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Alfonso Monsalve Solórzano

Al referirse al asesinato masivo de miembros de la Unión Patriótica, UP, efectuado entre 1985 y 1993, el presidente Petro dijo que el estado colombiano había actuado como los nazis, con la diferencia de que los alemanes habían hecho catarsis y el estado colombiano, no; de lo cual se sigue que el nuestro es peor que el de los nazis. Hizo esa afirmación luego de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, condenara este lunes al Estado por el genocidio de más de 6.000 integrantes de la UP.

 Es importante que contextualicemos. Las cifras, terribles ellas mismas, difieren entre la ya mencionada de la CIDH, y las de 1.163 asesinados Y 123 desaparecidos, según el Centro de Memoria Histórica del 7 de marzo de 2018, y los 4.616 personas ultimadas y 1.117 desaparecidas, de acuerdo con la JEP en tuit de abril 22 de 2022 -aunque,  en este caso, el período de la matanza fue extendido hasta 2016.

El país ha debatido asimétricamente sobre las causas de semejante abominación, producida en medio del enfrentamiento militar que la guerrilla de las FARC generó al levantarse en armas para la toma del poder político, a partir de la mitad de los años sesenta, en el marco de la Guerra Fría y con el patrocinio de la URSS. (Por esa época surgieron el ELN en 1964, ligado a Cuba, satélite de la URSS en ese momento y el EPL en 1967, ligado al Partido Comunista Chino y como resultado de la división del movimiento comunista internacional. El M- 19 nace operacionalmente en 1974, pero no es asunto de este artículo).

El presidente Belisario Betancur, que buscaba firmar la paz con toda la guerrilla colombiana firmó en 1984 un acuerdo con las Farc, que incluía la condena al terrorismo, el cese al fuego y la posibilidad de crear un movimiento político. (Betancur también firmó acuerdos con el EPL, el M–19 y las Autodefensas Obreras, ADO. El ELN se negó).

El caso es que las Farc y el Partido Comunista que las había creado y dirigía, aunque esa relación venía cambiando de sentido, fundaron la Unión Patriótica y participaron en elecciones con ella. Pero la doctrina de estas dos organizaciones era combinar todas las formas de lucha y nunca, las Farc tuvieron un verdadero compromiso con la paz.

En efecto, su objetivo real, a pesar de haber firmado el acuerdo era aprovechar la tregua para crecer militarmente con miras a alcanzar la toma de poder por las armas en un lapso de 8 años.

El historiador francés Daniel Pécaut lo explica muy bien en su libro Guerra contra la sociedad, de 2001:  en el Pleno del Estado Mayor de 1985, deciden llevar a cabo los objetivos propuestos en la Séptima Conferencia de 1982. El Plan consistía, en primer lugar, en crecer los frentes entre 1985 y 1990; luego, controlar la Cordillera Oriental para aislar y cercar Bogotá y los llanos orientales del resto del país, para lo que requerirían un ejército de 15.000 hombres más unas autodefensas campesinas de 5.000. La tercera fase era crear un gobierno provisional, precedido de una ofensiva militar con ataques en todo el país, acompañada de insurrecciones urbanas y control de las ciudades del oriente de la cordillera. La consolidación requeriría 30.000 combatientes y 48 frentes. Finalmente, buscarían el reconocimiento del gobierno provisional por parte de los estados comunistas, se reforzarían las fronteras y crecerían hasta 60.000 combatientes, con lo que destruirían toda opsoción de las fuerzas armadas reaccionaria e impondrían un gobierno marxista – leninista). De hecho, los frentes crecieron vertiginosamente y las Farc desataron una ola sin precedentes de asesinatos (solo del partido liberal, 3.000), secuestros y extorsiones.

Toda esta historia la presento para argumentar que los militantes de la UP cayeron en el fuego que produjo la convicción, de las autodefensas y de algunos elementos de las fuerzas de seguridad colombiana, de que eran guerrilleros disfrazados de civiles que hacían política, como parte de la estrategia de combinar todas las formas de lucha. Argumento inaceptable por donde se mire, pero que explica parte de semejante masacre. La otra porción de la verdad es que entre la UP hubo gente que abrazó la causa de la lucha civil y se opuso a la lucha armada, lo que fue rechazado virulentamente por los mandos de las Farc y los condenaron a muerte. Algunos candidatos presidenciales y a otras corporaciones públicas, fueron víctimas de esa retaliación. Hay al menos un libro, Todo tiempo pasado fue peor, de un miembro del entonces Comité central del Partido Comunista, que lo sostiene.

De manera pues que la combinación de todas las formas de lucha ha sido nefasta para Colombia. Y en la evaluación histórica sobre el conflicto armado es una perfidia ocultar esta verdad para señalar a un solo responsable: el Estado. El único, además, que ha sido capaz de asumir sus culpas y rectificar, enjuiciando y expulsando sin contemplaciones a los que ha encontrado responsables.

Lo del exterminio de la UP en nada se parece al de los judíos en el estado nazi, que sí fue una política institucional, que era una dictadura racista de extrema derecha la negación de la democracia, en la que la izquierda era eliminada por orden de ese estado criminal. Si los nazis hubiesen triunfado no existiría la democracia ni izquierda en el mundo, ni en Colombia, ese país que ha permitido que Petro sea presidente y afirme que nuestro estado nazi. Ojalá con la misma fuerza que lo dice, denuncie las prácticas, esas sí nazis de los gobiernos de Venezuela y Cuba, ante las cuales guarda elocuente silencio.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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