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Juan David Escobar Valencia

La recolección de firmas se convirtió en una herramienta sucia de los que no pueden o no quieren competir de igual a igual.

Voy a decir que son firmas “chinas”, para no usar otra palabra más fea que empieza por “chi”, al referirme a las misteriosas recolecciones de firmas para aspirar a cargos públicos. No es que la recolección de firmas sea esencialmente una mala idea, pues abre el abanico de las posibilidades de participación, algo propio del sistema democrático. Pero los hechos muestran que esto resultó ser una oportunidad para los bandidos, que no son solo los políticos corruptos sino también los votantes corruptos. Como dije hace tiempo, los políticos son tan malos como tan malos sean los votantes.

Algunos dirán que recoger firmas tiene el propósito de facilitar el acceso a las contiendas electorales y no preestablecer con precisión cuántos votos van a obtenerse posteriormente, pero algo torcido sí está pasando. Además de ampliar el tiempo de las campañas, como también el espacio para gastar sin muchos controles efectivos, la recolección de firmas se convirtió en una herramienta sucia de los que no pueden o no quieren competir de igual a igual.

Miremos unos ejemplos en la reciente elección para alcalde de Medellín, que indican que algo extraño está sucediendo. María Paulina Aguinaga, que fue del Centro Democrático hasta que le convino, entregó 140.000 firmas, de las cuales solo le aprobaron 56.103 (apenas el 40%), y luego sacó 13.004 votos, que son solo el 9.2% del número de firmas presentadas y el 23% de las firmas aprobadas. No me digan que no pasa nada raro. El otro traidor del Centro Democrático, el muy bien abonado económicamente Albert Corredor dijo presentar 320.000 firmas recogidas por 2.000 “voluntarios”, de las que solo le aprobaron 61.079 (el 19%), y luego obtuvo anémicos 13.004 votos, el 8.5% de las firmas presentadas y el 44.5% de las autorizadas. No me digan que no pasa nada raro. El nómada político, Rodolfo Correa, había presentado 112.000 firmas, pero solo le aprobaron 28.500 (25%), lo que lo obligó a conseguir el aval de esos movimientos políticos mercenarios que están al servicio del mejor postor, como ese que convirtió en indígena por unas semanas a Fajardo, quien luego de elecciones volvió a ser un “hombre blanco”. Correa sacó 10.773 votos, ni el 10% de los que supuestamente lo querían de alcalde. El rebelde sin causa y sin votos para ganar alguna elección, y que habla mal de todos, pero al final se alía con los más malos, Gilberto Tobón, presentó 110.000 firmas y al final sacó unos desnutridos 11.746 votos, el 10.7% de los que estamparon su firma por él. Yo sé que la “política es dinámica” y que el amor no es eterno, pero ¿cómo es posible que en pocas semanas el que supuestamente te quería compitiendo, luego te abandona? ¿No será que me pagan por firmar, pero también por votar?

Póngale la firma, si todavía vale algo, que se han configurado unas fábricas de firmas “chinas”, apoyadas por ciudadanos indignos que deberían estar en la cárcel por ser cómplices de gente sin escrúpulos.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 06 de noviembre de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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