los retos de Jorge Eduardo Rojas en su propósito indeclinable de reconstruir la ciudad. Pero el alcalde no puede quedar solo en momentos tan difíciles. Manizales entera debe volcarse a contribuir en esta causa, poniendo cada uno su granito de arena. Desde el civismo, para erradicar las violaciones legales básicas en las calles, avenidas y parques; desde la inversión, para contribuir al crecimiento de ciudad; desde los gremios, para aportar desinteresadamente en la planeación económica e industrial; desde la academia, para entregar seres formados con amor por lo nuestro y capacitados para afrontar nuevos retos; y desde la voluntad ciudadana, para conformar una fuerza sólida e indestructible de manizaleños luchando por defender a nuestra Manizales de malva y recomponerla después del saqueo asqueroso al que fuimos sometidos.

Al concejo que termina, solo decirle que llevaremos su complicidad como símbolo de las ruinas de una ciudad que nunca se los mereció.

¡Pa´delante, alcalde Rojas! Usted no está solo. Somos muchos más los manizaleños de corazón, que la impudicia que hoy despedimos con repulsión.

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(2) ¡Irresponsables!

Jorge Enrique Pava Quiceno

Después de escuchar al alcalde Jorge Eduardo Rojas hablar sobre el estado en que

encontró la ciudad, los manizaleños nos sentimos adoloridos, no solo porque los actos

aberrantes los advertimos previamente, sino por la permisividad que se guardó durante

cuatro años de corrupción, desorden administrativo, abusos y pérdida de valores.

Es entonces cuando advertimos la responsabilidad que les atañe a los organismos que se

hicieron los de la vista gorda, mientras la mafia saqueaba nuestras arcas y dilapidaba el

presupuesto de la ciudad.

Y nos preguntamos: ¿qué función cumplió el concejo de Manizales como controlador

político del municipio? ¡Ninguna! Se limitó a aprobar, hasta última hora, adiciones

presupuestales absurdas que engrosaron las arcas públicas, de donde se surtieron los

corruptos y se abastecieron contratistas, electoreros y burócratas. Fueron aprobaciones

que dolieron, porque la minoría del concejo advirtió sobre ello y simplemente se impuso

la fuerza de la administración de una manera no gratuita, por supuesto, pero sí descarada

e irrespetuosa.

¿Dónde estuvo la Contraloría municipal cuando los proyectos fracasaban por

incumplimiento en el tiempo, pérdida de recursos, adiciones millonarias, improvisación y

desgreño? Se limitó a producir informes previamente conciliados con la administración,

develando algunas cosas insignificantes de las cuales se daba traslado a otros entes para

que allí durmieran el sueño de los justos. Es decir, demostró que es solo un ente

burocrático sin oficio y que lo mismo daría su supresión o inexistencia, mientras quienes la

dirigen se dobleguen ante sus controlados como lo hizo la nuestra en este período de

gobierno.

¿Cuál fue la función de la Procuraduría General de la Nación, entidad a la que se le rio en

su cara la administración, haciendo caso omiso de sus disposiciones sancionatorias y

obviando las inhabilidades de funcionarios? Callaron y dilataron los procesos de una

manera descarada mientras la impunidad insuflaba confianza en los corruptos que se

veían avalados por la indolencia. No es casual, por ejemplo, el silencio en el proceso que

tiene encartado penalmente al exalcalde; o que apenas el 3 de enero de 2024 se anuncie

la apertura de una investigación disciplinaria contra el exgerente de Ideas Mas, cuando la

denuncia se interpuso el 21 de noviembre de 2021. ¡Cuánto daño se causó en este

tiempo! ¿Por qué esperar a que saliera Carlos Mario para iniciar la investigación?

¿Cuál fue la función de los gremios, a quienes el ex alcalde les defraudó la confianza que

depositaron cuando les presentó la supuesta reactivación económica, y que no fue más

que otro escalón en el ascenso hacia el enriquecimiento personal y la ruina municipal?

Resignación, silencio, complicidad, lucro e indolencia. ¿Cuál es el sentido de los gremios, si

la ciudad donde tienen asiento se desmorona ante sus ojos y solo entregan indiferencia y

connivencia con el destructor?

¡Irresponsables, todos!

-0-

Hay que abonarle sí al pueblo, al elector primario, al votante autónomo y al ciudadano

consciente que se manifestó en las urnas con una votación aplastante por el nuevo

alcalde, pues esta no solo fue una votación por el candidato, sino un castigo a una

administración perversa. Es el castigo de la democracia, y un golpe para los organismos

constitucionales que omiten sus funciones sin reato ni vergüenza.

Pero -no nos cansaremos de decirlo- el alcalde no puede luchar solo. La reconstrucción de

la ciudad es una tarea de todos y, aunque no lo creamos, las pequeñas cosas serán

definitivas para impulsar las grandes realizaciones. Un saludo amable, una atención cordial

a los clientes, no parquear en sitios prohibidos, respetar las señales de tránsito, ceder el

paso al peatón, alternar el paso de vehículos voluntariamente en puntos de

embotellamiento, no dejar ni recoger pasajeros en sitios no destinados para ello, no pitar,

no arrojar basuras a la calle, etc., son comportamientos que, si nos proponemos,

cambiarán el ambiente cotidiano y convertiremos a Manizales nuevamente en esa ciudad

envidiable para vivir. Son pequeños aportes del ciudadano del común, que

complementarían las grandes obras de la administración.

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(3) Hora de renacer

Jorge Enrique Pava Quiceno

En Manizales comenzamos 2024 con un aire nuevo, de esperanza, de tranquilidad y con

un espíritu de ilusión que se finca en una luz al final del largo y tenebroso túnel por el que

anduvimos los últimos años. Y se siente no solo en el ambiente festivo que, por fortuna,

nos extiende un poco más las fiestas navideñas y la rotación de dinero en la economía

local, sino en el optimismo de la gente y en la forma como se proyecta el ciudadano para

reemprender su camino.

Hay mucho por hacer. ¡Y rápido! Porque, a pesar de que el alcalde Jorge Eduardo Rojas

viene trabajando desde el mismo día de su triunfo electoral, el municipio de Manizales y

sus institutos descentralizados requieren de un minucioso análisis para determinar las

acciones que se deben emprender para recuperarlos o, en algunos casos, liquidarlos

definitivamente y erradicar vicios, enquistamiento de corrupción y trámites espurios que

legitiman la fuga de nuestros recursos.

Es una ardua tarea que, unida a la voluntad del ciudadano, conseguirá asegurar una

pronta mejoría y resultados en nuestra recuperación. Lo primero será determinar la

verdad de nuestra situación; posteriormente ver alternativas de solución; y, por último,

activar el plan de choque que se convierta en soluciones efectivas para salvar empresas y

recomponer el municipio.

Y desterrar el espejo retrovisor. El alcalde tiene la madurez y el conocimiento suficientes

para actuar en procura de soluciones, sin dejarse tentar por riñas pueriles y ridículas que

le plantean desde los rescoldos de la Bodeguita Verde o desde cuentas ya marchitas de

redes sociales; como también el conocimiento suficiente para gobernar bien, y la

sindéresis para que, después de conocer el presente, se enfoque en construir sobre las

ruinas, recomponer lo que queda de improvisados inicios, proyectar pensando en nuestro

desarrollo, y emprender las acciones legales, estructurales y de planeación y control.

La confianza es absoluta. El pueblo se manifestó en las urnas con la más alta votación de la

historia y en pocos días hemos visto cómo recuperamos la seriedad de la alcaldía, la

institucionalidad, el decoro por las costumbres y la efectividad de la administración

plasmada en orden, seguridad, autoridad y respeto. Diez escasos días del año (y del

gobierno) y vemos un cambio radical que nos nutre la esperanza de una ciudad

nuevamente por el camino del progreso, desarrollo y estabilidad financiera, económica y

social.

¡Creemos en Manizales! Sabemos de su capacidad para superar las adversidades.

Conocemos la voluntad de los líderes que sufrieron ese bajón anímico que los alejó de

hacer parte de la solución, y hoy reaparecen silenciosos pero efectivos, con todos los

ímpetus para contribuir en este renacimiento. Sabemos que la fuerza de una comunidad

culta, hidalga y amante de su tierra es más poderosa que cualquier desastre, y que esa

fuerza convertida en acciones superará la debacle que padecemos.

No es hora de lamentaciones, pues no conducen a nada. Ni de inculpaciones mediáticas,

que solo generan zozobra. Ni de llantos o plañideras. ¡Llegó la hora del renacimiento! Ese

renacimiento que requiere decisión, carácter, altruismo y trabajo. Llegó la hora de mostrar

la casta y enjundia que siempre hemos tenido y que, por razones del destino, las

enterramos en los últimos años.

Hagámosle honor a este texto extraído del Pregón de la Feria que, por fortuna,

recuperamos a partir de este año: “Incorpórate, pues, Manizales vibra y canta al amparo

de tu probada hidalguía, bajo la transparencia abierta de su cielo sobre el plinto verde de

tu colina, enciende nuevamente las fogatas del entusiasmo y echa a volar otra vez en el

viento los cascabeles de tu alegría y de tu risa.”.

Y como no es función del gobernante juzgar ni castigar, tenemos que confiar en que la

justicia hará lo suyo. ¡Mientras tanto, dediquémonos a incorporarnos y a renacer! ¡La hora

es ya!

JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO

C.C. 10.259.699 DE MANIZALES

www.titepava.com

 
Publicado en Columnistas Regionales

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