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César Salas Pérez   

Recordarán los lectores que el realismo mágico es un movimiento literario del siglo XX donde lo extraño se presenta como algo cotidiano, mejor dicho, a través de la observación de lo que pasa en el mundo real, un autor en vez de sustituir esa realidad lo que hace es normalizar las fantasías y los acontecimientos insólitos e increíbles incorporadas al mundo real.

Colombia con García Márquez y su obra nobel de literatura “Cien años de soledad”, fue el encargado de inmortalizar este género que sigue tan vigente como recordado.

Pues bien, esta columna de opinión es recomendada para los que alguna vez leyeron la obra nobel porque tiene mucho que ver con lo nutrido y maravilloso de los componentes del exitoso género literario en comento,  asociando cómo un incompetente como el que nos gobierna y  con sus insultantes ínfulas de dictador puede llegar a pensar que conducir un país es asemejarlo al realismo mágico mal interpretado y su sátira comunista fracasada frente a la realidad del poder y la gobernanza en nuestro país. Me explico, si el realismo mágico incorpora ficciones, sueños y aventuras a una historia cómo es posible que el señor Petro le siga vendiendo y con mucha naturalidad a los colombianos la increíble historia de que su fracasado proyecto político le va a cambiar la vida a los ciudadanos cuando probado está que lo que usurpa el socialismo lo convierte en miseria, hambruna, desplazamiento y muerte.

A mi modo de ver la vida, el realismo mágico tergiversado en el mundo idealista en el que vive el presidente y su absoluta desconexión con la realidad del país, tienen mucho que ver con la hermosa literatura antes mencionada. Creer Petro que la Colombia en la que vivimos puede llegar a ser comparable con la Macondo de Gabriel García Márquez es qque sea la realidad la que supere la ficción.

Empecemos a asociar características originales de la obra con lo horrible que es este cuatrienio. En la retórica presidencial, la obra se soporta en mitos y leyendas que hacen parte de la cotidianeidad del pueblo Macondiano, mientras que la radicalización petrista cree ciegamente en las fantasías del Chavismo y de la dictadura cubana de que son el sueño que prospera un país y que deben ser reales y verosímiles. El mejor ejemplo es creer que el progresismo es la nueva identidad del pueblo colombiano y que Bogotá que casi siempre ha votado progresismo, solo ha dejado corrupción, inseguridad y atraso social como herencia de sus alcaldes a la hora de entregar el poder.

En segundo lugar, la obra se soporta en el patriarcado heredable de una sola familia, los Buendía, quienes tienen ideologia soportada en la guerra. Y pensar que el comunismo es una forma de gobierno igualmente soportada en la guerra y la lucha de clases pensada en que lo que se ha construido en muchos años ahora ya no sirva de nada al mesías desconectado de la realidad que solo habla al mundo de paz total y cambio climático creyendo que así se inmortalizará, cuando la verdad es que el país y sus instituciones están prácticamente, arrodilladas ante el terrorismo, el narcotráfico y las mafias enquistadas por años en el poder.

Recordémosle a la guerrillerada que en Macondo de “Cien años de soledad” la familia Buendía seria copiada hoy por parte de la familia Petro en atornillarse en el poder en asocio con las organizaciones internacionales comunistas o países con regímenes autoritarios como China, Irán, Rusia o Venezuela.

Otra característica es que los grandes temas de la obra nobel como el tiempo y la soledad del pueblo Macondiano vendrían siendo en el desgobierno Petro la revolución Bolivariana y la destrucción de nuestro sistema de gobierno, utilizando como lo hicieron los Buendía, la figura del nepotismo, el amiguismo y el activismo ideológico de quienes nos desgobiernan, nombrando a sus ciegos de mente en los puestos claves de esta detestable administración.

Sigamos adelante, ¿será que Petro se cree el coronel Aureliano Buendía? Este es el personaje más importante de la obra porque sabe de Filosofía, de arte, de ciencia, pronostica el futuro, goza de prestigio y poder y es de carácter implacable. Creería que el coronel es virtuoso y el otro un completo charlatán, populista y obtuso. También pienso que el hecho de que el ejército haya asesinado a los trabajadores de la compañía bananera en Macondo sería en el hoy el trauma que tiene Petro en contra de la seguridad, el orden y el imperio de las instituciones en un Estado democrático y libre.

También puede ser posible que la muerte de los 16 hijos de Aureliano (Petro en el léxico guerrillero también fue llamado Aureliano), se pueda asociar a la muerte de cada jefe guerrillero a manos del ejército como los criminales caídos en el M-19 y los de las Farc, principalmente. Es probable que José Arcadio Mejía, el hombre más importante de Macondo sea imitado por Gustavo Francisco con la pequeña diferencia que el primero fue dotado de sabiduría. Otro punto clave sería el que me lleva a la firme convicción de que Úrsula Iguarán (esposa de Arcadio) y matriarca de Macondo es levemente imitada por la primera dama, pero para vivir más de 100 años en vanidad. Pienso que la obra es copiada por este desgobierno en muchos apectos, sin embargo, lo que resalto es que la realidad copió al pie de la letra la guerra, la opresión, el temor de Petro al olvido y que, si todo Macondo fue condenada a ser arrasada y sepultada por un huracán, Colombia correrá con esta suerte por cuenta de la revolución petrista que pareciera no tener retroceso ni final.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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