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Alfonso Monsalve Solórzano

Una característica central de un régimen de izquierda marxista es la centralización y concentración de todos los poderes y de las decisiones más importantes en cabeza del presidente o jefe de estado. La doctrina lo llama centralismo democrático: los órganos inferiores del partico obedecen al comité central, que es elegido, generalmente, en el congreso nacional de la organización, que dicta las directrices de política entre congreso y congreso, y de cuyo seno se elige el comité ejecutivo central y en él al máximo líder. Eso es el centralismo.

La democracia consistiría que todos los órganos de dirección son escogidos por las organizaciones del correspondiente nivel. Puede verse que la obediencia al líder ha de ser absoluta porque este controla todos los mecanismos necesarios para poner en los lugares clave a sus incondicionales. Como quien dice, salvo el gran jefe, que es el gran titiritero, todos son marionetas. Así fue con Lenin, Stalin, Mao Tsetung, Fidel Castro, Hugo Chávez y, como van las cosas, ya comienza a ser con Petro. Y todo a nombre de la defensa de la democracia y de los pobres.

Todavía no funciona el partido único en Colombia, aunque el Pacto Histórico es la piedra sobre la que Petro -que debe pensar que por el apellido estaba predeterminado a manejar Colombia como si fuese su coto privado de caza- construirá su ruta hacia la autocracia con su secta de áulicos con la cual someterá a los colombianos a su voluntad, cualquiera que ella sea, porque cada capricho suyo será un deseo sagrado que debe cumplirse a rajatabla por encima de quien sea y al costo institucional y social que sea.

Para la muestra uno de los más recientes botones: a pesar de que todavía el engendro organizacional no está completamente listo,  con lo que tiene ya puede amenazar a una alcaldesa y a una ciudad, a través de un sacamicas, con que no les girará los recursos para otros proyectos de infraestructura si no le satisfacen su capricho de hacerle subterráneo un tramo importante del metro, que ya está contratado e iniciado; no importan los líos jurídicos ni el sobrecosto ni la demora adicional de más de seis años -si no hubiese demoras- en el sueño bogotano de tener tal sistema, anhelo que han tenido sus ciudadanos por muchas década.

El señor Petro cree que puede manejar los dineros públicos como tenga a bien, pasando por alto las competencias de las autoridades de la ciudad, a las chantajea, usando un demencial poder discrecional sobre dineros que no son suyos sino de la nación y los contribuyentes. Y lo peor es que su creencia puede convertirse con alta probabilidad en un hecho.

Pero no es el único caso de megalomanía autocrática. En el borrador del Plan de Desarrollo, según www.semana.com consultada el 04.01.2023, ha introducido artículos en los que se le entregan facultades extraordinarias para intervenir de fondo la generación, transmisión y comercialización de energía eléctrica y para liquidar, reestructurar y suprimir empresas del sector. Recordemos que ya lo había anunciado. Y como la reforma a la salud le están saliendo todo tipo de tropiezos, el en plan, (Ibid) incluye el giro directo a las IPS. Con lo que desaparecería la intermediación financiera de las EPS y con ellas, las EPS mismas y se crearía un monstruoso órgano estatal omnipoderoso, clientelista y corrupto, que nos retrocedería treinta años y pondría a los colombianos de rodillas ante Petro. También (Ibid) se faculta al presidente durante un período de seis meses, para expedir decretos que modifiquen subsidios tales como los programas de Familias y Jóvenes en Acción; reglamentar las condiciones de reclusión de la población indígena; regular los usos de la planta de coca; organizar el sistema financiero público y modificar funciones y objetivos de la Superintendencia de Industria y Comercio. Hay otros despropósitos en ese Plan, que deben ser analizados con urgencia, mirar sus consecuencias y oponerse a él. 

Hay que romper con esa concentración del poder ejercitando los mecanismos de oposición democrática que todavía nos ofrece nuestro sistema democrático. No será fácil porque ya el presidente “debatirá” en la calle reformas como la de la salud, primer envión para someter a los ciudadanos y al congreso a su voluntad. Los parlamentarios y sus partidos experimentarán grandes presiones externas y la mermelada entrará en juego, pero es de esperar que un número importante de ellos sean capaces de ofrecer resistencia a la aplanadora del Pacto Histórico y sus aliados y, si eso sucede, propinar una monumental derrota al autoritarismo petrista. Los ciudadanos probablemente se verán compelidos a las calles y a las urnas. Asoma la autocracia eligiendo candidatos contra la autocracia y en defensa de la democracia para defender sus derechos y la democracia misma.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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