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Jesús Vallejo Mejía

Poseído por su desaforada soberbia, el que nos desgobierna ha resuelto querellar por injuria y calumnia al expresidente Pastrana por considerar que unas afirmaciones que hizo recientemente afectan su buen nombre y su honra.

El querellado afirmó en X (antes Twitter) que "Su campaña y su presidencia @petrogustavo no han sido otra cosa que la fusión del gobierno con el narcotráfico bajo el velo de una farsa denominada paz total." Vid. Andrés Pastrana acusa a Gustavo Petro de relacionarse con el narcotráfico (pulzo.com).

Es probable que el querellante piense que a partir de febrero del año que viene la fiscalía estará bajo el mando de alguien que actúe bajo su control y entonces pondrá en calzas prietas al expresidente Pastrana, obligándolo a retractarse de sus afirmaciones.

¿Qué sucedería si el ilustre querellado insistiera en ellas?

De entrada, la actuación de quien estuviere diligenciando la querella presidencial haría bastante ruido en la opinión pública, en cuyo seno se discutirían las razones de la parte querellante y de la querellada. En otras palabras, ahí se entraría al fondo del debate para decidir si la primera cuenta con motivos suficientes para sentirse agraviada o, por el contrario, la segunda estaría en su derecho al hablar de una fusión del gobierno actual con el narcotráfico.

Para tales efectos, sería necesario dilucidar primero que todo si se dio el "Pacto de la Picota", en cuya virtud hubo promesas para narcotraficantes que apoyaran la campaña del candidato que al parecer obtuvo la mayoría de votos en los comicios presidenciales; si a su campaña ingresaron dineros del narcotráfico; si, como acaba de declarar el fiscal Barbosa, el querellante le pidió el 11 de enero de este año que salieran de la cárcel narcotraficantes con órdenes de extradición; si el decreto que acaba de dictarse para revocar el que disponía el decomiso policivo de estupefacientes beneficia jíbaros y ataca familias; si el gobierno presentó un proyecto de ley para legalizar la cadena productiva del narcotráfico, etc. (Vid. Francisco Barbosa aseguró que Petro está en mora de contar la verdad | RCN Radio).

En síntesis, el debate público sobre estos y otros pormenores, tales como la defensa de los cultivadores de coca, las declaraciones ante la ONU acerca de que el petróleo y el carbón son más dañinos que la cocaína y la marihuana, lo de la paz total con delincuentes de toda laya o el debilitamiento y la desmotivación de la fuerza pública, dará pie para considerar si hay un círculo indiciario suficientemente establecido para concluir que, en rigor, se ha dado una fusión del narcotráfico con el gobierno o algo parecido.

El fiscal que asuma el diligenciamiento de la querella tendrá que ocuparse de todos estos tópicos para decidir si procede imputar al expresidente Pastrana ante la justicia penal por los delitos de injuria y calumnia. Pero ahí no cesa el embrollo, porque si el caso llegare a la justicia, en ésta habría dos instancias y otra adicional que podría darse ante la Corte Suprema de Justicia en virtud de una casación.

En suma. el soberbio querellante verá cuestionada su política respecto del narcotráfico ante dos tribunales, el judicial y el de la opinión pública.

De una vez les pregunto a mis lectores: ¿a quién le confieren más credibilidad, al querellante o al querellado?

¿Qué sucedería si la justicia terminare absolviendo al segundo por considerar probadas sus afirmaciones o que éstas no configurar injuria ni calumnia?

Traigo a colación el caso de otro soberbio que hace años querelló a un estudiante que lo acusó de haber hecho un pronunciamiento falaz y oportunista sobre el incendio del edificio administrativo de la Universidad de Antioquia. El juez de primera instancia lo absolvió porque en efecto se probó que el querellante era falaz y oportunista. En la segunda instancia se matizó la decisión diciendo que no había injuria ni calumnia de parte del estudiante y que el caso versaba sobre una pelea casi doméstica en la esfera universitaria.

Todo indica que el que nos desgobierna está desesperado, situación anímica que lo lleva por unos peligrosos andurriales.

Llama la atención que quien edificó su carrera política, entre otras cosas, por insultar y calumniar sin reato alguno a troche y moche salga ahora declararse ofendido porque se le canta la tabla. ¡Vivir para ver, como dicen que dijo el otro!

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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