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Alfonso Monsalve Solórzano

Con el dólar a más de 4.900 este fin de semana y con velocidad de crucero para pasar de largo los 5.000 y sin techo a la vista, la inflación es el flagelo en el que se ahogan las esperanzas de los colombianos, especialmente los más pobres.

Es cierto que algunos de los factores que determinan esa alza imparable provienen de la crisis mundial causada por la guerra rusa en Ucrania y los efectos negativos que ha tenido en el mundo, incluyendo la economía norteamericana, a cuyo gobierno echa la culpa de lo que nos pasa, por proteger su sistema productivo, algo que Petro, precisamente, no hace. Por el contrario, y esta es la causa más importante de la crisis que se está gestando, insiste en posturas absurdas, como la de no autorizar nuevos contratos de exploración de hidrocarburos, porque quiere hacer la transición energética, al precio que sea, pero, eso sí, a costa nuestra. En un futuro cercano nos dejará sin producción y en manos de países y empresas extranjeros, ¡¡¡ él, que defiende la soberanía y la independencia económica!!! Y eso, que Colombia apenas representa el 0.37% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, mientras que China, por ejemplo, representa el 14.4% y USA el 5.2% en el 2020.

La política de hidrocarburos de Petro, contrasta, y de qué manera, con la de Noruega, cuya producción de hidrocarburos -actualmente es el 25% de su PIB- se mantiene e incrementa, con medidas efectivas de protección al medio ambiente, mientras impulsa una transición energética de manera responsable. El petróleo y el gas le ha permitido construir el fondo soberano más grande del mundo, que sirve para proteger a su población, incluidas las generaciones venideras.

La terca postura de nuestro presidente en este campo de la economía, más una reforma tributaria que golpeará la industria energética, y en general al sector productivo y el ahorro de los colombianos en los fondos de pensiones, está minando la confianza y la credibilidad de los inversionistas extranjero y nacionales, que ven cada vez más al país como un lugar de riesgo, lo que hace, dicen los que saben, que se debilite todavía más el peso.

La carestía y/o el desabastecimiento de los alimentos es y será con mayor fuerza, la consecuencia de esta alza desmesurada del dólar, porque muchos de estos son esenciales para la canasta alimentaria de los pobres, como el maíz, el trigo y la soya, esta última, base de los concentrados para ganadería y avicultura. Y, por supuesto, los insumos para abonos de productos que se siembran en Colombia. El alza inevitable de los combustibles y del valor de los vehículos, sus insumos y repuestos también incidirá en los precios de carga de alimentos.

Por supuesto, las alzas no sólo afectarán la comida. Se extenderán a todas las áreas. Los medicamentos esenciales, subirían más de lo que ya lo están haciendo, igual que los servicios públicos. Se afectaría el transporte de pasajeros y renglones como el valor de las motocicletas, tan usadas por millones de colombianos como medio de movilización y de subsistencia, así como sus repuestos e insumos; aumentará el vestuario, la educación, todo. Y Como acabo de señalar, son los pobres quienes más sufrirán estos golpes, pero no solo ellos.

Ahora bien, todos, salvo los verdaderamente ricos, que pueden sacar sus capitales – si es que ya no lo han hecho- están siendo golpeado. Por ejemplo, la clase media ve deshacerse sus ahorros de toda la vida, por esta espiral; su capacidad de compra de artículos encarecidos, tenderá a cero y la pobreza total podría ser su destino. Como en Venezuela y Cuba

Sería un escenario muy difícil de manejar. En todo caso, no con declaraciones como las de las ministras de minas, medio ambiente, salud y trabajo; y mucho menos, como las de Petro en Caldono, donde estimuló la lucha de clases. Ni con subsidios, porque con una inflación galopante, no hay subvención que valga.

Vamos cuesta abajo. Por este camino, podría llegarse a situaciones de hambre y escasez generalizadas. Y a veces me pregunto si estamos en este camino al infierno en razón de la incompetencia causada, a la vez, por el fanatismo ideológico y la inexperiencia, o si se trata de una estrategia consciente y perversa para igualar por lo bajo -función perfecta para el ministerio de la igualdad de la vicepresidente Márquez-, en la idea de materializar su proyecto corrupto- socialista.

Aunque, pensándolo bien, no son dos hipótesis incompatibles. Las dos pueden llevar a soluciones como las bolsas de alimentos de Venezuela y Cuba, fuente de corrupción (remember Saab) y de lealtad con los tiranos Maduro y Díaz - Canel. Al fin y al cabo, ya aquí algunos en este gobierno han hecho el curso con Moreno Rojas, y tienen maestros en Quintero y Ospina, o en Palacio, rodeados de plumas de ganso y satín, mientras defienden a los pobres.

Y al que no le guste, no hay problema, pues, para eso, indultarán a los vándalos detenidos pertenecientes a la primera línea y pasarán por encima de las instituciones, para hacerlo con los de las bandas criminales, que tienen prisa por reincidir.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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