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Juan David Escobar Valencia

Los que creen en eso del optimismo, que junto con el pesimismo son categorías inútiles y peligrosas como indiqué en otra columna, tienen la predisposición a decir que “el vaso no está medio vacío sino medio lleno” y cuando algo malo está pasando, se reconfortan en su onanismo mental diciendo que hay que estar felices porque las cosas “podrían estar peor”.

No había que ser un genio para saber que el cambio de gobierno en Colombia era una rifa con una sola boleta para el derrumbamiento de la democracia, la economía y el sentimiento de nación formada a través de doscientos años de aciertos y equivocaciones, que a pesar de las dificultades había aceptado que, aunque fuera más difícil, había que respetar la ley y no premiar a los que la incumplían, como vimos en el resultado del plebiscito del 2016 burlado por Santos. Que lo correcto es trabajar y estudiar, y no ser narcoterrorista, así no se enriquezca uno ni se vuelva congresista. Que los delincuentes eran los que rompían la ley, y no la policía y el ejército que exponen sus vidas por defenderla. Pero el gobierno Santos institucionalizó que “ser pillo paga”, que el apaciguamiento es lo mismo que la paz y que en vez de combatir el crimen, que nunca ha sido ni será fácil, es más fácil legalizarlo y así deja de existir. Santos y quienes apoyaron su acuerdo de impunipaz extorsiva, son en gran medida los culpables de que tengamos el gobierno que tenemos y que va a destruir a Colombia.

La mediocridad se ha vuelto tan común, que no sorprenden tantos titulares y “análisis” en medios de comunicación diciendo que el ministro de Hacienda es casi un héroe, un salvador y hasta bombero, a quien ya le debemos una estatua por ser el “polo a tierra” de un gobierno demente, irresponsable y destructivo. Oigo a muchos satisfechos y complacidos expresando a viva voz: “¿se imaginan cómo estaríamos si no fuese Ocampo el ministro de Hacienda?” Casi que va tocar hacer otra reforma tributaria para pagarle al ministro por los favores recibidos de este mártir de la patria.

Pues a mí me parece un irresponsable. Ocampo es ideológicamente un economista atrasado, amigo de todos los cepalinos que tanto daño le hicieron al aparato productivo e institucional de este país, y los antecedentes en términos de sus resultados cuando estuvo en la Hacienda pública son mediocres, para no decir malos. Que alguien tan supuestamente estructurado, así como quien encabeza el Ministerio de Agricultura, hayan aceptado ser parte de un gobierno marxista, es muy diciente y preocupante. Si sabían de qué tipo de gobierno harían parte y qué ideología apoyarían, entonces son unos comunistas de caviar con ánimo de lucro, y no son héroes sino cómplices. Y si no sabían, peor aún, porque de estructura no tienen nada y deben devolver sus títulos de economistas y no estar dirigiendo instituciones públicas.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 7 de noviembre de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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