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Juan David Escobar Valencia

En la novela A Frozen Hell, sobre la invasión soviética a Finlandia en 1939, su autor William R. Trotter dice que: “un general soviético, mirando un mapa del territorio que Rusia había adquirido en el istmo de Carelia, comentó: “Hemos ganado el terreno suficiente para enterrar a nuestros muertos”.”

83 años después, los generales rusos, si todavía mandan las fuerzas militares de su país, y no lo hace el delincuente amigo de Putin y dueño del grupo paramilitar Wagner, deben estar diciendo algo similar mirando el mapa de los territorios hurtados esta vez a Ucrania. Un año después de iniciada la invasión, probablemente más de 100.000 soldados rusos muertos no yacen muy espaciados en el espacio quitado a los ucranianos, cosa que a Putin le importa tan poco como a Stalin en 1939, pero no quiere morirse con un fracaso como el de Stalin en Finlandia.

Por eso no debe extrañar que finalizando el invierno y empezando la primavera veamos una reactivación de la guerra, probablemente en términos más crueles y desastrosos que lo que ya hemos visto, como señalé en mi columna del 19 de septiembre pasado. En ella dije que la avanzada de Putin: “sería en 2023, cuando entren las nuevas fuerzas que están en entrenamiento”, y mientras tanto “intentaría destruir toda la infraestructura energética y productiva todavía existente en Ucrania para que el frío y el hambre hagan los que su ejército no pudo”.

Este invierno fue afortunadamente menos frío que lo esperado y aunque todavía continúan los bombardeos a la infraestructura energética, entrada la primavera Putin podría optar por provocar más hambre. El frágil acuerdo alcanzado por Naciones Unidas para permitir la exportación de algo de la cosecha ucraniana de granos de 2022 que sobrevivió a la guerra o no fue robada por empresas rusas, sería a mi juicio una de las víctimas cuando se reactive la guerra en primavera.

La agricultura no es como cualquier otro tipo de producción que cuando falta una materia prima puede suspenderse, y al estar de nuevo disponible, se prende la máquina y se produce. La agricultura sigue siendo esencialmente estacional y si no se siembra en el momento adecuado, hay que esperar a la siguiente temporada. Si la cosecha del 2022 no se perdió toda, la del 2023 sería más que incierta porque probablemente no hubo fertilizantes ni posibilidades para la siembra, que empieza en pocas semanas.

No importa si a Ucrania le dan tanques de guerra alemanes, puesto que los tanques estadounidenses van a necesitar varios meses para estar realmente operativos, porque Putin, un asesino sin escrúpulos, sabe que el colapso de Ucrania podría iniciarse asfixiándola al atacar la reducida costa y puertos que todavía le quedan en el Mar Negro, que es la mejor salida para los escasos alimentos que puedan producirse. Para mí, Ucrania no caería con la toma de Kiev en el norte sino de Odessa en el sur.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 27 de febrero de 2023.

Publicado en Columnistas Nacionales

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