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Luis Alberto Ordóñez*

Aunque la utilización de menores para burlar la acción del Estado no es una práctica nueva de los enemigos de la paz, pues la han usado con anterioridad, escuchar la decisión del señor Ministro de la Defensa expresada en rueda de prensa, en mi opinión a priori y generalizando, pues cada caso táctico es diferente, muy seguramente motivará el incremento del reclutamiento de menores. Pareciera que les dio la herramienta precisa para delinquir, atentar contra la paz y la tranquilidad de la sociedad, asesinar y torturar a sabiendas de que estarán blindados y protegidos en sus campamentos.

No es nuevo para las Fuerzas Armadas que la prioridad sean las vidas; de donde acá pareciera que ahora los causantes de todos los males de los últimos sesenta años son precisamente quienes han garantizado, aun exponiendo su integridad física y mental y bajo mandato del conductor político, la vida, honra y bienes de los colombianos y han permitido tener un sistema democrático que garantiza a un antiguo alzado en armas llegar al poder, por la vía que debe ser: la de las urnas. Solamente con ese hecho se le cae el discurso a cualquier grupo guerrillero con supuesta ideología política; sin embargo, las motivaciones actuales son otras: poder y dinero.

Al igual que cualquier operación militar, la de bombardeo, se planea de manera rigurosa. La inteligencia aporta los mayores insumos y los asesores jurídicos y de derechos humanos verifican en detalle las condiciones para ejecutarla. Los expertos y curtidos comandantes analizan las posibilidades de éxito y minimizan los riesgos; la vida de sus subalternos es sagrada, no los pueden exponer innecesariamente. La finalidad, y para lo cual se planea una operación militar, es precisamente defender y proteger a la población civil: eso es lo más importante. La legislación de Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario se aplica de manera estricta, según corresponda, y luego el sentido común; así todo lo planeado sea legal, se privilegia la vida y en muchos casos se aborta una acción militar ante la posibilidad de generar daños colaterales. No está bien que se transmita un presunto mensaje de que ahora si se va a hacer bien: así no debe ser, pues los anteriores han sido cuidadosos en el cumplimento del deber. Con el paso de los días y la realidad en las regiones, la razón primará y seguramente los actuales conductores políticos entenderán y actuarán de conformidad: hay violencia y se está incrementando, no debe el mismo Estado amarrarse las manos.

Esos menores desafortunadamente son tan peligrosos como quienes los reclutaron, dañaron y ahora utilizan como arma de guerra; por eso el Derecho Internacional Humanitario tipifica como crimen esa terrible práctica donde acaban con la juventud. Le queda al señor Ministro de Defensa el dilema entre proteger a la sociedad, que es su mandato constitucional, o permitir que los grupos delincuenciales se sigan fortaleciendo, y lo peor, utilicen menores como táctica delictiva. Cuando se han bombardeado campamentos ha sido porque sus integrantes eran una amenaza inminente para la sociedad y se desconocía la presencia de menores; con esas acciones militares se preservó la paz y la tranquilidad: se salvaron muchas vidas que esos violentos querían acabar. Ojalá esos grupos entraran por el camino del bien y decidieran dejar su actuar delictivo, pero cuando hay dinero y poder de por medio no es fácil; vendrán otros y muchos más pues el ilícito negocio es lucrativo.

Ninguna persona de bien quiere ver a la juventud dañada por el odio y empuñando armas, por eso la aplicación de la ley nacional e internacional debe ser el disuasor natural para que no los recluten más; en eso no puede haber perdón ni olvido. Desafortunadamente, paralelo con la orden de no bombardear, se habla de negociación con los grupos violentos donde, y siguiendo el ejemplo de las Farc, muy seguramente todo les será perdonado dándose un pésimo ejemplo a los delincuentes que sin pudor utilizan todas las formas de violencia para someter a la sociedad. Que quede claro que quienes infringen la ley son los que reclutan menores y luego los utilizan como armas de guerra.

* Vicealmirante (r) Ph.D.

 
Publicado en Columnistas Nacionales
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