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Alfonso Monsalve Solórzano

Uno cree que la caída libre que lleva el país pronto tocará fondo, pero eso ocurrirá si la ciudadanía demuestra su fuerza deteniendo el demencial torbellino que el presidente ha desatado. Está convencido de que por más desafueros que cometan él y su entorno, estos se convertirán en paisaje con el que nos acostumbraremos a vivir, y así, poco a poco, cuando nos demos cuenta, habremos traspasado el punto de no retorno que nos arrastrará a décadas de entropía política como estado fallido en manos de narcotraficantes señores de la guerra o en una dictadura “popular”, tipo soviético. Y después, no nos quejemos porque Petro y sus corifeos lo han dicho muy, pero muy claro.

La democracia liberal es representativa porque en elecciones regladas por la constitución, los ciudadanos elegimos un presidente para que gobierne, un congreso para que cree las leyes y ejerza control político sobre el ejecutivo; y un poder judicial, -escogido directa o indirectamente, según el caso, para administrar justicia. Así mismo estableces, y esto es esencial, mecanismos de colaboración armónica que involucran a las ramas mencionadas, que, se definen como independientes.

La primera versión de la democracia fue la directa, aplicada en la Grecia antigua en los límites de una ciudad – estado, como Atenas o Esparta, en la que cada ciudadano libre estaba obligado a participar en las deliberaciones y votar las decisiones que afectaban la vida de la ciudad.

Pero la participación directa de cada ciudadano en el gobierno, en el momento en el que se produjo el diseño moderno de la democracia hace unos doscientos cincuenta años, en Estados Unidos y Francia, era imposible, por las extensiones territoriales de los estados, la multiplicidad de asentamientos y las distancias entre ellos, así como la escasa o ninguna universalización de los medios de comunicación, que impedía la interacción suficientemente rápida entre los habitantes y los policy makers.

Ahora esas condiciones se dan – el espacio y el tiempo están a la distancia de un clic-, pero esto no invalida la utilidad de la representación, porque la magnitud de las tareas  requerida para administrar una sociedad compleja y plural,  como un país actual, hace necesario, hoy más que nunca, que siga habiendo profesionales de la política y de  la justicia elegidos por el pueblo -directa o indirectamente- para administrar una sociedad política en un territorio que excede los límites de una ciudad, con mecanismos que garanticen la independencia de los poderes y su control y colaboración mutuos. La idea detrás de todo esto, es que hay que fragmentar el poder para impedir el abuso y la dictadura.

Desde el inicio de las teorías políticas modernas se ha discutido la importancia de la participación. En líneas gruesas, J.J Rousseau fue adalid de la democracia directa. Y la crítica más común hasta la fecha a Rousseau, es, precisamente que su modelo lleva a la dictadura de las mayorías. Bejamin Constant escribió en ensayo muy esclarecedor al respeto, en 1819, en “La libertad de los antiguos comparada con la de los modernos”. En 1958, el filósofo Isaiah Berlin escribió, desarrollando la tesis de Constant, “Dos conceptos de libertad”. En una síntesis apretada, Leonardo García Jaramillo los resume así “La libertad negativa radica básicamente en la ausencia de coerción por otros. Debemos actuar como mejor nos parezca y con total autonomía. La libertad política consiste en contar con un espacio donde se tenga la potestad de elegir cómo administrar la vida sin obstrucción u obstaculización por parte de otros (individuos u organismos estatales). Como los límites a la libertad de acción en sentido negativo están en el ámbito de la vida privada, la función del Estado frente a la protección de la libertad consiste en asegurar que los ciudadanos no ejerzan coerción entre ellos sin una sólida justificación.” (https://www.ambitojuridico.com/noticias/administrativo-y-contratacion/dos-conceptos-de-libertad-de-isaiah-berlin). Y por, supuesto, que el Estado tampoco la ejerza, sino en el marco de la ley y del respeto a las libertades fundamentales

Los teóricos actuales de la democracia participativa, como Jürgen Habermas, defienden un aumento de las opciones de participación sin abandonar, es decir, dentro, de la democracia participativa, que sigue siendo el eje central de la democracia liberal. En el caso de Habermas, la denomina democracia deliberativa. (Ver, por ejemplo, el capítulo VII de Facticidad y Validez, Política deliberativa: un concepto procedimental de democracia". Muchas de ellas están consignadas en nuestra constitución, debidamente reglamentadas, como el plebiscito, la consulta popular, etc.

Pues bien, en algo que pareció un intento de reivindicar la democracia participativa al estilo revolucionario, Petro reivindicó las asambleas populares como mecanismo de gobierno directo. Esto es un giro clave en su estrategia política: Lenin en la revolución rusa de 1917, proclamó. “Todo el poder a los soviets. El soviet es “una asamblea comunal de todos los ciudadanos que vivían de su propio trabajo y que elegían a su representante para el soviet local; este, a su vez, nombraba a un delegado para el soviet principal, y así sucesivamente hasta formar el Congreso Nacional de los Soviets, que fijaba la dirección de la política general”. (https://prezi.com/p/dwgihu-uifjf/la-revolucion-rusa/) Todo el poder a los soviets significaba para Lenin, la instauración de la dictadura de obreros y campesinos, que concentraba en ellos todo el poder, dirigidos por el Partido Comunista Bolchevique, única organización política reconocida para ejercer el poder, que eliminó de un plumazo el pluralismo y que sumió en la más oscura dictadura en cabeza del jefe del partido y masacró a millones de ciudadanos, antes de que cayera por el peso de su propio fracaso. Ni más, ni menos.

Ahora Petro y su grupo dijeron, la semana pasada, sin ambages, que pronto entraremos a la fase de las asambleas populares en las ciudades y en el campo. Y escogió a Alemania, a la ciudad de Berlín, la que sufrió la ignominiosa cicatriz del Muro, que la gente desesperada de la parte oriental de la ciudad derribó masivamente para alcanzar la libertad, para lamentar la caída del oprobioso régimen soviético y profetizar el hundimiento del capitalismo, delante de un gobierno que lo acogió y le dio la bienvenida en una nación que es epítome de un estado avanzado que ha llevado a sus ciudadanos a un nivel de bienestar de los más altos del mundo, con base en una economía de mercado, es decir, capitalista. Me imagino que ante tamaños insultos, los alemanes sonrieron condescendientemente, se felicitaron de tenerlo muy lejos y le dieron algunos euros para que siga hablando mal del capitalismo en el mundo.

La instalación de la República Soviética de Colombia, la sustitución de nuestro estado de derecho por una dictadura de estilo leninista., supuestamente, estaría por comenzar. El sueño de Petro es la toma de las calles, las fábricas, las asambleas municipales, reivindicando todo el poder para el Pacto Histórico y sus aliados legales e ilegales.

Tienen afán. Están desesperados porque sus reformas no fluyen, a pesar de sus triquiñuelas. Están desesperados porque están saliendo a la luz su corrupción y sus posibles crímenes de estado. Lo último que hizo el presidente fue “recordarle” a los Gilinnki, dueños de Semana, su “amistad”, con el objetivo inocultable de que se autocensuren y dejen de publicar los escándalos y posibles crímenes de este gobierno. ¡Qué bajeza! Si esto no es un intento de chantaje a un medio que ejerce la libertad de expresión, nada lo es. Y es el camino que intentará con otros medios. Las orejas del libo se muestran cada vez con mayor nitidez,

 En resumen, están desesperados porque ya nadie, ni siquiera los que lo eligieron, les cree. Y, entonces, su alternativa es prepararse para acelerar su revolución.

El sueño de Petro es la pesadilla de los colombianos. Pero la resistencia ciudadana mostrará su fuerza, haciendo la madre de todas las manifestaciones contra las tropelías de Petro, el próximo martes 20 de junio. Un nuevo escenario, si es exitosa, quedará planteado en el país, porque significa que el presidente y su telaraña de aliados, perdieron la calle.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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