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Juan David Escobar Valencia

El Estado colombiano, a pesar de sus limitaciones de alcance y efectividad, ha resistido ataques prolongados de sus enemigos, que desde afuera llevan décadas intentando que colapse para tomarse el poder.

“Toda revolución colectivista llega montada en un caballo de Troya de “emergencia”. Fue la táctica de Lenin, Hitler y Mussolini.” Herbert Hoover, Memoirs: The great depression, 1929-1941

El Estado es una estructura delicada cuya estabilidad depende en gran medida de quien la gobierna. En el caso de las dictaduras, del tirano, que busca convertirse en el propio Estado; y en las democracias, de quien los ciudadanos eligen para administrarla. El blindaje de una estructura esencial para el desarrollo de una comunidad implica: tiempo, disminución de riesgos y aciertos en la elección de sus elementos constitutivos y la configuración de la propia estructura.

Hay estructuras que por su configuración resultan más débiles si la fuerza que atenta contra ellas proviene desde su interior, como un huevo, el cual es más fácil quebrarlo desde adentro que desde afuera, y si no fuera así, no existirían los ovíparos. Igual sucede con el arco estructural, que resiste grandes fuerzas si se aplican en el lado convexo del arco, pero se desbarata fácilmente si estas se ejercen del lado cóncavo.

El Estado colombiano, a pesar de sus limitaciones de alcance y efectividad, ha resistido ataques prolongados de sus enemigos, que desde afuera llevan décadas intentando que colapse para tomarse el poder. Pero todo cambió hace poco más de un año, porque su mayor enemigo ahora no es una fuerza externa, sino que desde su interior intenta hacerlo. Desde el año pasado entró al Estado el caballo de Troya que nunca tuvimos, aunque el gobierno Santos fuese el primer paso del proceso. Desde el interior del nuevo “Gobierno de Troya” han salido a destruir y debilitar al país los que, en compañía de los que desde afuera esperan que sus cómplices en el interior eliminen los obstáculos que impiden la toma definitiva, abrirán las puertas que nos protegían.

El gabinete troyano del nuevo gobierno ha sido hábil en ello. ¿Se requiere un ministro que sea el peor enemigo de las fuerzas militares? Se le tiene. ¿Se requiere un ministro(a) que acabe con la industria de hidrocarburos? Se le tiene. Y la lista de pasajeros del caballo de Troya ministerial incluye a quienes han vivido toda la vida del Estado, como Cecilia López, José Antonio Ocampo y Alejandro Gaviria, que se prestaron como cómplices de un gobierno nefasto, aunque ahora cínicamente “posan” de sorprendidos, como Rudolf Hommes.

Recuerdo a la ministra López, amedrentando a un periodista que le preguntaba por las invasiones de tierra que se desataron al inicio del nuevo gobierno, diciéndole que era que “no entendemos” que con el nuevo gobierno todo será distinto, incluso el derecho a la propiedad privada. Y la semana anterior, la ministra de Trabajo que, en vez de promover el trabajo, cual sindicalista marxista, en la reunión con los empresarios que se han comportado respetuosa y hasta vergonzosamente mansos, insinuó que “no entendemos” que con el nuevo gobierno todo será distinto, y los ofendió diciéndoles que ellos “ya no son la última Coca-Cola del desierto”.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 4 de septiembre de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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